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Jungkook POV:

—Ya está bien, Jungkook. Puedes despertar.

Lo había intentado de todas las formas posibles: contando hacia atrás,
hacia adelante..., chasqueando los dedos, la lengua y hasta dando golpes con
el tacón del zapato sobre el entarimado del escenario. Le había faltado
intentarlo a la pata coja. Pero se había encontrado con un Jungkook que se le
había arrojado a los brazos, lo había derribado y lo había besado cuando
estuvimos los dos en el suelo.

Sí, en el último momento decidí que iba a ser más divertido que tratara de
deshipnotizarme.

Y no lo estaba consiguiendo.

Ni lo iba a conseguir.

—¿Por qué tienes los ojos tan bonitos? —le pregunté sobre él, tendido tal
cual habíamos caído al arrojarme a sus brazos, teniendo muy en cuenta que ni
él era un culturista capaz de sostener mi peso tomando impulso ni yo un peso
pluma que no fuera a molerle las costillas al estamparlo contra el suelo.

En verdad, se había dado un fuerte golpe en la cabeza cuando había caído
de espaldas con mi salto.

—Imagino que mi madre sabe hacer hijos...

—Estoy deseando conocer a tu madre.

Risas entre el público al oírme a través del micrófono de YoonGi.
Él abrió mucho los ojos cuando oyó mi deseo, como si le pareciera del
todo inapropiado que un ligue de una noche fuera a acabar comiéndose la
sopa que preparaba su madre y preguntándole por los gustos de su retoño para aprender a cocinar sus platos favoritos. Pero yo no era sólo un polvo.

¡Iba a ser el padre de sus hijos!

Lo que me iba a reír...

Bajé los labios y cubrí su boca con el beso más erótico que podía darse
fuera de horario infantil en una sala de teatro atestada de gente. Mis manos le
sujetaron la cabeza y él se dejó hacer durante un momento, un simple
segundo, cerrando los ojos y disfrutando de su instante de triunfo.

Ya se veía
despertándome y restregándome todo su poder por la cara y otras partes del
cuerpo —que conocía muy bien y parecía que recordaba mucho mejor que
yo, que hasta se sabía mi puñetero nombre—, pero cuando deslicé mis dedos
entre nuestros cuerpos en busca de su bragueta se atragantó con su propia
saliva y apartó la boca.

—No creo que sea el lugar más adecuado para esto —me dijo tratando de
apartarme las manos.

Le sonreí como una niño travieso.

—Nunca es mal momento...

—No, si no hablo del momento —soltó un tanto divertido—. Pero toda
esa gente que te está mirando desde abajo no ha venido a ver un espectáculo
porno.

Levanté un poco la cabeza y la giré, mientras las risas seguían ejerciendo
de banda sonora improvisada para nuestro numerito de magia. Los miré como
si no supiera qué hacían allí, pero también como si no me importara lo más
mínimo.

—Cada hombre tiene sus preferencias —le dije, aceptando que lo de
follar con público pudiera parecerle interesante como concepto. Después de
todo, existían los clubes liberales—. ¿Son amigos tuyos?

Volví a besarlo y, un instante después, mis manos regresaban en busca de
sus pantalones. Para mi sorpresa, había comenzado a levantarse en su
bragueta una pequeña erección que me regocijó en lo más profundo. Paró mis
dedos en el momento justo en el que luchaba con la hebilla de su cinturón.

—Creo que los espectadores no tienen ganas de pagar un suplemento por
esto...

—Creo que me estás poniendo demasiadas pegas —repliqué yo, volviendo a la carga. Ese tipo no sabía qué clase de monstruo acababa de
despertar.

—Vale, creo que como escarmiento ya es suficiente —me dijo cuando
consiguió quitárseme de encima haciéndome rodar sobre la tarima—. Espero
que tus amigos te hayan hecho un buen vídeo.

Los buscó entre el público y les preguntó directamente mientras se ponía
de pie. Vi cómo ellos levantaban los móviles al unísono, alzando también los
pulgares en señal de afirmación.

Estaba convencido de que Taehyung tenía
ganas de hacerle la ola, pero no se le fue tanto la pinza. Me incorporé a la vez
que él y descubrí que la gente estaba disfrutando de lo lindo con la broma.

Me acerqué hasta YoonGi por detrás y lo abracé, apoyando mi cabeza contra
su espalda. Lo sentí tensarse sólo un momento antes de que mis manos
bajaran de nuevo y le aferraran el paquete. Todos volvieron a reír a carcajada
limpia mientras él no sabía cómo apartarme las manos sin que acabara
desgarrándose la tela del pantalón (antes, de padrino de bodas y, en ese
momento, de uniforme de trabajo).

Un, Dos, Tres...¡BÉSAME! [YONKOOK / KOOKGI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora