Seis

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Thomas
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Encontramos a Helia en el arcano número dos. Su cuerpo está sobre una silla de ruedas iluminada solo por una tenue luz roja, frente a ella se encuentra un micrófono dinámico Shure Brothers que la hace parecer una flapper de los años 20.

El resto de la tarima -por el momento en penumbras-, sugiere el abigarrado camerino de una estrella del espectáculo musical: maniquíes, percheros, armarios, baúles, espejos, coquetas y pelucas, batas, vestidos, entre otros. Cuando comienza a escucharse otra vez su voz, la luz o un movimiento de la silla nos permiten verla con claridad; su vestido rojo ceñido, el antifaz del mismo color y su largo cabello dorado cayendo a sus costados.

Entre sus manos sostiene una carpeta con partituras. Lentamente, sus ojos se abren y finje una sorpresa al ver a todo el público rodéandola.

Toda la multitud está en total silencio, como si estuvieran embelesados con las palabras que salen de su boca. Era lo habitual, jamás había escuchado a alguien atreverse a interrumpir su vehemente y pasional voz.

-Así que me desamarré. Me fui. Porque las cabezas locas son tempranamente castigadas. Cabeza loca, o arrebatada, maníaca, delirante e histérica. -citaba el guión que, a pesar de haber escuchado miles de veces, yo seguia viniendo oír-. ¡Ja! Así que porque yo me lo busqué. Por desobediente y otras cosas. Rebelde, indisciplinada. ¡Ay, esta forma mía! Cómo los confunde...

》-Así que puta y reputa. Una perdida. Una yegua. Como estuve con hombres....¡y qué de hombres! Yo, inmoral, y viciosa, disoluta, pervertida. Cuánta yerba, y humo y polvos y píldoras. Cuánto ron. -expresó levantándose de la silla y comenzando a caminar con lentitud entre las cosas-. Por mi culpa, por mi culpa. Por mi grandísima culpa. Yo desterrada del mundo de los seres cuerdos y sanos de cuerpo y espíritu. Así que estoy como estoy porque quise. Muerta. Sin misa de difuntos. Alma errante, mierda, una simple muerta suelta...

El soliloquio sigue durante media hora más en la que ella relata cómo fue decayendo de la gracia de la sociedad y terminó rota de miles de maneras.

-Es grandiosa. -murmuró Meiga en mi oído con una sonrisa en su rostro-. Todos están totalmente enfocados en ella, ¿siempre es así?

Asentí dándole un sorbo a mi trago. -Siempre.

-¿Y tú? -preguntó prendiendo su tercer cigarrillo.

No entendí a qué se refería. -¿Yo qué?

-¿Tú también estás enfocado en ella? -preguntó sonriendo con complicidad, como siempre que trataba de indagar en mi vida amorosa.

Puse los ojos en blanco. -No porque tú estés loca por un Gardner significa que yo también.

-Yo no...

Siempre que teníamos esta conversación era lo mismo; ella negando estar embobada por Royal Gardner a pesar de que se le notaba a leguas y era pésima mintiendo, y yo mirándola como si le creyera para no tener que ondar más en la vida sexual de mi mamá con el hippie que siempre preguntaba por ella cuando me lo topaba.

-Claro. -le interrumpí con diversión.

-Estoy hablando en serio. -repitió golpeando mi brazo como si fuera mi amiga y no mi madre.

Desde que abandonamos al donador de esperma/su ex esposo/mi progenitor, los tres, - incluido mi hermano-, habíamos afianzado nuestra relación de forma considerable. Eso sumado a que trabajamos juntos en su campaña como alcaldesa, y en el Théaomai, así que estábamos prácticamente todo el día juntos, cosa que beneficiaba considerablemente a su interés por mi vida privada.

Fuente de LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora