Capítulo quince

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Una semana antes del matrimonio.

Días habían pasado  sin que Jughead supiera algo de Betty, no había querido llamarla o aparecerse por su casa, consideraba que eso era obsesivo y que debería darle su espacio a ella.
Esta noche, al igual que las otras, Jughead no había podido dormir, estaba constipado por los mil problemas. El más importante era que se sentía fatal por el daño que le había causado a Betty, quería disculparse, quería que ella lo escuchara, pero sabía que eso era casi imposible. En segundo lugar se encontraba el hecho que estaba próximo a casarse con alguien que no quería.
Jughead se levantó de su cama justo a la media noche, se dirigió a su cocina y abrió la primera botella de alcohol que encontró, y así continuó, abriendo más botellas hasta que el reloj marcó las tres de la madrugada. A esta hora tomó las llaves de su automóvil y condujo hasta la casa de Betty, debido a su estado pudo matarse o matar a alguien.

A las 3:15 AM, Jughead estaba parado fuera de la casa de Betty, golpeaba la puerta como si su vida dependiera de eso.
- ¿Jughead?.- Preguntó la rubia. Obviamente estaba adormilada y asustada.
- Son las tres de la mañana. ¿Qué haces aquí?.-
- Necesito hablar contigo y no me voy a ir de aquí hasta que me escuches.- Entró a la casa sin que ella se lo permitiera.
- Estás ebrio.- Susurró ella luego de sentir el olor que traía él.
- Algunas veces olvido lo idiota que te pones cuando bebes.- Dijo para cerrar la puerta y caminar tras él.
- Jughead, es tarde.- Se sentó junto a él.
- Betty, lo siento mucho.- Se lanzó a abrazarla mientras lloraba.
- Lamento mucho todo el daño que te hice, te juro que no era algo que yo quisiera hacerte, lo peor que he hecho en mi vida es causarte todo este daño, por favor déjame quedarme contigo esta noche. Estoy ebrio como idiota, quizás vomite, está mal todo lo que te hice, fui cobarde y sólo pensé en mi mismo, tomé la decisión que me convencieron sería la mejor, engañé a Malia, me caso en una semana con alguien que no quiero, y por alguna razón con la única que me siento bien es contigo, es malo porque es a quien he hecho más daño.- Seguía abrazado fuertemente a ella.
- Ya, tranquilo.- Acarició el cabello de él.
- Me avisas si quieres vomitar. Mientras traeré unas bolsas en caso de cualquier cosa.-
- No, no quiero vomitar.- No la dejó alejarse.
- ¿Por qué no nos abrazamos acostados?. Ahí podríamos hablar, como lo hacíamos antes.-
- Jughead...-
- Por favor, Betty.- Volvió a llorar.
- Está bien.- Lo abrazó para intentar consolarlo.
- ¿Qué tal si te das una ducha y yo te espero en mi habitación con un vaso de agua y una pastilla para que mañana no mueras de resaca?.-
- Está bien.- Asintió para luego caminar hasta el pasillo.

Jughead intentaba mantenerse derecho, pero era casi imposible, terminó en el suelo.
- ¿Tu viniste conduciendo hasta aquí?.-
- Sí.-
- ¿Y cómo es que no te mataste?.- Preguntó ayudándolo a levantarse.
- No sé.- Volvió a llorar.
- Hoy no dormiré.- Suspiró para caminar con Jughead hasta el baño.

Al llegar al baño puso a llenar la tina mientras ayudaba a Jughead a quitarse la ropa.

- Iré a prepararte un café y algo para que comas, te ayudará.-
- ¿Betty?.-
- ¿Si?.-
- Lo siento.- Habló Jug y ella sólo asintió con la cabeza.

Betty había preparado una bandeja con café, galletas, un vaso de agua y la pastilla.

- Listo.- Dijo entrando al baño con la bandeja.
- Sigues llorando...- Se acercó a él.
- Es que realmente lo siento.-
- Ya, tranquilo.- Dejó la bandeja a un lado para acariciarle el cabello.
- Bebe un poco.- A la taza de café le había puesto una pajilla de metal para evitar que Jughead se quemara.

Luego de una hora, Jughead estaba mejor, se había tomado el café, había comido, bebido varios vasos agua y tomado la pastilla.

- Gracias.- Dijo cuando se recostó en la cama.
- No hay de qué, Jug.- Acostándose junto a él.
- Cuando papá murió tu estuviste conmigo todo el tiempo, me apoyaste y escuchaste todas las noches mientras lloraba. Debí haber hecho lo mismo, no debí haberme ido.-
- Lo hecho, hecho está. No hay forma de cambiar el pasado.- Acarició el cabello de Jughead.
- ¿Y tú crees que algún día podamos volver a estar juntos?.- Cerró sus ojos para relajarse ante las caricias de Betty.
- No lo sé. El futuro es incierto, mi cabeza quiere decirte que no, pero lo que siento no lo sabe...-
- ¿Algún día dejarás de odiarme?.-
- No te odio, Jug. Tampoco estoy tan enojada ahora. Si lo estuviera te hubiese pateado el trasero de este lugar apenas llegaste.- Se rió.
- Jug, estuviste conmigo cuando Hal murió, me acompañaste.- Le besó la frente.
- Betty, yo si te he amado, te amé antes y te amo ahora.- Hizo contacto visual con ella y la tomó por la cintura.
- Jughead, nada sucederá entre nosotros hoy.-
- Lo sé, solo quiero estar cómodo para dormir.- Besó su mejilla y la atrajo aún más hacia él, la enrolló en sus brazos y en menos de cinco minutos ya estaban dormidos.

- Jug...- Betty lo movió despacio.
- Jug, son las cuatro de la tarde, debes despertar.- Pasó sus manos por las mejillas de él.
-¿Ah?.- Preguntó mientras habría sus ojos.
- Jug, has dormido doce horas, debes comer algo.-
- Mi cabeza.- Se llevó las manos a la cabeza.
- Ten.- Le extendió una pastilla y un vaso de agua.
- Yo debo irme, tengo terapia, volveré en dos horas más para que hablemos.- Le sonrió.
- ¿Estoy soñando o realmente estás diciendo eso?.- Preguntó extrañado.
- No estás soñando.- Se rió.
- Hay comida en la heladera. Si quieres te das una ducha, siéntete cómodo. Nos vemos en un rato.-
- ¿Me puedes golpear?.-
- ¿Qué?.-
- Betty, hazlo.-
- Bien.- le dio un pellizco en el brazo.
- ¡Auch!.- Se quejó.
- No estoy soñando. Pero te dije un golpe, no un pellizco.-
- ¿Quieres que te golpee?.-
- No.- Dijo rápidamente.

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