LIBIDINE: El limbo del deseo

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—Más, más— rogó el precioso humano, siendo sostenido por los delicados pero fuertes brazos del ser celestial frente a él—. Más profundo.

Con una fuerte embestida, el ángel logró tocar de nuevo la próstata del pelinegro, haciéndolo gritar en goce.

—¡Sí, sí!— gimió el chico— Justo así, V. ¡Dios!— exclamó con la garganta casi seca.

—Aguanta un poco más— demandó V con voz grave.

Los largos cabellos claros del ángel fueron jalados por el joven en un vago intento de encontrar un polo a tierra que lo ayudara a contenerse.

—¡Dios!— exclamó en un susurro— Ahí, ahí, ¡justo ahí!

—Calla, o despertarás a los demás— advirtió el ángel antes de reforzar el agarre en los muslos ajenos y penetrando aún más profundo. El humano gimió—. No querrás que los difuntos te vean— se burló.

Jungkook tenía la cabeza en el aire por todo el placer que el contrario le estaba dando, como siempre, por lo que nunca lograba entender las extrañas frases que el contrario decía a veces.

Casi no podía sentir sus piernas, sus pezones dolían y su pene estaba goteando sin cesar. Sus manos hormigueaban y sus cabellos oscuros estaban mojados por el sudor. Era lujuria encarnada en humano. Lujuria encarnada en el más terrenal de los seres. Lujuria encarnada en pecado.

Porque de una cosa estaba Jungkook seguro: eso que estaban haciendo no estaba bien. Nada bien.

El humano sabía que donde estaba no era la Tierra, que quien lo empotraba cuan salvaje no era un humano. Jungkook lo sabía; lo sentía. Todas las veces que se encontró a ese ser en la oscuridad de tal terreno baldío, supo que no pertenecía allí. Igual que él.

Las embestidas se hicieron más erráticas y profundas. Ese tal V siempre sabía cómo hacerlo sentir con solo llenarlo una y otra vez con su magnífico miembro. Oh, en serio eso no era de su mundo.

Jungkook blanqueó los ojos antes de que tocara el placer máximo y su semen saliera a chorros, manchando tanto su abdomen como el del contrario.

—L-lo siento— logró decir.

—Oh, te dije que te contuvieras un poco más— siseó V aún con su fuerte agarre en los muslos del pelinegro y su pene dentro de su agujero—. No me gusta cuando me desobedeces.

Jungkook jadeó. Sabía lo que vendría.

—Vas a aguantar para V, ¿crees poder hacerlo, conejito?— preguntó el ángel para después dar una embestida dura y precisa.

—A-ah— balbuceó el humano.

—¿Sí o no?— dio otra embestida.

—S-sí.

—¿Cómo le gusta a V que le digas cuando desobedeces?

El pelinegro jadeó cuando el ángel sacó todo su pene de su interior y lo dejó elevado, con solo la punta del miembro tentando su entrada. Dios.

—S-sí, mi señor.

—Qué buen chico— y con un movimiento preciso, enterró de nuevo su larga erección en el interior del humano, sacándole un grito de sorpresa, dolor y placer que lo dejó viendo nublado—. Tan bueno para mí.

Jungkook podía asegurar que ese era el paraíso. No le importaba si alguien le dijera que eso no existía, o que el verdadero paraíso era muy diferente y sin tantas sensaciones. Para Jungkook estar ahí, con ese ser misterioso mientras golpeaba una y otra vez su próstata sacándole lágrimas de placer, era la definición exacta del cielo.

Oh, si tan solo ese tonto humano supiera que estaba siendo tocado por una parte de él. Una muy importante.

—Siempre te sientes tan bien para mí— se regodeó el ángel apretando las redondas nalgas del pelinegro—. Tan perfecto.

Jungkook estaba en el apogeo de su éxtasis, si eso tenía sentido. No quería volver a su aburrida vida afuera de ese lugar oscuro que se volvía abrazador cada vez que V lo tocaba.

Y por más que el humano deseara y pidiera por quedarse en ese sitio desconocido siempre que sus encuentros con ese ser terminaban, su triste realidad volvía a aparecer ante sus ojos cuando los abría, como si todo hubiera sido un sueño demasiado lúcido.

Pero Jungkook sabía que no era un sueño. Las marcas y la energía del contrario quedaban impregnadas en él por menos tiempo del que quisiera demostrando lo contrario.

Un gruñido grave lo devolvió a su realidad momentánea, viendo cómo, igual que todas las veces en que V lo follaba, este parecía empezar a brillar, indicando que estaba apunto de llegar a su orgasmo.

La sola idea de sentir una vez más esa energía tan fuerte y abrumadora del ángel en él lo excitó aún más.

—M-más rápido, mi s-señor— gimió.

—Como gustes.

Y siguiendo los deseos del humano con el que se había encaprichado, V empezó a embestir de manera certera y profunda, tocando el punto dulce de Jungkook, y aumentando el poder que su cuerpo exudaba.

Eran un manejo de gemidos, rasguños, sudor y lujuria. La energía del ángel recorrió el manojo de nervios que era el cuerpo de Jungkook como si de un río se tratara. Su venas inundándose con ese poder que lo volvía loco. En serio estaba en el paraíso.

Con una última embestida, ambos tocaron el éxtasis y el interior de Jungkook fue llenado por el espeso semen del ángel, una sensación que el humano solo había podido sentir una vez en su vida, pero que agradecía tener la oportunidad de poder repetir.

Los fluidos del pelinegro una vez más habían manchado ambos cuerpos, pero no les importaba, aún estaban consumidos por todas las sensaciones que habían experimentado.

—Te sientes tan... cálido— suspiró Jungkook antes de enrollar sus piernas y brazos en el cuerpo esbelto del contrario, aún con su interior siendo llenado por el pene y semen de V.

—Uh, lo siento— el ángel lo abrazó y salió cuidadosamente de su entrada—. Me dejé llevar.

—Tranquilo— logró formular el pelinegro con la cabeza apoyada en el hombro del más alto, luchando contra sus ojos que se estaban cerrando por sí solos—, te sientes... tan— suspiró—, tan bien.

V sintió cómo el peso del humano incrementó un poco en sus brazos. Se había dormido.

—Dulces sueños, mi pequeño.

NEFILIM - KTH & JJK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora