16. Zidian

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Cuando a Nie Huaisang le llegaron las noticias de que el líder Jiang había sido herido de gravedad no dudó ni un instante en avisar a su hermano que iría a verle. Dejó Qinhe prácticamente él solo, únicamente llevaba su abanico y su sable, a petición de Mingjue. El camino fue bastante caótico, ni siquiera logró recordar la mayor parte, en su mente estaba Cheng y la necesidad profunda de estar a su lado.

Cuando llegó a Yunmeng se dio cuenta de que le esperaban. Los discípulos de Wanyin le habían llevado rápidamente a su cuarto, donde estaba el líder recostado y febril. Había sido una bestia gigante y peligrosa, le habían dicho, iba a matar a sus discípulos, pero él se interpuso entre la vida de sus estudiantes y las fauces de esa bestia.

- Era venenosa, el antídoto ha sido suministrado, pero... - aquella discípula guardó silencio.

- ¿Qué cosa? – la voz de Huaisang temblaba un poco.

- No sabemos si la fiebre bajará, Zidian no nos deja acercarnos al líder – Nie Huaisang había notado la presencia de tan volátil arma. Líneas púrpuras rodeaban el cuerpo de Cheng, como si no confiara en nadie para cuidar de su dueño – Abrimos las ventanas para que el aire fresco ayude, pero no vemos mejora –

El Nie asintió con la cabeza y se acercó un poco a Wanyin. Tenía sentimientos por el líder, y eran correspondidos, aunque debían ocultarlos de los demás. Creía, tenía esperanzas, de que Zidian le reconociera y le dejara acercarse lo suficiente para poder curar esa fiebre.

Y así fue. El arma dejó de emitir las eléctricas líneas alrededor de Jiang Cheng y dejó que Huaisang palpara la frente del hombre. Estaba ardiendo y no parecía ser capaz de sudar para refrescar su cuerpo. Ordenó que trajeran un balde de agua fría.

Pasó la noche cambiando el paño de la frente de Cheng bajo la atenta, pero no juzgante, mirada de los discípulos Jiang. Y en algún momento de la madrugada, cuando comenzó a refrescar el pecho de Wanyin, una zigzagueante arma se trepó a su mano y se resguardó en su dedo. Zidian acababa de reconocerle también.

Jiang Cheng despertó abrumado, sus pesadillas estaban acompañadas de los gritos de Huaisang. La parte razonable de él le decía que el Nie estaba bien, estaba a salvo con su hermano en Qinhe, pero la parte humana y anhelante le obligaba a despertar. Su paciencia se terminó cuando un bulto en su pecho le impedía levantarse. Obligó a sus ojos a abrirse y a su mente a limpiarse, hasta que logró ver el rostro de A-Sang. Con un suspiro de alivio acarició la mejilla fría del Nie, quien tenía una mano recargada sobre su hombro. Y en esa mano estaba Zidian.

Sonrió tranquilo, sabiendo que si algún día se iba... Zidian protegería a Huaisang.


ChengSang/SangCheng Month!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora