Capítulo I

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Aún recuerdo cuando la pequeña caja junto a una carta elegante llegó a mi en la reunión de los líderes de paz, en el antiguo desierto del Sahara. El líder del clan de los vampiros, señor Alexandru Vladislal personalmente la entregó. La caja era un poco antigua pero bien preservada con una delicada  y suave tela color vino -muy delicado aún para esos ellos-, conteniendo un anillo de oro con pequeños diamantes de color rojo dentro. En ese momento le arrebate la carta y la caja de su fría y delicada mano, no dije nada al respecto, no había nada que decir, todo el mundo sabe que esto era más por diplomacia, que por un romance. Dios que asco, siento ganas de vomitar mientras camino pensando en que pasaré los próximos años de mi vida atada a mi peor enemigo. No, mejor matenme. Mientras caminaba iba observando la caja con tanto odio, no era esto lo que tenía planeado para mí, pero si con esto detenemos las matanzas y más de mis hermanos en armas, que son los que más han sufrido. Diablos, quiero pensar que es un mal sueño, que despertaré en mi cama años atrás antes de que explotara en nuestras caras la guerra contra los vampiros. Sin embargo, ya no hay vuelta atrás, igual que ese recuerdo, vuelvo a la realidad en la que estoy terminando de armar mi bolsa... no hay mucho que llevar al castillo de Vladislav. Solo llevaré algunas ropas para el frío.

Nuestro clan, el clan humano, se encuentra en el centro de África, debajo de las ruinas de un antiguo monumento hecho de tierra cocida y reforzada con hojas de palma. Dicha ruina data del siglo III, me sorprende que la edificación no se haya hecho nada luego de la guerra, una que otra columna quedó intacta pero las paredes están hechas un montículo de arena que el viento se lleva de vez en cuando. Según los ancianos del lugar mencionan que cada día un poco de tierra es llevada por los fuertes vientos y dentro de pocos años terminará siendo nada siendo enterrados por lo que queda. Yo la verdad no creo mucho en lo que dicen los ancianos, muchos de ellos han sufrido y luchado tanto que sus mentes no funcionan igual.

Me giro para verme en el pequeño espejo de mi habitación, y mi vista va directamente al collar donde cuelga el anillo de compromiso. Duro unos cuantos minutos pensando, mi mano quiere tocar dicho artefacto brillante y delgado en mi cuello, lanzarlo o quemarlo, pero detengo su camino. Vuelvo a la realidad ocultando dicho artefacto y pensando en  el cambio que ha dado el mundo en los últimos treinta años, desde descubrimientos de los chupasangres, bombas de químicos que convirtieron humanos en licántropos y hadas, maremotos, terremotos, tornados, hasta guerras por territorio. Y ya saben quienes terminamos perdiendo terreno, obviamente nosotros, poco a poco íbamos perdiendo a nuestros seres queridos, municiones y armas. A inicios de la revolución teníamos como dar la cara ante estos seres que creíamos fantásticos, pero con el paso de los años, fuimos perdiendo territorio y poder. Tenemos lo suficiente para sobrevivir luego de un pequeña disputa contra los vampiros, antes de su actual líder.  La tierra cambió completamente con el movimiento de los continentes como con su ambiente. Giro hacia mi catre para terminar de recoger.

Un viento fresco recorre los pasillos subterráneos y llega a mi habitación. Eso me da a entender que está haciendo un buen clima fuera. De seguro que alguno de los chicos subirán a jugar dodgeball o tomar un poco de aire fresco. Termino de empacar algunos de mis libros favoritos y la fotografía de mi familia. Hace varias semanas atrás Sir Vladislav envió a su "niñera", digo su mano derecha con tal de llevar parte de mis pertenencias al palacio, con el fin de que tenga objetos de mi hogar conmigo. Parte de mis pertenencias se quedarán acá con mi hermana y solo lo esencial al palacio, unas cuantas armas, cuchillos de plata, etc. No es que me sienta emocionada de estar rodeada de vampiros, pero haría lo que fuese por mantener la paz y no más muertes entre mi gente.

Escucho como unos pasos se van acercando en lo que termino de guardar todo en la bolsa, es la ventaja de vivir tanto tiempo en un lugar debajo de tierra tus oídos se agudizan. Me acerco al estante y tomo entre mis manos otro retrato de mis padres con mi hermana en un parque cuando éramos niñas. Ha pasado mucho tiempo desde ese suceso, una lágrima escurridiza se escapa por mi rostro y la detengo al pasar por mi mejilla. Si estuviesen vivos para ver que la paz pudo ser posible, estarían muy felices por mí como líder, en ese momento una pequeña sonrisa escapa de mí, sin embargo su felicidad duraría poco al saber que dicha paz es por medio de un matrimonio arreglado y con mi enemigo. Los extraño tanto. En ese momento paso mis dedos por su imagen.

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