Capítulo IV

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Mi cuerpo se paraliza por pocos minutos antes de llegar al salón donde se escucha música tocar, tomo unos momentos para respirar y luego me obligo a moverme. Mientras bajo me sostengo de un barandal de metal para no caerme en lo que bajo las escaleras.

La vista de todos los presentes está en mí y hace que mis pasos al bajar sean más sonoros. Al llegar al último escalón me recibe Costel, el color de sus ojos lo delatan. Está usando un chaleco de estilo victoriano color azul marino de terciopelo, que mostraba sus músculos bien trabajados y mostraba parte de su pecho. Unos pantalones de color negro y botas zapatos a juego con el pantalón y su máscara es negra. La música vuelve a sonar y es como si todos los presentes volvieran a la vida con ella. Costel me dirige al centro del salón, inclina un poco su cabeza para iniciar el baile: toma mi mano con la suya, la cual se siente fría. Posiciona esta en mi espalda lo que hace que por pocos segundos sienta una pequeña sensación por mi piel por encima del vestido.

Giramos conforme va la música, me siento incómoda por como bailamos ya que hacía años desde que esto comenzó que no bailaba, sin embargo, Costel hace que se vea natural. Observo como los sirvientes en ropas de color olivo que cubren sus cuellos y muñecas sirven copas de bronce especiales. Estas copas tienen una base de metal que crean el tallo y las hojas de una rosa; y el cristal es de rojo crimson parecido al color de la sangre. Otras bandejas que pude ver eran con alimentos; parece que hay humanos invitados, eso me alegra un poco -saber que no soy la única humana acá-.

- ¿Se siente un poco incómoda con mi presencia, mi señora? - pregunta Costel en voz baja.

- Sarah, mi nombre es Sarah- respondo cortante.

Sonríe un poco antes de responder:

- No es necesario que te pongas tan cortante. Si puedes hablar y ser sarcástica sobre lo que soy, ¿Por qué yo no puedo mencionar sobre tu futuro estado? - menciona Costel con un poco de molestia en su pregunta.

- En mi caso, no me gustan los formalismos. Soy Sarah y ya, sin importar la posición en la que esté. - menciono seria.

- ¿Entonces, si está bien ser sarcástica sobre lo que soy alrededor de un gran grupo de vampiros? - sonríe y sus ojos brillan sobre la máscara.

Antes de poder responderle alguien toca el hombro de Costel, un caballero de tez blanca casi llegando al marfil. Sus ropas de color gris oscuro y unos zapatos negros. Algo que destaca mucho en él es su pelo rizado medio alborotado y de color castaño. Su máscara le tapaba el rostro completo. Costel inclina su cabeza hacia ambos dando por terminada nuestra pieza y se aleja del lugar. El caballero ahora frente a mí inclina su cabeza, extiende su mano y no muy segura de lo que hago; la acepto. Comenzamos a bailar por el salón, sin embargo, hay algo en él que me da mala espina. Así que empiezo hacerle varias preguntas:

- ¿Me puede decir su nombre? - le pregunto, pero este no responde.

- ¿Quién es usted?, ¿Le he visto en alguna parte? - continúo, aún sin respuestas.

El caballero me hace girar y al recibirme inclina su cabeza por detrás de mi oreja como si me estuviera oliendo. En ese mismo instante, camino fuera del salón con tal de alejarme de él. El caballero llega rápido, me agarra del codo y me impide continuar. Me suelto de su agarre e intento irme por otro lado, pero vuelve y me obstaculiza el camino. Estoy a punto de perder la paciencia y pienso si es necesario sacar un cuchillo que tengo guardado debajo del vestido. El joven hace intento de pedir disculpas, pero mi paciencia se agota.

Me dirijo hacia las escaleras, pero vuelve y me detiene, esta vez extiende su mano señalando hacia un pasillo al lado de los escalones. Con dudas giro un poco mi cabeza, en ese momento las personas se hacen a un lado para hacer pasar a Alexandru. Me giro por completo frente a él, usando un pantalón gris oscuro, una camisa holgada blanca junto a unos zapatos negros. Su pelo de color caoba peinado hacia atrás y sin máscara. Miro hacia atrás esperando ver al irritante joven, pero ya no está.

¿TE ATREVES A AMARME?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora