Capítulo II

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Una mano fría toca mi mano y me voy despertando de a poco, el piloto anuncia que pronto estaremos llegando a nuestro destino. ¿Qué extraño?, ¿En qué momento me dormí?

- Bienvenida a nuestra morada- menciona Ciobanu con una cordial sonrisa desde su asiento.

Me desestreso y observo por la ventanilla como la oscuridad se ha hecho presente y pequeñas luces iluminan las calles de su región. Se pueden observar pequeñas casas algunas totalmente destruidas con colores oscuros y demacrados, otras casas se ven no tan destruidas con una que otra persona protegiéndose del frío, algo curioso de esta región son los árboles; los de la ciudad están totalmente secas, sin vida ni fruto, iguales a los de la mayoría que habitan acá, pero los que rodean la misma se ven altos, con tanta vida y todos vestidos de una tela blanca, es extraño. Más adelante pude ver varios monumentos antiguos rusos. Uno de ellos parecido a un arco por su curva y estructura, luego de la guerra no parece el mismo, solo algunas columnas del mismo quedaron en pie y cubierto de nieve y tierra. Uno de los más deteriorados que pude ver desde el aerodeslizador parecía un palacio por su gran estructura y amplitud, ahora es un refugio y cultivo con una columna en el centro.

Mientras más observo la ciudad en lo que llegamos a nuestro destino, un pequeño sentimiento de orgullo va naciendo en mi interior al saber que provocamos algo de daños en su región durante la guerra, pero no es tan grande dicho sentimiento al darme cuenta que aun así estos malditos chupasangre lograron sobrevivir y estar adelantados en ciencias, más que en nuestra región.

- ¡Hogar, dulce hogar!- musita Ciobanu.

Luego de escucharle puedo ver un enorme castillo que parece haberse mantenido intacto después de la guerra. Tiene un elegante color marfil en las paredes cubierto de enredaderas por todo el techo junto a gran parte de sus columnas y paredes, de tono achocolatado decoran los grandes ventanales y decorados en diversos tonos de beige. Me sorprendo por lo hermoso que es. Es como si los años no le afectaran.

- ¿Es hermoso no cree? - dice Ciobanu mirando por la ventanilla por igual.

- El castillo de Drácula es mejor - digo sarcásticamente mientras cruzo los brazos.

Ciobanu se ríe por lo bajo mientras baja la cabeza negando.

Aterrizamos en la parte de atrás del castillo. Antes de salir Ciobanu me ofrece un abrigo, yo me niego, este insiste al decirme que el invierno de Rusia se ha vuelto más crudo que antes, ante lo dicho por él entonces acepto. Al momento de abrir la puerta del aerodeslizador una gran brisa inunda el interior del mismo y entiendo lo que dijo el vampiro aquel. Al salir me encuentro con dos filas de soldados con tres soldados a cada lado haciendo el saludo militar. Bajamos y pasamos por los soldados Ciobanu está delante de mí por unos cuantos pasos.

Al fondo se encuentran unas puertas de hierro dobles abiertas de par en par, de allí salen una señorita de unos 20 ó 25 años de algunos 5 pies con piel de porcelana, sin embargo sus mejillas mostraban color por el frío, sus ojos marrones y sus labios delgados. Su pelo rojizo recogido en un peinado casi perfecto, un abrigo negro grueso que la cubre casi por completo y debajo del mismo se puede observar un vestido de cuerpo completo de color verde aceituna junto a unas botas negras. A su lado un señor obviamente vampiro de algunos 5 casi 6 pies, con muchos músculos que se veían a través de su ropa, su pelo negro como la noche corto hasta su cuello se extiende por su rostro de forma abundante y elegante barba. Este llevaba solo una chaqueta de cuero gris oscura, unos pantalones de igual color y unas botas. Algo que obviamente si fueses humano no usarías con el frío que hace fuera.

Al llegar a ellos la señorita se inclina y el señor inclina la cabeza.

- Sarah, te presento al señor Neumann, es el mayordomo general del castillo y a tu sirvienta personal Adela. Esta estará a tu entera disposición en lo que necesites - dice Ciobanu.

¿TE ATREVES A AMARME?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora