Capítulo Setenta y uno

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CAPÍTULO FINAL

No dije nada, sólo tragué saliva intentando deshacer el nudo que me asfixiaba la garganta y me di la media vuelta, dejándolo allí, mirando cómo me alejaba. Si él de verdad me quería no iba a dejarme ir, pero yo Necesito tiempo para pensar qué hacer. 

Me decía que él y yo éramos lo correcto, pero ¿cómo estar segura de ello?  ¿Lo correcto era pisotear el ya destrozado corazón de Sharon? ¿Vivir con la culpa comiéndome por dentro?  ¿O qué era lo correcto? Sentía que la cabeza me explotaba. 

Tomé un taxi para ir al hotel, pero en realidad le pedí que me llevara al parque central. No tenía ganas de encerrarme en un cuarto sofocándome a mi misma. Tenía que despejar mi cabeza, ordenar mis ideas, es que no había acabado cuando me fui de Venecia, el corazón roto de Sharon me seguía persiguiendo incluso más que Noah. Pero, ¿no era lo que quería?  ¿Tener a Noah para mí y que él me quisiera?  Pero, ¿qué tanto me quería? 

Bajé del taxi y caminé hasta alguna banca vacía, esto no era como los parques de Venecia, pero sí muy parecido. Ubiqué una no muy lejos y al llegar hasta ella me senté, el frío metal me hizo estremecer la piel al contacto. 

Me llevé las manos a la cabeza cuando el aire me acarició en un soplo. Podía ver a Noah en mi futuro, pero Sharon era parte de toda mi vida; allí estaba ese maldito dilema de nuevo, ¿es que nunca iba a terminar?  ¿Había una solución acaso? 

Sollocé en silencio, ¿qué era lo que yo quería?  Quería ser feliz a lado de Noah y daría mi vida por compartirla con él. Pero el fantasma de Sharon seguía allí y eso no me dejaba avanzar nada. Aunque Sharon ya estaba muy lejos, ¿no? ¿Qué podía perder ahora? pero, ¿de verdad valía la pena? 

Quería saber qué tanto me quería Noah, si me amaba como yo lo amaba a él y sí esto valía el riesgo. Se hizo tarde, entre cavilaciones y dilemas, el silencio pintó su ocaso; supe que era mejor irme ya. Y aunque había pasado el tiempo, no quería pensar en que Noah, quizás esta vez hubiera dejado de perseguirme, ¿y si lo hizo? 

Ya no podía con tantas dudas, mañana regresaba a California y si Noah no apareciese de nuevo, entonces no le importaba tanto como decía. Tomé otro taxi para que me llevara al hotel, siendo ya las ocho treinta de la noche. Rogaba al cielo por una señal, lo que fuera, algo que me indicara que correr el riesgo valía la pena. Algo que me dijera que Sharon estaría bien fuera cual fuera mi decisión. 

En ese momento pensé en algo que no me había pasado por la cabeza: Jay. Pero al instante de cavilar su nombre en mi mente, un puñado de preguntas aparecieron como reacción secundaria. ¿Noah estaría enterado ya de que su hermano está enamorado de Sharon? ¿Jay seguirá enamorado de Sharon? ¿Qué hizo después de que fue tras ella la vez que...? ¿Qué habrá pasado con ellos ahora? 

Lo ultimo que supe fue lo que Vale me había contado, pero eso no respondía mucho. Nada en realidad. 

— Aquí es — le señalé al taxista al ver el hotel. 

Pagué y luego me bajé del auto. Había dejado transcurrir varias horas. No sabía qué había sucedido con mi exposición, con Noah, no sabía nada. 

Me reí de pensar que las dos veces que presentó la exposición he huido sin estar en el final.  Pobre Jesse, tenía que recompensarlo de alguna manera. Subí hasta mi habitación, con el plan de llamarlo. Él era mi único informante de todo. Pasé la tarjeta para abrir la puerta y la calidez de mi habitación me invadió al instante. 

El Manual De Lo Prohibido |Noah Beck|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora