Capítulo Cinco

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Maratón 3/3

— Vamos, sé que conociste a alguien, tus ojos me lo dicen — insistió, con la sonrisa aún más amplia y los ojos chispeantes de curiosidad.

— Pues, amm... sí y no — farfullé.

— ¿Sí y no? ¿Cómo es eso?

— Bueno, conocí a alguien que a decir verdad, me deslumbró; pero...

— ¿Pero qué?

— Pero, no puedo decir que sea ese "alguien especial" — hice las comillas con mis dedos.

— ¿Por qué no?

— No creo en el amor a primera vista, lo sabes — sacudí la mano, como restándole importancia al asunto.

— Sí; ¿pero sabes? Con Noah fue amor a primera vista — sonrió, como si de pronto se hubiera perdido en el recuerdo — . ¿Tú dónde conociste al chico? — preguntó de repente.

— Emm... en... — vacilé, mientras buscaba algún lugar ideal — en el avión.

— ¿Se sentó junto a ti? — la curiosidad de Sharon parecía nunca terminar.

— Mmm... — recordé entonces cuando Noah se sentó a mi lado en el piso del pasillo, reí — algo así.

— ¿Quieres contarme?

— No en realidad, no tiene demasiada importancia, Sharon. Era sólo un chico atractivo, cuántos más no hay aquí.

Y era cierto, porque para empezar, Noah sólo era una cara bonita entre muchos otros rostros en toda Venecia y además, no podía inventarme una historia acerca de otro chico sólo por no tener el valor de decirle a Sharon que su novio me parecía lo más atractivo desde que había llegado a Venecia.

Pero eso en mí no era normal.

— Estoy realmente cansada, Sharon. Dime ¿dónde está mi cama?

— Habitación — corrigió ella y luego sonrió —. Justo allá — señaló hacía la derecha, apuntando una puerta de madera, blanca.

— Gracias. Mañana será un día fenomenal, mañana que no esté tan cansada.

— Que duermas bien, ¡Wow! No puedo creer que estés aquí — lo último pareció que se lo dijo a ella misma — ¡Te quiero!

— Y yo a ti. Buenas noches.

Arrastré las maletas hasta el pequeño cuarto que sería mi habitación y luego me interné en el. Era de tamaño medio, ni tan grande ni tan pequeño. Ideal para mí. La cama estaba al otro extremo de la puerta, contra esquina; cerca de la ventana, y había un pequeño escritorio a lado derecho y un armario enfrente de la cama y del escritorio pequeño. Saqué de la maleta más pequeña el estuche donde traía mi cámara, y tomé una foto de la habitación. Aventé luego las maletas en alguna parte de la habitación y puse con cuidado la cámara en su estuche y lo coloqué sobre el escritorio, estaba demasiado cansada como para ponerme a acomodar la ropa justo ahora.

Me acosté sobre la cama y coloqué las manos bajo la cabeza, entonces me puse a pensar en todo lo ocurrido durante el día, y el rostro que había traído a mi memoria, era tan bello como el de un ángel, pero, un rostro que no me pertenecía. Pero, ¿porqué había pensado en él? En la idea de que Sharon y Noah no se conocían lo suficiente como para decirse Te amo; me reí por lo bajo al descubrir que lo que yo tenía ahora era envidia, desde Dennis sólo idiotas habían figurado en la lista de mi corazón, y hora Sharon había encontrado a alguien que no parecía, y yo le tenía envidia. Volvi a reír. Qué patético. Pero lo cierto era que detrás de aquella risa burlona había una palpable preocupación, el corazón de Sharon no podía volver a romperse por segunda vez en una forma tan desastrosa como la primera. Allí figuraba mi miedo.

O eso creía yo.

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El Manual De Lo Prohibido |Noah Beck|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora