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TW ⚠️// drogas.






14 de abril de 2012

Tras finalizar sus estudios y haber conseguido algo de experiencia laboral, Gustabo y Horacio, que aún escondían sus identidades tras la faceta de James y Joe, decidieron empezar una nueva vida, otra vez, en un pueblo a dos horas de donde solían vivir.

Comenzaron a trabajar en una inmobiliaria, sirviendo cafés y limpiando pero todo cambió en cuanto conocieron a un policía y ems infiltrado llamado Aiden.

Este junto a su superior, al ver el carisma de ambos muchachos de casi 20 y casi 19 años de edad, los contrataron como sapos y se solían dedicar a hacerse pasar por clientes de vendedores de droga que rondaban por la ciudad.

Las luces neón le dejaban ciego y la música le impedía cumplir su misión con éxito.

Desde que comenzaron una nueva vida en otra ciudad, Horacio se había aceptado más a si mismo y se volvió mucho más seguro y confiado. Ahora lucía una cresta color verde y aunque normalmente sus ropas fueran de lo más extravagantes, en esta ocasión usaba una chaqueta militar a juego con su color de pelo acompañada por unos jeans blancos.


Su misión era espiar la conversación que su hermano tenía con cierto camello y asegurarse de que nada malo pasara y de que nadie los estuviese vigilando.

En cambio, Gustabo se volvió mucho más carismático y bromista. Ya lo era antaño pero ahora al tener menos problemas se permitía estar menos a la defensiva, a parte de que esa faceta le ayudaba a la hora de conseguir lo que quería.

Usaba una camisa de botones negra y charlaba tratando de ganarse la confianza del sujeto delante suyo, cosa que estaba funcionando.

El sabía que estaba siendo vigilado por Horacio y hacia todo lo que podía para no girar la cabeza en su dirección como acto reflejo.

El hombre sentado en frente de el, pidió al camarero que trajera una botella para compartir ambos y Gustabo bebió para no parecer sospechoso, pero se aseguró de beber a un ritmo más lento y menos que su víctima.

-¿Y que hacen a esas pastillas tan especiales?-

-Pueden dormir a cualquiera en menos de un minuto, pero eso más que una droga parece un arma de defensa.- el hombre rebuscó en su bolsillo y escondió la pastilla envolviéndola en una servilleta, para después pasársela con disimulo al rubio. -Se disuelven con liquidos. Ten, te doy una dosis para que la pruebes y si luego te interesa, me contactas.-

Lo que el hombre no sabía, es que la conversación estaba siendo grabada con un pequeño micrófono en uno de los pendientes del rubio.

Los dos agentes amigos del dúo y únicos en saber de la infiltración de estos, escuchaban el audio en directo desde un patrulla entre unos árboles a las afueras del local.

En un descuido del hombre, Gustabo metió la pastilla recién entregada en una botella de cristal que cerró con disimulo.

Ambos hombres salieron del local y fueron a la parte de atrás de este para sellar un contrato. Mientras que el ojiazul le entregó dinero que la policía le había dado para seguir la tapadera, el camello sacó un frasco de su riñonera con varios gramos de coca y varias pastillas ordenadas por el rubio.

-Un placer hacer tratos con usted- Gustabo sacó dos botellas de cerveza y le entregó una al hombre. -Tome, un último trago antes de irnos.-

El sujeto ante la amabilidad y la confianza que por alguna razón su cliente le transmitía, aceptó gustoso. No sabía el por qué pero tenía ganas de hacer todo lo que este le pidiera.

Apoyándose en la pared, bebió un poco y de repente sintió una punzada en su costado izquierdo que le hizo caer al suelo.

-Horacio, no hacía falta, la bebida ya tenía una pastilla.-

El más alto había tomado una extraña manía que trataba de apuñalar sujetos.

-Bueno, no se levantará.-

Entonces el patrulla se acercó y se llevó al hombre del suelo, que no volvería a ver la luz hasta muchos años después.

Where you at? || Gustabo & HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora