XI

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[Parte 2]

-¡Min Ki! ¡Deja de pisarme el pie!

-¡Eso trato, idiota! -Comentó apenada mientras el australiano se reía.

Después de dos canciones los dos jóvenes seguían bailando, bueno, solo Jake porque en el caso de Min Ki era un intento de baile. La coreana al no tener muchas amistades con quien pasar el rato en esas aburridas fiestas, jamás había tenido la oportunidad de bailar apropiadamente y hasta incluso se podría decir, que no sabía como hacerlo.

-Hey, mírame. -La chica levantó su vista hacia su amigo. -Solo concéntrate en mí y yo guiaré para que no te tropieces más, ¿de acuerdo? -El joven tomó con delicadeza la cintura de la contraria, quien se tensó por el toque del chico. Luego tomó su mano y Min Ki puso la que le sobraba en el hombro de Jake.

-No me había fijado que eras tan alto. -El chico solo rió. -¿De qué te ríes, tonto?

-Es que tú eres muy baja, linda. A cualquiera yo le parecía alto si todos midieran... ¿1.56 cm? -Min Ki lo comenzó a pisar con más fuerza ganándose la sonora carcajada del chico.

-Si vas a seguir molestando puedes ir a bailar con esas otras chicas por allá. -La pequeña coreana se había percatado desde hace un momento de un grupo de chicas que miraban embobadas a su amigo. -Estoy segura que estarían encantadas de que te les acerques, adiós.

El australiano rápidamente tomó de la cintura a la contraria y dándole vuelta, ella quedó cerca del pecho de Jake. -Pero yo sólo quiero bailar contigo, no me interesan las demás Kinnie. -El chico la apretó un poco más contra él. -¿Entiendes?

-¡No te me pegues! ¡Aléjate, Shim! -Avergonzada se soltó de su agarre.

"¡Porqué haces esto, Jake! ¿Qué no notas mi nerviosismo cuando estoy junto a ti?"

Jake la miró enternecido por las notables mejillas sonrojadas de su amiga. Se juntaron de nuevo y empezaron a bailar, hasta que la entrada de unos ciertos músicos los distrajo.

-Dime que no es verdad... -Min Ki no podía creer lo que veía.

Sus padres habían contratado a una orquesta de trompetas, pianos, arpas y lo que dejó sorprendida a la chica, violines. "¡A mí no me dejan tocar el violín! ¿Pero sí a unos extraños?" pensaba cada vez más molesta. Sin embargo, una idea apareció en su cabeza.

-Jake, ahora vuelvo.

-¿Min Ki? ¿A dónde vas? -La coreana sólo lo miró divertida. -Por favor, no hagas una locura. -Trató de frenarla tomándola del brazo.

-Hey, todo estará bien. -Dió un pequeño toque a la nariz del chico. -¿No confías en mi, Jakey? -Sonrojado por aquel apodo que le había dicho la chica, asintió sin parar. -Espera un momento y verás el show. -Dicho esto, Min Ki desapareció de su vista.

Diez minutos, veinte minutos... ¿Dónde se había metido la coreana? El australiano había pensado en buscar a su hermana y a su amigo, pero un sonoro ruido llamó la atención de todo el mundo.

-Oh my god... -Jake miró a su amiga con una ropa totalmente diferente a la que tenía antes y estando parada sobre el escenario, junto a su violín. "Si vas a hacer lo que creo que es, estás completamente loca Choi Min Ki..." el chico no paraba de sonreír expectante a lo que haría ella.

Emperor Waltz de Strauss se comenzó a escuchar por todo el salón. Como si fuera un solo, Min Ki se movía con delicadeza y gracia junto a su violín llamando la atención de todos los presentes, incluidos sus padres. Sam y Hee Seung se acercaron hasta Jake y le sonrieron, sin duda alguna la amiga de Jake tenía demasiado talento. Sin embargo, la pequeña coreana no logró acabar la pieza debido a un fuerte grito masculino.

-¡Choi Min Ki! -Su padre estaba completamente rojo por la ira que sentía. -¡Baja de ese escenario en este instante! -Poco más y parecía que los ojos se le salían de su rostro.

-¿Qué? ¡Por supuesto que no! -La chica lo miró seria. -¡Es hora de que todos sepan de lo injustos que son ustedes conmigo! -Los invitados empezaron a especular. -Siempre se han negado a que practicara violín, pues bueno, temo decirles que ya todo el mundo se enteró del talento que tengo. Claro, si es que trataban de ocultarlo. -Bufó sarcástica.

-¡Es todo! ¡Seguridad! ¡Bajen a mi hija de ese escenario! -Cuatro hombres corpulentos se acercaban hasta la coreana, pero su amigo fue más rápido.

-¡Min Ki! ¡Salta! -Y como de película, la chica saltó a los brazos de Jake quien la atrapó como princesa. -¡Sam! ¡Hee Seung! ¡Nos vemos en el café! -Los mencionados asintieron y salieron tomados de la mano de la gran mansión.

-¡Choi Min Ki! ¿Adónde vas? ¡Hija vuelve aquí! ¡Seguridad, atrapen a esos cuatro jóvenes! -Pero ni caso, los chicos se habían escapado dejando a todos los invitados impresionados con tal escena.

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Classes for you | Shim JakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora