Prólogo

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La innecesaria tensión en el aire era más que evidente.

Dos equipos AMBU de la misma aldea, uno de tres integrantes y otro de cuatro, uno frente al otro, intercambiando los pergaminos sellados luego de una rigurosa inspección para asegurarse de que, efectivamente, no eran impostores.

Pero dos en especial, de equipos opuestos, parecían estar más tensos que los otros cinco.

Era más que evidente, al menos para ella, que el de la máscara de gato mantenía su vista fija sobre su persona.

Interiormente gimió, sabía que la había reconocido y lo que quería, podía negarse en ese momento si quería, pero eso solo haría que las cosas peores cuando estuvieran de vuelta a la aldea.

De mala gana bajó un poco sus defensas y miró hacia donde, se supone, estaban sus ojos y de un momento a otro todo era oscuro, iluminándose de poco a poco constante a su lento y elegante paso, había caído en su genjutsu.

Él se quitó su máscara y ella imitó su acción, no apartó la mirada de él, pues sabía que si lo hacía él se consideraría ganador de una discusión de todavía no había empezado.

Esperó a que dijera algo, pero a juzgar por su porte erguido y sus brazos cruzados, parecía que era lo que él esperaba lo mismo de ella.

Abrió la boca para decir algo, pero sin siquiera pronunciar una palabra fue interrumpida.

—Creí que habíamos llegado a un acuerdo —empezó —No tomarías más misiones...

— ¡Después de la boda! — Le interrumpió —Quedamos en que no tomaría más misiones después de la boda... además dije... que lo pensaría

—Estoy seguro de que dijiste que dejarías AMBU la semana pasada —entrecerró los ojos, tratando de intimidarla como siempre hacía.

—Yo no dije eso, ¡no-no pongas palabras en mi boca! —Parpadeó un par de veces y frunció el ceño —además no puedes impedir que cumpla con mis deberes para con la aldea

Empezó a acercarse más y ella trató de retroceder, pero había una pared que le impedía su cometido y sin percatarse ya estaba atrapada con sus brazos como barreras, impidiéndole cualquier intento de escape, aunque si quería, podía salir de su genjutsu pero, de nuevo, eso solo empeoraría las cosas.

—Hinata —la llamó con rudeza —Sabes muy bien porque no quiero que tomes misiones —le dijo apretando los dientes —No quiero ser viudo antes de tiempo

Relajó el ceño y sonrió un poco. Entendía su preocupación, después de toda una vida de perder a sus seres queridos era de esperarse que fuera precavido y un poco paranoico.

—Sasuke — mencionó su nombre con suavidad deslizando una mano sobre su hombro y la otra sobre su mejilla —voy a estar bien, no estoy sola y es una misión fácil, confía en mi

— ¿Cuándo vuelves a casa?

—Hoy mismo

Eso último pareció calmarlo un poco.

Se abstuvo de rodar los ojos.

—Estaré de regreso en tres días —le dijo —El pergamino que te acabo de dar es tuyo, es el itinerario de los preparativos para la boda

— ¿Q-qué?

Pero no le respondió, ya ni siquiera estaba dentro del genjutsu y él junto a su equipo ya se había ido.

Miró el pergamino en sus manos y reconoció el sello en él, eran los símbolos de sus clanes unidos, Sasuke lo había creado solo para ellos, para poder tener "privacidad" luego de enterarse que Naruto leía todos los mensajes que se mandaban entre ellos e incluso había utilizado algunos de esos mensajes para su proyecto personal, un libro erótico en memoria a su fallecido sensei Jiraiya.

Miró un poco más el pergamino y luego lo guardó con el pensamiento de leerlo luego. Su capitán la llamó y se pusieron en marcha a rastrear los demás rollos.

...

Estaba durmiendo plácidamente cuando sintió un fuerte golpe.

Exaltada trató de alcanzar la mesa de noche donde tenía sus kunais, pero en ese momento, al solo sentir la sabana sobre ella y lo que parecían ser unas patas de algún mueble, supo que estaba en el piso.

Como pudo se quitó la sabana de la cabeza y activó su byakugan, lista para atacar, pero se detuvo al ver a Sasuke parado frente a ella y con el ceño fruncido, los brazos cruzados y el pergamino que le había dado hace unos días en su mano.

—Lle-llegaste

—No leíste el itinerario —le reclamó.

Bueno, eso era obvio.

—No tuve tiempo —le respondió tratando de ponerse de pie y viendo su molestia, era inútil esperar su ayuda —Lo leeré ahora —extendió la mano, pero él no le dio el pergamino.

—No hay tiempo, tenemos que irnos

—P-pero, tengo que ducharme

—Hinata, te daré un minuto para bajar, sino... —pero antes de que terminara su frase ella ya había corrido al baño, sabía cómo era Sasuke y era mejor no provocarlo.

Y si iba a ir por ahí en pijamas, al menos lo haría con buen aliento.

Poco sabía ella lo serio que era este asunto para Sasuke, y mucho menos lo difícil que sería lidiar con su prometido a partir de ese momento.

La  boda de Sasuke UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora