Invitaciones

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Como ninja, había aprendido a controlar cada nervio que pudiera existir en su cuerpo, cada emoción, cada pensamiento... en su pasado como vengador, sobre todo, no había espacio para debilidades o cualquier signo que mostrara el mismo.

Sin embargo, la boda... lo estaba destrozando.

Detalle tras detalle: problemas que tenía que solucionar porque su futura esposa era tan descuidada que los dejaba pasar todos de una forma muy desvergonzada.

¿Una fresa de más en el pastel de boda para el que había pedido, específicamente, 285? ¡Inaceptable!

Tampoco podía confiar en la bola de incompetentes que estaban encargados de cumplir con sus exigencias para lo que se suponía sería la noche más importante en su vida hasta ahora.

Por eso se encontraba ahí, en medio de su sala con toda una caja de bolígrafos felpas de trazo extra fino y tres paquetes de invitaciones de diseño único y exclusivo para su boda: con forma de la parte superior del símbolo Uchiha, exceptuando el color, que era de un tono crema muy claro y acabados en dorado.

Sí, iba a escribirlas a mano, porque, en serio ¿En quién podría confiar más que en sí mismo?

Pero claro, el destino no estaba de su lado o el karma se estaba cobrando cada vida que tomó en su pasado.

¿Por qué?

Bueno, desde que se había dispuesto a comenzar, la presencia de Hinata no dejaba de perturbarlo. Entrando y saliendo, sentándose en el mueble adyacente y mirándolo sin decir nada: de vez en cuando se ponía por detrás de él y le mensajeaba los hombros, le besaba.

Estaba siendo más empalagosa que ese red velvet que fue obligado a probar días antes.

—Sasuke —miró hacia ella.

Ahora le cortaba sus pensamientos... P-E-R-F-E-C-T-O.

—La cena está lista

¿Cena?

Miró hacia afuera, efectivamente ya había anochecido y apenas llevaba hechas las invitaciones de gente no tan importante; la de Naruto, Sakura y el equipo de Hinata... maldición.

Con un pesado suspiro se levantó y caminó hacia el comedor, donde se encontró con todo un banquete de cada uno de sus platos favoritos y un vino extremadamente caro, afrodisiaco, el mismo que había estado buscando desesperadamente en cualquier aldea donde sus misiones lo llevaran, era algo placenteramente extraño.

—Te gusta —afirmó ella con una gran sonrisa, no debía preguntarlo, estaba seguro que su rostro lo decía todo. Se dejó conducir a la mesa, sentándose en su lugar de costumbre y tomando en sus manos el, oh, tan codiciado vino.

— ¿Dónde lo conseguiste? —preguntó sin dejar de analizar na elegante botella, porque de algún modo u otro debía de ser falso.

—Tengo mis métodos —fue lo que escuchó salir de su boca al momento que le quitaba la botella de las manos, dejándola sobre la mesa y se sentaba en su regazo, haciendo que le mirara.

Lo tomo desprevenido cuando lo besó febrilmente, pero mientras ella hacia su magia dentro de su boca –porque sí, era una experta cuando se trataba de besar, una experiencia que prefería no saber donde obtuvo –el permanecía, al contrario que ella, con los ojos abiertos y miraba a todos.

Recién notaba que la luz era tenue y habían unas cuantas flores colocadas en cada superficie dentro de la habitación, en la mesa –lo que actualmente podía ver –estaba cubierta con pétalos de rosas, también podía notar otras botellas de licor que realmente no le importaban.

La  boda de Sasuke UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora