Encuentro sorpresa ( 8 )

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Reiko no pudo evitar estremecerse al escuchar tan siniestra pregunta, pero por encima de eso podía notar algo muy familiar en aquel tono grueso y ronco. Se levantó con lentitud y cautela sintiendo cómo aquella persona seguía con precaución sus movimientos.

El entorno era bastante oscuro, ligeramente alumbrado por algún que otro farol de escasa luz, pero eso bastó para que la pelicastaña reconociera aquella silueta. Una sonrisa genuina se formó en sus labios.

—¡Garou!

Aquella voz dejó helado al peliblanco por unos instantes, sin poder evitar pensar que su cerebro le estaba jugando una mala broma, y fue en ese momento de titubeo cuando Reiko se le lanzó encima, provocando que cayera de espalda al suelo, con ella encima.

Fue entonces cuando la reconoció, no había cambiado tanto desde que abandonó el dojo y encontrársela aquí no estaba en sus planes pero no podía negar que era una grata sorpresa.

—Oye, no te le lances a las personas así de repente, tonta. —Le regañó como solía hacerlo siempre, pero el frío contacto de algo húmedo sobre sus mejillas le hizo guardar silencio.

—I-idiota, no sabes cuánto me dolió regresar al dojo y encontrar a nuestros compañeros apalizados e inconscientes —reclamó golpeándole el pecho a puño cerrado, sin intención de hacerle daño— , pero lo que más me dolió fue no saber de ti en tantos meses.

—Reiko...

Verla en ese estado, con lágrimas en los ojos reteniendo algún que otro sollozo, no hizo más que encoger su corazón. Él también pensaba en ella a menudo y cómo no hacerlo si llevaban gran parte de su niñez y adolescencia juntos, entrenando, compartiendo habitación, discutiendo y molestándose mutuamente.

No encontró palabras para consolarla, simplemente la abrazó con cariño, permitiéndole recostar la cabeza sobre su pecho mientras acariciaba aquellos cortos cabellos marrones.

—Yo también te extrañé. —Se sinceró luego de un par de minutos en silencio, notando cómo la fina tela negra de su camisa de mangas largas, se humedecía lentamente— .Y me creas o no, mañana tenía pensado ir a visitarte al dojo —envolvió su dedo índice en aquellas hebras marrones de forma juguetona— ,pero me dijeron que cerró, y que tú ya no estabas ahí.

La pelimarrón levantó la parte superior de su cuerpo con el apoyo de ambos brazos, los cuales posó alrededor de los hombros de su mejor amigo.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó curiosa, mirándole directamente a los ojos.

—Alguien —desvió la vista, evasivo. Reiko comenzó a sospechar

—¿Quién es alguien, Garou? —Le interrogó levantando una ceja, esa información no se había hecho pública todavía— .Dímelo, a mí no puedes mentir, aunque quieras —aseguró sentándose en su abdomen para luego tomarlo de las mejillas y estirarlas sin llegar a hacerle daño.

—De acuerdo —accedió sin remedio, retirando de su rostro aquellas pequeñas y delicadas manos en comparación con las suyas— , pero no te enojes.

—¿Enojarme? —repitió desorientada, la única forma de hacerla enojar ahora mismo es que le hubiera hecho daño a alguien a quien aprecia. Rápidamente ató cabos— ¿A quién golpeaste?

—Charanko —murmuró sin ápice de culpabilidad, fue él que se lanzó a atacarlo, Garou solo se defendió y de paso le sacó información.

—¡¿Charanko?! —exclamó molesta, proporcionándole un golpecito en la frente con el dedo índice.

—Te dije que no te podías enojar.

—¿Cómo quieres que no me enoje? Si golpeaste al chico que se convirtió en mi mejor amigo durante tu ausencia.

Bajo las flores de cerezo  | Iaian |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora