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El primero en salir de la habitación fue Wong, haciéndole una seña rápida a los cinco que aún la habitaban para que se apresurasen a salir. A lo lejos podía percibirse la luz de una oficina y un murmullo de una plática acalorada, todos asumiendo que sería la siniestra mente maestra de todo aquello humillando a su trabajador. 

Al parecer, inclusive los que para él servían no se salvaban del martirio que era su presencia. 

Los cuatro menores trataban de mantener los largos pasos que el mayor de todos daba para guiarlos, tomados de las manos, formando una especie de cadena para asegurarse que nadie se quedaba atrás. 

Las manos les sudaban en frío y sus piernas temblaban, tristemente, todos creyendo que aquello no sería más que otro de sus sueños de imposible escape. 

Todo estaba transcurriendo con relativa calma, los seis caminando por esa oscura y silenciosa sala de exhibición, buscando la bendita salida de emergencia que significaría por fin su libertad y el acabose de todo su martirio. 

Pero, como Jeno venía sintiendo desde el momento en que se encontró con Nakamoto esperándolo fuera del museo, todo estaba resultando demasiado fácil. 

Y, si algo sabía, aquello no podía ser tan fácil. 

No tratándose de Moon Taeil. 

ㅡ¡Lee Jeno, socio mío! ¿Qué te trae por aquí? 

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¡Lee Jeno, socio mío! ¿Qué te trae por aquí? 

Las luces de la sala se encendieron al instante, Nakamoto, Moon y su acompañante, Dong Sicheng, sentado en el barandal, encontrándose en la segunda planta, viendo hacia abajo.  

Wong Yukhei se separó inmediatamente del grupo, sacando el arma de su cinturón y apuntándoles, su rostro pintado con expresión insensible que Jaemin no supo cómo interpretar. 

Pero sí supo deshacerse del fugaz sentimiento de calidez y casi amistad que estuvo a punto de desarrollar por el mayor. Al parecer no estaba de su lado. 

Nadie parecía estarlo. 

Por más tristeza y arrepentimiento que mostrasen los ojos de Nakamoto, de pie a un lado del perpetrador de todos sus males. 

Nadie en los que habían confiado parecían estar de su lado ni dispuestos ayudarlos. Y el único que sí lo estaba, no tenía forma de hacerlo al encontrarse en la misma situación acorralada que ellos. 

Era su fin. Estaba más que claro. 

 ㅡ¿Creíste que podías burlarme, Lee? Te lo dije fuerte y claro. Nadie gana nunca contra Moon Taeil, mucho menos siendo el rey de este juego. 

Sintió como el pelinegro se aferraba a su mano por ser quien lideraba la fila del resto de menores y notó como tragaba en seco, mirando con ojos similares a los de un cachorro abandonado al que todos creyeron los apoyaría y protegería de las garras de aquel degenerado. 

Wax [NM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora