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¡¿Qué quiere de mí?! ¡Déjeme ir!

Gritaba inútilmente. El demente hombre de traje que había orquestado todo aquello solamente se limitaba a sonreír cínicamente, viéndolo incapaz de moverse al estar atado de pies y manos arrodillado en el piso.

El hombre se mantenía de lo más tranquilo, sentado en su silla de cuero con un delgado chico en lencería sobre sus piernas, acariciándole la espalda.

Todo aquello le causaba escalofríos.

ㅡCreo que... no me has entendido, Na Jaemin ㅡhabló.

Tembló al escuchar su nombre, no lograba aún acostumbrarse a oírlo de su voz maquiavélica.

ㅡDe ahora en adelante tú me pertenecerás, serás mío y solamente mío, mi pequeña muñeca de porcelana... o mejor dicho, ¿de cera?

Una risa siniestra rebotó por las paredes de aquella oficina, seguida de un quejido proferido por el joven sobre sus piernas cuando le haló fuertemente del cabello.

ㅡSicheng... no te oí reír.

El joven ㅡaparentemente llamado Sichengㅡ rio forzosamente, notándose a leguas su intento por no sollozar ante el fuerte agarre.

Detrás suyo pudo percibir un movimiento rápido, como si uno de los guardaespaldas hubiese reaccionado ante el daño del otro chico.

ㅡ¿Hm? ¿Ocurre algo, Nakamoto?

El aludido titubeó, el menor arrodillado intentando verle de reojo y analizar toda la situación.

Hasta donde entendía, el verdadero malo de la película era ese tal  "señor Moon".

ㅡN-No, para nada, señor Moon.

El hombre crispó los labios.

ㅡEso creí. De todas formas, sus contratos fueron bastante claros, ¿no, Nakamoto? Así que puedo hacer  lo que se me plazca, ¿no es así?

ㅡS-sí, señor Moon.

ㅡGracias por confirmarlo, Nakamoto.

En aquel preciso momento no pudo evitar sentirse mal por el guardaespaldas y el otro chico, sobre todo cuando el empresario pasó su lengua por la extensión del cuello del que asumía era menor, mirando al hombre tras de sí con la malicia tatuada en sus pupilas.

Definitivamente, ese tal Moon era el peor de los peores.

ㅡPerdone que lo interrumpa, señor Moon ㅡuna voz que, hasta el momento, no había escuchado resonó. Asumía que era el otro guardaespaldasㅡ, pero ¿qué quiere que hagamos con él?

Sabía que le estaban señalando, podía sentir las miradas sobre su cuerpo. 

Lo perturbaban. 

ㅡAh, espléndida pregunta, Wong... prepárenlo. Enséñenle las reglas del juego, empezará mañana.

No los vio, pero asumió que ambos hombres habían asentido.

El hombre tras el escritorio hizo que el chico en poca ropa se bajase, acercándosele y arrodillándose para tomarle del rostro y apretarlo hasta que se quejase del dolor.

Y el menor no podía dejar de reafirmar que ese maldito Moon era un completo malnacido. 

ㅡDéjame aclararte algo, Na Jaemin, de ahora en adelante serás uno más de este estúpido museo. Te convertirás en una más de mis excelentes exhibiciones y no tienes manera de negarte o retractarte. Intenta huir, intenta ir contra las reglas, intenta moverte estando de turno y... ㅡun ademán bastante explícito que asemejaba una pistola disparando contra su cabeza le dejó bastante claro el destino que le esperabaㅡ ¿Comprendes?

Wax [NM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora