La noche del treinta y uno de octubre, Harry Potter no solo perdió a sus padres sino también la capacidad de ver al recibir el impacto de la maldición asesina.
Que tan fácil sera para un Harry de once años cargar con las expectativas del mundo mágic...
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Los días pasaban volando, tan así, que habían entrado en el mes de febrero y con el venía el día de San Valentín...
Harry se encontraba ansioso por que llegará, ya que llevaba consigo una tradición de su antiguo colegio muggle. En este se estilaba que para cada catorce de febrero todos los alumnos debían hacer sus propios chocolates para regalar.
Cuando la señorita Pam les propuso hacerlos, hubo un niño que había dicho que estos solo se regalaban a la persona por la cual sintieras algo. Con este comentario dicho, la señorita Pam les había preguntado si querían a sus amigos y padres, a lo que todos respondieron un si.
Bueno... San Valentín se debe basar en agradecer, a tus papis por cuidarte, a tus amigos por tantos juegos divertidos y si alguien lo cree correcto, a su maestra por enseñarte. Cuando sean mucho, mucho más grandes podrán darle otro significado. Pero ahora se trata de esto, del afecto que tengan por estas personas. Y que mejor que darles algo hecho por si mismo y que ellos pudieran degustar.
A Harry rápidamente le fascino la idea, no solo era un lindo detalle, sino que además el proceso era delicioso.
Este año se habían sumado a su lista Hannah, Justin, Ernie, Jeffrey y Neville. Con este último se habían vuelto muy unidos en los meses posteriores, Neville con su personalidad tranquila y su habilidad para escuchar se había convertido en un verdadero tranquilizante. Tal vez no era de dar muchos consejos, pero para él era más que suficiente, Nev siempre tendía a apretar su mano cada vez que él hablaba sobre algo que lo molestaba.
