La noche del treinta y uno de octubre, Harry Potter no solo perdió a sus padres sino también la capacidad de ver al recibir el impacto de la maldición asesina.
Que tan fácil sera para un Harry de once años cargar con las expectativas del mundo mágic...
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Se encontraba empacando, tío Vernon había decidido que ya era hora de tomarse algunos días de vacaciones, asique se irían una semana a España, más precisamente a Valencia. Debían volar desde Londres a Madrid y de allí tomar un tren para llegar a su destino. Harry estaba entusiasmado por demás, el solo poder conocer otras culturas y escuchar otros idiomas lo emocionaba. Además, por lo que había leído sobre Valencia, esta hacia sido fundada por los romanos en el año 138 a. C. bajo el nombre de "valentía" que significaba tierra de los valientes. Con el correr de los años esas tierras pasaron por muchas culturas y guerras. En definitiva iba a arrastrar a alguno de sus tíos para hacer un tour informativo sobre los sitios turísticos que aún quedan de aquellos tiempos.
Más tarde esa noche, ya todos se encontraban viajando en tren, tenía de compañero de asiento a un Dudley muy dormido y como él ya lo había hecho en el avión, ahora ya no le apetecía dormir. Así que decidió escuchar música en su walkman y seguir leyendo su libro sobre plantas medicinales, un regalo de parte de Nev. Una vez llegados a la terminal, recogieron sus maletas y su tía les pregunto si necesitaban ir al baño, solo Dud dijo sí. De camino a los sanitarios, Harry no pudo evitar sonreír enormemente y susurrarle a su tía un "¿los escuchaste tía? Su acento es lindo" y aún en susurros su voz iba cargada de emoción.
Durante los siguientes días se la pasaron en playas, conociendo lugares y probando cualquier comida típica de aquí. Su único disgusto fue cuando el guía comentó sobre las corridas de toros y en lo que consistía, no podía creer que eso fuera un espectáculo. Aun así, decidió guardarse su opinión para sí mismo.