La noche del treinta y uno de octubre, Harry Potter no solo perdió a sus padres sino también la capacidad de ver al recibir el impacto de la maldición asesina.
Que tan fácil sera para un Harry de once años cargar con las expectativas del mundo mágic...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No podía creer lo que estaban tratando de hacer, no podía devolver a "Shika" a casa, no después de adaptarse tanto a el y que el director mostrará su aprobación con respecto a su mascota.
— ¡Hey tú! ¿Qué crees que estas haciendo tan cerca del bosque prohibido? — podía sentir como la voz como los pasos se iban haciendo cada vez más fuertes, pero no le importaba, no cuando querían separarlo de su compañero. — ¿qué sucede niño?
— Quieren llevárselo, pero no lo voy a permitir — abrazándose más al can.
— ¿A quién, a él? Sabes que no se permiten perros en Hogwarts ¿no?
— Yo lo sé señor, pero es cuestión de salud — dijo, aunque no estaba seguro de que el hombre le entendiera, ya que el cuerpo de Shika amortiguaba el sonido de su voz.
— Cuestiones de salud, eh. Porque no vienes conmigo, puedo ofrecerte un poco de té y me cuentas sobre lo que sucede.
— Eres un desconocido, no puedo aceptar nada de ti — dijo mientras en su mente se repetía una y otra vez las advertencias de su tía "No aceptes nada de extraños; no te vayas con desconocidos".
— Bueno, no encuentro la falla. Soy Rubeus Hagrid, guardián de las llaves, ¿Harry...? — preguntó al ver el rostro del niño
