3 • 𝑶𝒉 𝒃𝒍𝒂𝒏𝒄𝒂 𝒏𝒂𝒗𝒊𝒅𝒂𝒅 •

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Cuando desperté, no estaba en Siberia.
De hecho, hacía calor, tal vez demasíado para un invierno en Seúl.

Veía nublado, mi vista no se adaptaba, no sé si a causa de la oscuridad o que recién despertaba. Pero poco a poco, pude notar un cuarto, como un estudio, y que yo estaba sentado.

Intenté ponerme de pie, pero tenía las muñecas y tobillos atados a la silla, así que comencé a forcejear intentando soltarme, pero acabé cayendo de lado al suelo.

Solté una queja al golpearme la cabeza y la luz del lugar se encendió, para luego oir pasos firmes, los mismos que oí antes de desmayarme.

Un hombre con traje, el cabello bien peinado, miradda fria y severa, y una mandíbula dura, apareciero a mi lado con el ceño fruncido.

Me levantó nuevamente con una expresión de hastío y mi corazón se detuvo cuando mi cuerpo comenzó a temblar.

-¿Quién eres?- Pregunté asustado. -¿Dónde estoy?- Intenté forzar nuevamente las ataduras intentando liberarme. -Liberame-

-Sigues en mi casa, relajate-Soltó el hombre.

Su voz era profunda, dura y rasposa. Me heló la sangre al instante, y un escalofrío recorrió mi cuerpo ante el miedo que esa voz sin alma me generó.

-¿Señor Jeon?- Susurré viéndolo a los ojos mientras él asentía tranquilo.

Mirada, mierda, mierda.
¡La mafia rusa se encargará de mi!

-A ver, pequeña mierda-Dijo jalandome del cabello para que alce la mirada a él mientras se acercaba a mi. -Te vi con mi hija-

Tragué duro.

¡Yo solo quería orinar!
¡¿Por qué tengo que lidiar con la mafia rusa por querer orinar?!

-Si llegas a ponerle una mano encima de nuevo, te las cortaré- Dijo pero yo había comenzado a negar desde la mitad de la oración.

-No, no, no- Repetí en voz alta una vez él se detuvo. -Dijo que no era su tipo y lo respeto-

Me soltó el cabello y permaneció en silencio analizando mi expresión, dandome ganas de orinar de nuevo gracias al miedo que me cargaba. -¿Qué te dijo exactamente?-

-Que no le gustan los tipos como yo- Mentí sin saber que decir.

-Los tipos- Susurró serio.

-Como yo- Completé nervioso.

-¿Tu te crees que soy imbecil?- Me preguntó llevando su mano a mi cuello.

Debía admitir que el hombre era jodidamente atractivo para esstar en sus cuarenta. Nunca fui muy suave durante el sexo y tener un caliente hombre apretando mi cuello a escasos centímetros de mi rostro, respirando aire sobre mis labios y con los ojos fríos sobre los míos, estaba comenzando a excitarme.
Pero aunque mi cuerpo reaccione, me forcé a reprimir un gemido porque mi mente era plenamente conciente de la situación en la que estaba.

-No- Susurré con un hilo de voz sobre sus belflos.

-Pues no creas que conoces a mi hija mejor que yo- Gruñó soltandome y haciendo que la silla se valancee antes de volver a estabilizarse pese a mi corazón alterado.

-¿Lo sabe?- Pregunté viendolo apoyarse en el escritorio frente a mi y encender un cigarrillo.

-¿Que mi hija es lesbiana? - Preguntó guardando el encendedor en su bolsillo y soplando el humo. -Por supuesto-

-Me dijo que no le dijo a nadie- Susurré tragando duro al ver los tatuajes de su mano soteniendo el cigarro.

-No necesito que me lo diga para saberlo, es mi hija- Soltó con voz grave y casi con reproche. -La pregunta es por que te lo dijo a ti-

𝑷𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐 | Kookgi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora