- Alfonso no se parece a los demas hombre-dijo cuando la mire preocupada- hasta donde es diferente, es algo que tienes que descubrir. Pero lo conozco de toda la vida y se que no le gusta jugar, no intento ponerte una trampa anahi, o hacerte daño tienes que tener plena confianza en esto
- Estoy asustada-admití, volviendo los ojos al helado que se derretía- no se como manejar lo que siento
- ¿a quien no le pasa?-la sonrisa de dulce era de auto burlo- es lo que conlleva a conocer al hombre que puede darnos lo que necesitamos, el que sabe, por que es lo que el necesita. Lo se Any, porque tu padre y yo tenemos una relación que satisface nuestras necesidades
- Mi madre nunca lo amo-yo lo sabia desde hace mucho tiempo-
- Tu madre se tiene que querer primero a ella misma-dijo dulce encogiéndose de hombros- ahora termínate el helado. Estoy segura de que alfonso vendrá antes de la fiesta de mañana y entonces te demostrara cuanto te echo de menos. Se que no quiso marcharse y odio hacerlo antes de hablar contigo, pero en este caso, me aseguro que era necesario
¿que? ¿Qué podria haber sido mas importante que tuvo que marcharse?
Espere y espere, hasta el final del día siguiente, mientras me arreglaba para la fiesta, y en mitad del alborotador y bullicioso evento yo espere y mantuve la esperanza de que viniera aquella noche. Me rendí a las nueve. Deje de lado mi copa de vino, guarde mis esperanzas y me dirigí regiamente a través del ruidoso salón de baile, hacia los estrechos escalones que conducían mi habitacion a la torre
Empacaría y me marcharía por la mañana. No estaba segura a donde iría, pero de lo que si estaba segura era de que no podia arriesgarme a quedarme alli, o pedir que me perdonara por algo que no sabia si podria cambiar
La dominación sexual durante el acto me habia emocionado. El absoluto, abundante y caliente placer en la voz de alfonso, únicamente me habia estimulado mas. No sabia si seria algo que deseara repetir, pero aquella experiencia la recordaría siempre
Mantuve la cabeza baja al entrar en la habitacion, yendo directamente hacia la maleta guardada en el vestidor de mi cuarto. La puse sobre el portaequipajes, la abrí y entre de nuevo al vestidor para recoger las pocas cosas que habia llevado conmigo
Mientras doblaba la ropa, las lagrimas comenzaron a caer. Eran calientes, quemándome en el dolor, y sacudieron mi cuerpo cuando intente consolarme diciéndose que al menos lo habia intentado.
Durante un tiempo en mi vida, un tiempo muy breve, habia sido libre. Me limpie las lagrimas, con el aliento entrecortando al girarme hacia el precioso aparador y recoger las prendas de alli, después me dirigí a la cama y recogí mi traje. El ultimo articulo que alfonso me habia dado...
Entonces vi el joyero... Una cajita negra y aterciopelada
Me detuvo, sujetando el traje de seda contra mi pecho
Era un anillo. El diamante brillante con reflejos azules y naranjas, resaltando el grueso oro del sencillo aro. Todo mi cuerpo tembló. Levante la cabeza, dirigiendo la mirada a las sombras de la puerta abierta del cuarto de baño
- Avergüénzate anahi-me regaño alfonso suavemente, adentrándose lentamente en la habitacion- por pensar que no volvería. Tendré que castigarte por eso
Su pecho estaba desnudo; sus pantalones descansaban bajos en sus caderas y se ajustaban perfectamente sobre el bulto bajo el material...
Tome aire rápida y profundamente