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CAPÍTULO SEIS
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Narrador

— Hijo mira, le compré esto a Clair ¿Crees que le guste? — Sally extendía un lindo y sencillo vestido azul claro hacia su hijo, para que lo admirara.

— Seguro mamá, es muy lindo.

— Sé que ella debe tener miles de cosas mejores, pero es un pequeño regalo para que nos recuerde. —sonrió doblando la prenda y volviéndolo a guardar en la bolsa.

Ahí fue cuando a Percy se le prendió el foco, había olvidado que pronto se irían y no volvería a verla. Que estas solo eran unas pequeñas vacaciones, algo en él se rompió de solo pensarlo, y su madre lo notó.

— ¿La vas a extrañar, verdad? —procedió a sentarse junto a él acariciando un poco su hombro, él asintió lentamente con la cabeza.— Tranquilo, quizás algún día se vuelvan a ver. Si el destino lo quiere así, así será.

— Ojalá. —suspiró con gran frustración y se levantó de allí.— Voy a dar un paseo mamá.

Salió de allí, con la cabeza gacha y pateando cualquier piedrecita que se le cruzara por el camino. Había pasado tan corto tiempo de conocerse pero, aún así se sentía incapaz de poder separarse de ella.

Ella, la necesitaba, y allí estaba sentada en aquel jardín tan apartado del hotel, lleno de hermosas flores que intentaban competir con ella, o al menos así se le hacía a Percy. La veía leer un libro muy concentrada a tal punto que ni notó cuando él llegó, rió por lo bajo y se sentó al lado suyo.

— Hola palomita. —ella dio un pequeño saltito del susto, para luego pegarle con el libro en la cabeza al causante de esto.— Oye oye, di no al salvajismo.

— Tch, Percy. —se había cruzado de brazos mirándolo fijamente con los ojos entrecerrados.— Es que te golpeara en esa preciosa cara tuya si pudiera.

— Ah, pero admites que es preciosa. —junto a una gran sonrisa le guiñó un ojo mientras, colocaba un brazo sobre sus hombros y dejaba un pequeño beso en su cabeza.

— Tienes el ego por los cielos.

— No creo que me convenga tenerlo allí. —ante la mirada confusa de la pelinegra solo negó con la cabeza sonriendo de nuevo.— Nada nada, solo digamos que, lo tengo por las profundidades del mar y listo. —la despeinó un poco.

— Bueno, si tú lo dices. —cerró su libro encogiéndose de hombros y lo miró directo a los ojos, esos ojos verdes como el océano le hacían sentir por las nubes de solo verlos.— ¿Ya te he dicho que me gustan tus ojos?

— ¿Y ya yo te he dicho que me gustas tú? —ella se sonrojó, ya que, hasta el momento nunca se habían dicho al otro algo como de que se gustasen.

Percy con el brazo que tenía sobre ella hizo que se acercara y la besó con dulzura, como si necesitara sus besos para existir. Ella correspondió y en un movimiento rápido, se sentó sobre sus piernas, como si ya fuera cosa de costumbre hacer aquello.

En la cabeza de Percy llegó una idea, si pronto se iría y no la podría volver a ver, ¿por qué no aprovechar los últimos tiempos?

Ya llevaban varios minutos así, sin cansarse de sentirse al otro de esa manera pero ambos sabían que querían más, mucho más. Él tomó el inicio de su vestido y lo alzó desprendiéndolo de ella, y tirándolo al suelo para luego quedársele mirando todo su ser, era hermosa.

— No mires tanto, que me da vergüenza. —sus mejillas volvían a estar teñidas de rosado, él tuvo el impulso de besarlas cada una y así lo hizo. Después, ella buscando algún empate le quitó la camisa a Percy y él la tomó con fuerza juntando sus cuerpos, pero sintió que algo le molestaba y eso era la parte de arriba del bikini que traía.

Se lo quitó desatando el pequeño lazo de este y también dejándolo en el suelo cerca de ellos. Ella no despejaba la vista de sus movimientos, pero eso fue hasta que llevó las manos hacia su busto y comenzó a masajear este, no evitó la acción de cerrar los ojos ante el ligero placer que esto le hacía sentir.

Clair tomó, ella misma, el acto de acostarse sobre el césped debajo de ellos y tomar de las manos a Percy para que se pusiera encima suyo, enrolló los brazos en su cuello y lo volvió a besar mientras esté acariciaba todo su cuerpo. Pantalón, algo que le comenzaba a no hacer falta a ninguno de los dos, así que mientras él seguía dándole caricias a ella, la de mechas azules llevó las manos hasta el cinturón de Percy y lo soltó, para luego desabrochar esa prenda suya y bajarla.

En un momento determinado Percy la tomó de las caderas y abrió sus piernas haciendo que ella las pusiera alrededor de su abdomen, así ambos ahogando un ronco suspiro al sentir tanto sus intimidades.

— ¿Segura? —en un momento de duda la voz nerviosa de Percy apareció, mirándola fijamente. Ella solo sonrió y asintió.

— Mucho.

Como arte de magia, el semidiós ya había quitado ambas únicas prendas que les quedaban. Cuando ya iba a hacerlo, por la cabeza de Percy rondo una idea que lo hizo reaccionar, el condón. Pero, Clair la interrumpió cuando ella mismo hizo que terminara de una vez por todas aquella acción. De Percy salió un ronco suspiro mientras que de ella un pequeño quejido, dolió, era su primera vez.

Él fue a preguntarle si estaba bien, pero ella lo tomó de las mejillas e hizo que la besara para callarlo. Con unos lentos movimientos de cadera le indicó que ya se podía mover con libertad.

Ambos estaban sumidos en el placer que el otro les proporcionaba, sintiéndose a la perfección. Era, al menos para ellos, un mágico momento.

Como terminó la situación, solo las flores que los rodeaban sabrían.

Ahora estaban agotados y con la respiración muy acelerada, eso les había gustado demasiado. Se miraron con una ligera sonrisa y volvieron a besarse.

sea ━━Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora