two

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CAPÍTULO DOS
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Narrador

Percy se encontraba en el buffet junto a su madre, ya era la hora de la cena. Estaba en el pasillo donde se exhibían varios tipos de carne, decidió comer un poco de costillas fritas de cerdo.

Regresó a su mesa donde Sally ya se hallaba comiendo lo suyo, le sonrió y dejó el plato allí para entonces darse vuelta e ir a buscar algo de jugo para ambos. Al llegar a la máquina donde, estos estaban, pudo diferenciar una cabellera algo irregular en la mesa de dulces cerca de allí, la chica se giró hacia él al sentir una mirada sobre sí.

Cuando se dio cuenta de quien se trataba le dedicó una sonrisa, la que al pelinegro le pareció la de un mismo ángel. Se volvió a dar una bofetada mental ante tales cosas que le venían a la mente, dirigiendo de nuevo sus orbes al jugo, tomó dos vasos y los llenó de este para entonces volver con su madre.

— Gracias hijo. —tomó su vaso mientras Percy se sentaba y alcanzaba los cubiertos para empezar a degsustar, estos casi se le caen de las manos al ver a aquella muchacha acercarse a la mesa y pararse frente a ellos.

— Hola. —su expresión estaba tan llena de una enternecida inocencia y ese hermoso vestido rosa pastel que llevaba puesto la hacia verse más en aumento, Percy no pudo evitar analizarla de pies a cabeza con disimulo. Se terminaría golpeando la cabeza contra un árbol si seguía haciendo esas cosas, nunca antes las había hecho.

— Hola querida. ¿Deseas algo? —la voz amable de su madre lo sacó de sus pensamientos volviendo a la realidad.

— Quería saber si podía comer aquí con vosotros. —un sonrojo leve apareció en sus mejillas, dando a Percy ganas de besarlas por horas.

— Oh, esto. . . —Sally se había puesto algo nerviosa, pues, ella era una extraña y que le pidiera eso la hacía dudar un poco.

— Tranquila mamá. La conozco, por la tarde chocamos en la playa. —su madre se sorprendió un poco por esa manera tan abrupta de haberse conocido, aunque en el fondo le dio más risa que nada. La joven pelinegra fue la que no retuvo carcajadas al recordar aquello.

— Fue culpa mía, andaba algo distraída.

— Tranquila querida, no pasa nada. Vamos, siéntate con nosotros. —le terminó aceptando y la ajena puso su plato de spaghetti en la mesa junto a su refresco de coca-cola, cuando se fue a sentar Percy la interrumpió. Corrió su silla, le dijo que se sentara y cuando lo hizo la movió hacia delante, como si de un caballero se trátase.

— Vaya, gracias. . . —se mantuvo dudando en esa parte, ya que, aún no sabía su nombre.

— Perseus. —admiró una pequeña expresión de extrañeza en ella al escuchar ese nombre tan inusual.— Percy, Percy Jackson y ella es mi madre Sally Jackson. —Sally solo le sonrió dulcemente en correspondencia.

— Oh– vaya. Mi nombre es Clair McCall.

— ¿Eres la hija del dueño del hotel? —Sally había preguntado algo anonadada, no se había esperado eso para nada del mundo.

— Esto– sí. — Clair se había vuelto a sonrojar, vaya ese nombre se le hizo tan lindo a Percy y, no se cansaba de verla con las mejillas rojas.— Pero, por favor, no me trate como alguien especial por ello. Muchos acá lo hacen y no me gusta eso.

— No hay problema querida.

La comida continuó normal, contaron algunas anécdotas de la vida de cada uno (obviamente omitiendo la parte de los dioses griegos y los monstruos). Clair y Percy terminaron por llegar a comenzar una pequeña amistad. Al menos tendría alguien para socializar en el hotel fue; lo que pensó el chico.

sea ━━Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora