CUATRO.

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En Avonlea se podía apreciar la luz del sol bajando poco a poco ese martes por la tarde, mientras que Anne se dirigía a su casa luego de un largo día de escuela. La jornada resultó ser tranquila y aburrida, sus estudios no le preocupaban gracias a qué no se le hacía difícil excepto por gometría, enserio odiaba mucho la materia.

La brisa otoñal pegó suavemente en su piel y nuestra protagonista disfrutó mucho aquello, de verdad amaba esas pequeñas cosas que podía ofrecerle la naturaleza. Por fin podía sentir paz luego de un día de aquél incidente.

No había hablado con nadie, ni siquiera con Marilla. Quería decírselo a Diana, pero cada vez que recordaba aquella asquerosa escena simplemente la hacía sentir avergonzada e inmediatamente ganas de llorar. Evitaba a toda costa aquel asunto pero sabía que si se lo seguía guardando, probablemente le haría mal.

Suspiró y miró un rato al cielo anaranjado debido al atardecer. Debían dar las 18;30 pm en ese momento porqué vió a Jhon Blythe salir de su trabajo como acostumbraba hacerlo todos los días.

-Buenas tardes, Srta. Cuthbert.-Saludó con una sonrisa cálida.

-Buenas tardes Sr. Blythe. ¿Cómo estuvo su día?

-Agitado. -Contestó.- ¿Se dirige a su casa? Mi hijo vendrá a buscarme en el auto, no creo que tarde en venir. Podríamos acercarla a su casa...

-Oh, no se preocupe. -Negó con su cabeza.

¿Y tener que ver a Gilbert Blythe? Era algo que Anne evitó después de ese "beso" si así podría llamarlo.

Prefería escapar de él, no le interesaba en lo más mínimo. No encontraba algún atractivo luego de ver con sus propios ojos faltarle el respeto a su supuesta novia en ese entonces, simplemente le parecía irritable la actitud de Gilbert Blythe y para evitar estar de mal humor optaba por evitarlo. Era mejor así.

-Insisto, tengo que llevarle a Marilla el recado que me pidió hace algunos días. Así que nos queda de paso.

Anne lo miró confusa. ¿Por qué Jhon Blythe tendría que llevarle algo a Marilla? Sabía que se conocían, pero no sabía que eran cercanos al punto de que Marilla le pidiera un recado.
Antes de que pueda responder, un auto de color gris se aproximó hacia ellos y bajando de él, un chico alto de rulos negros.

-Papá. -Dijo y rápidamente su mirada chocó con la de ella. - ¿Anne?

-Oh, ¿Se conocen? -Exclamó el mayor y su hijo asintió. - ¿Por qué no me lo comentaste? Es la chica que adoptaron los Cuthbert hace más de dos años, hijo.

Gilbert abrió sus ojos sorprendido a la dirección de su padre como si le acabaran de dar la noticia más importante del día.
Era cierto que su papá le dijo que los Cuthbert habían adoptado a una chiquilla bastante interesante, pero Gilbert no le dió importancia alguna en ese entonces. ¿Cómo pudo ser tan necio de no darse cuenta? ¿Tan estúpido había sido? Pensó

-Pero, ¿Por qué se dirigen a ti como Shirley? -preguntó el menor de los Blythe.

-Porqué es mi primer apellido. -afirmó sin tanto entusiasmo.

-Le propuse a Anne llevarla a casa, tengo un recado para Marilla, sería como matar dos pájaros de un tiro. -dijo divertido Jhon.

-Por mi no hay problema. -Gilbert le sonrió a la pelirroja, pero ella no hizo lo mismo.

Anne iba a rechazar la oferta, pero el sol ya se había escondido y de cierta forma no quería estar sola en la noche. Todavía le faltaba un largo camino para llegar a Green Gables. Así que solamente acepto.

El viaje estuvo animado, aunque no exactamente para Gilbert, porque para sus lamentos la chica no dirigía sus palabras a él, si no a su padre. Aunque le resultaba cómico las miradas que Anne le hacía por el espejo retrovisor cuando lo atrapaba mirándola y si bien no mantuvieron una conversación le resultó bastante espléndido oírla hablar con su padre de diversas cosas, Anne siempre tenía un tema para todo. Incluso llegó a preguntarle al Sr. Blythe cuál era su opinión acerca de la osa mayor refiriendose a las estrellas mientras las miraba por la ventana, algo que Gilbert le pareció tierno. Al parecer, las estrellas tenían fascinada a la pelirroja.

Los Jóvenes De Avonlea. •Anne Y Gilbert•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora