TRES.

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Tres amigas se encontraban desesperadas tratando de solucionar aquél inconveniente que les ocurrió con la ropa. Si se lo podía decir así, Josie y Tillie se las habían arreglado para hacer la mañana de las chicas irritable.

—Que mierda. —Murmuró Ruby. —Que ganas de arruinarle la cara a golpes.

—Quizás se la arregles... —Añadió Diana.

—A lo mejor —Ambas amigas se rieron.

—Quizás las sudaderas de los chicos puedan ayudar. —Dijo Anne abriendo los casilleros.

—Pero eso está... Todo sucio y sudado. —Ruby sonaba asqueada.—

— Paso. —Dijeron al mismo tiempo.

Anne suspiró frustrada. Sus amigas aveces podían hacer las cosas más difíciles de lo que ya eran.

—¿Y si solo llamamos a algún profesor? —Dijo Diana como si fuera lo más obvio del mundo.

—Hoy es lunes, solamente nosotras ocupamos el gimnasio los lunes. —

Anne se acercó a la puerta de salida para confirmar lo que dijo su amiga y en efecto así era. El gimnasio se encontraba totalmente vacío como si del desierto se tratase.
Suspiró frustrada y sacó una remera del equipo perteneciente de alguno de los chicos, se dirigió al vestuario que solo estaba al lado y se la colocó.

Era bastante larga y gruesa como para tapar a la muchacha, quizás seguramente la playera que agarró pertenecía a alguien alto y de cuerpo robusto. Casi se podía pensar que era un vestido si no fuera por su clásico diseño de fútbol.

—Saldré a la calle así para pedir ayuda o traerles algo de ropa. —dijo Anne. Ambas amigas la miraron incrédulas.

—No puedes salir así, Anne. —Diana se acercó a la pelirroja.— tus... —rascó su nuca dudosa de seguir con lo que iba a decir

—Pezones, amiga. —terminó Ruby.

—Oh—Musitó Anne mirando hacia abajo, los pezones se le marcaban ligeramente.— los tapare con mi pelo.

—Estás loca.

—Lo sé.

Anne sonrió y salió a pasos rápido de las duchas. Descalza, con el cabello mojado y con sus brazos tapando su pecho, se encamino hacia afuera. Cualquiera que la vería pensaría cualquier tontería, solo rogaba que en su camino nadie conocido la encontrase.
Fue a la salida, primero sacó su cabeza para verificar que nadie se encontrara. Para su suerte la calle se encontraba vacía. Agradecía que Avonlea fuera un lugar pequeño y que a esas horas de la mañana la gente se encontrará trabajando.

Salió dando pequeños pasos en el pasto, no sabía para donde iba, solo quería encontrar ropa decente para ella y sus amigas. Quizás pueda ir a lo de Ruby que era la casa que se encontraba más cerca, sus padres se encontraban de viaje y la rubia siempre dejaba su hogar sin llaves así que no sería muy difícil sacar algo de ropa.
Sí, eso haría. Así que apresuró un poco el paso.

Ahora se encontraba en la avenida, aunque la pelirroja tenía la sensación de que parecía una vagabunda, eso no fue obstáculo para que los hombres que pasaban le gritaran obscenidades.
No era la primera vez que pasaba, el acoso callejero era algo normal para las chicas.

"Normal"

Anne hizo un gesto molesto al tachar eso como algo normal, ¿Por que mierda sería normal que un desconocido te grite cosas mientras vas por la calle? Era un asco, una aberración que por toda su vida odio. Incluso llevando la ropa más horrible del mundo no se podía salvar de eso.
Agarró un pequeño callejón para ahorrar tiempo y así liberarse de todos los asquerosos que pasaban por la calle.

Los Jóvenes De Avonlea. •Anne Y Gilbert•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora