Capítulo 10

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Hiperventilé tres veces para calmarme.

Vale...¿qué me pongo?

Sabía a quien se lo tenía que pedir, pero me daba una verguenza....

Al final me armé de valor me levanté y fuí a ver a Ariadna.

Toqué la puerta de la habitación de Ariadna, o esperaba que fuera su habitación ya que había venido ayer y al ser una casa tremenda todavía no me ubicaba muy bien.

Nota mental: tengo que hacer un tour a esta casa si quería que no me perdiera.

-¿Sí?-preguntó Ariadna.

Abrió la puerta y me vió en el pasillo.

-¿Qué haces aqui?-me preguntó sorprendida.

Bajé la vista y me puse roja.

-Pu...pues es que... tengo una cita-dije yo.-mi primer cita-subrayé.

-¿Y has recurrido a mi?-dijo con una alegría guardada en sus bonitos ojos.

-Ehmm si...

Sonreí.

-¡Pasa por favor pasa!-me invitó a su habitación con un gesto de brazo.

Entré, creía que iba a ver una habitación que te dejaría K.O al verla pero era bastante simple.

Era de madera las paredes, con una cama verde, un escritorio verde, una ventana y un armario un poco grande.

-Ven, ya tengo un conjunto para ti- dijo.

Ariadna estaba radiando ilusión, felicidad e ilusión, tanto que se me pego un poco.

-Toma, pasa al vestidor-me tiró un vestido y me metió en el armario.

Creía que era un armario, pero era un vestidor de los grandes, era una habitación con espejos y mucha, mucha ropa, hasta me mareé un poco.

¿Cómo puede elegir un conjunto entre todo...esto?

Me miré al espejo en busca de un poco de fuerza y me puse el vestido.

Era un vestido veraniego, con un estampado de flores de cintura para abajo, tenía un escote corazón sin mangas, no me gustaba tener un escote, la verdad no me gustaba captar atención, pero...¿por una vez?

La parte del escote era de un color turquesa que me resaltaba mis ojos verdosos, la parte de abajo que llegaba por encima de la rodilla era flores rosas y blancas, me gustaba muchísimo el vestido.

Al salir Ariadna me miraba con expectación, parecía que se le iban a saltar algunas lágrimas.

¿Tan bien me veía o me menospreciaba?

-Vale el maquillaje no te va a hacer falta, para nada-dijo Ariadna entusiasmada.-Toma-me dió unas botas que me llegaban hasta los tobillos de color marrón de piel.

-Muchas gracias de verdad-le agradecí.

Me hice una coleta y me miré en el espejo pero Ariadna me quito la goma del pelo.

Sentí el suave tacto de mi pelo por los hombros.

-Mejor-asintió Ariadna.

Yo me miré en el espejo, Ariadna vino por detrás mio, me cogió los hombros y dijo:

-¿Sabes?, las mujeres tenemos una extraña manía de menospreciarnos.

¿Cómo sabía lo que pasaba por mi mente?

En el tejadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora