Athanasia III

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El tiempo paso muy rápido, me acostumbre a la vida en el palacio de papá.

Ahora tengo cinco años de nuevo y casi no mencionaron los eventos futuros muy a menudo, creo que Félix y papá no quieren confundir mi mente, si supieran lo confundida que estaba la primea vez que abrí los ojos y recordé mi vida como Lee Ji Hye, en ese tiempo mi único deseo era sobrevivir, pero ahora solo quiero poder proteger a mi familia.

Estoy en el estudio de papá mientras él está revisando papeles del imperio, mientras yo comía unos pasteles de chocolate.

- Papi – le llame, él no me miro, pero sabía que me estaba haciendo caso – maña empezaran a moverse las piezas.

- Cierto, ¿Cómo quieres proceder? – me pregunta.

Mañana se supone que ocurre mi primer encuentro con el perro blanco.

- Similar que antes, no quiero alterar tanto por ahora – asiente – y estuve pensando.

- No.

- Ni siquiera me has escuchado aun – me quejo – como podrías saber.

- Tus ideas usualmente terminan en peligro para ti – me reclama.

- Eso no es cierto.

- Cuando fuimos a dar un paseo por el lago – empieza y no puedo evitar sentir el rostro caliente – ya sabias que hacia esa planta y aun así quisiste agarrarla, a pesar de que te dije claramente que no era buena idea, y ¿puedes decirme como terminaron las cosas? – me mira esperando respuesta.

- Casi ahogándome de nuevo, pero papa, esta idea es buena – levanta una ceja.

- Dime tu increíble idea, espero que sea mejor que cuando pensaste que encontraste a Blackie antes y resulto ser un lobo común – siento su sarcasmo, pero lo dejare pasar, esa es historia para otro momento.

- Error de cálculos, pero esto es bueno, quiero aprender a usar la espada – veo que tiene el ceño fruncido, pero nada más.

Se ve serio, tal vez mi idea no le guste, en el pasado el nunca me lo menciono, pero se que debí aprender al menos a defenderme, así como Lily, pero, creo que papá nunca lo considero, ya que siempre dejo a Félix como mi caballero y mi mayor fuente de protección.

- Esa no es una idea del todo mala – lo miro sorprendida – Félix y yo te enseñaremos, pero aun no, ahora eres muy pequeña como para soportar el peso de una espada por más pequeña que sea.

- Gracias papá, me esforzare al máximo – esto será bueno, para cuando vaya a la temporada de caza, antes ni mi padre ni yo asistimos, pero ahora será diferente, tengo una muy buena idea.

El día paso rápido, al terminar papá me acompaño al esmeralda que es donde apenas he comenzado a quedarme, Lily dice que mi papá me quiere mucho ya que no quiso separarse de mi como para dejarme estar sola en un palacio. No puedo mentir, estoy emocionada por el encuentro de mañana, y sin más me dormí.

Ahora a diferencia de la primera vez, Félix no me cargaba, si no que iba unos pasos atrás de mí, estábamos afuera de la sala del trono, esperando, cuando la puerta se abre. Félix totalmente serio, y cuando el duque salió pude ver claramente como me noto, pero rápidamente volvió su atención hacia Félix.

- Sir. Robain, ya no lo veo tan seguido en las fiestas sociales – comenta de manera casual, sin darme una segunda mirada.

- Sir. Alfierce, ¿Le parece correcto ignorar deliberadamente a la única princesa del imperio Obeliano? – le recrimina y este se ve sorprendido, pero entiende el comentario, muestra tu respeto o lárgate, me mira y se inclina en un saludo formal.

- Disculpe mi descortesía princesa, Roger Alfierce a su servicio, que la prosperidad de Obelia siempre la acompañe – un hombre que tuvo grandes ambiciones y que planea tener una buena vida con la ayuda de Zenith, pero ahora, no sería aún más divertido que el la dejara de lado por mí, como se sentirá la pequeña quimera al saber que la persona que la cuido toda su vida la abandona por su hermana.

- Hola perro blanco – sonrió de la manera más adorable posible, que quiera tenerlo en mi control no evitara que me burle un poco.

- ¿Se refiere a mí? – puedo ver un leve tic en su ceja.

- A quien más seria, usted tiene un cabello blanco y al igual que un perro, no reconoce a su amo amenos que sea enseñado – ahora es fácil notar su rostro levemente rojo, ya sea de vergüenza o ira – lo bueno es que Félix pudo mostrarle rápidamente su error.

- Vivo para servirle alteza – me dice Félix.

- La princesa es – no busca la palabra correcta – tan encantadora, tal parece que no existe nadie que se pueda igualar a ella - ¡Bingo!, eso quería escuchar.

- Eso es obvio, señor blanco – digo con obviedad - solo otra princesa podría tratar de igualarme – le doy una sonrisa astuta – pero, como todos saben, no existe otra princesa y no creo tener hermanas o hermanos menores en el futuro – termino de decir con burla y puedo ver como se estremece levemente.

- Y no existirá algún otro más luego de usted alteza – comenta Félix – después de todo es la única hija del emperador.

- Usted – tartamudea – tiene toda la razón – antes que pueda decir algo más interrumpen.

- Félix entra – se escucha la voz de papá

- Adiós señor blanco, tengo que ver a mi padre – paso de largo y ya adentro volteo a verlo – fue entretenido conocerlo.

Me mira entrar y lo ultimo que dice es – fue un honor conocerla, que la prosperidad de Obelia este siempre de su lado, princesa – las puertas se cierran dejándolo afuera.

- ¡Oh! Créame, ahora lo está – digo para mí misma, veo a papá observarme y le sonrío.

- Así que, ¿algo importante?

- De nuevo tengo un perro blanco papi.

Solo suelta un bufido, al igual que la primera vez me carga para ir atrás del trono para poder dormir, una vez adentro del lugar de descanso se me queda viendo fijamente.

- No te voy a cantar y no me puedes asustar para hacerlo.

- ¿Ni siquiera por un pastel de chocolate para ti sola? - ¡rayos!, eso es demasiado tentador – también galletas – listo gano.

- Athy cantara lo que papi quiere – sonrío.

- Todo sea por pastel, por eso estas cada vez mas pesada.

Elijo ignorarlo, en este día no sucedieron grandes cosas, pero si iniciaron, así que mejor pasarla bien lo que resta de tiempo, solo espero que lucas no tarde tanto en aparecer.

- Bien, cuando llega la noche

Comencé a cantarle a papá y mientras lo hacia no pude evitar reflexionar sobre como he sido actualmente. De alguna manera esto me gusta, antes no me imagine siendo feliz teniendo el control de lo que sucederá en el futuro, o teniendo la vida de otros en mis manos, pero ahora, se siente tan bien ese sentimiento de poder y superioridad.

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