Memorias 1995: Perlas dentales.
Keigo:
Hoy discutí con mi esposo, supuestamente perdí nuestras protecis dentales.
Es un anciano cascarrabias, inútil, liliputiense, un alfa con retaguardia flácida que me ha mandado a dormir al cuarto para invitados mientras el está abrazando terciopelo y lana. Mis huesos se han congelado porque no siento su calor, maldito hombre, sabe que soy un anciano con presión baja y aún así ese petizo desabrido me ha tirando de nuestra alcoba. ¿Que clase de alfa tira a la deriva a su omega? Uno muy infantil y poco varonil, obviamente.
Diría un arsenal de improperios sobre el y nuestra relación, pero solo con decir que la viagra ya no le funciona y yo de verdad perdí nuestros dientes dentro el refrigerador, creo que ya digo todo. Listo, he confesado mi pecado, insistí ingenuo entre gruñidos y golpesitos con el periódico que no sabía nada, ¡claro que no sabía nada! Soy un omega senil. Cuando me dejó a media cena después de una discusión con mal modulación y mucha baba por falta de nuestros dientes, gran sorpresa me llevé cuando abrí el refrigerador para guardar mi manteca. Rayos.
Y aunque tenga razón, fue desconciderado. Soy el omega de sus siete crías, por que me exprimio como vaca en nuestra juventud. No, me retracto, fue al revés.
Sigo y cito, cuando llegue nuestra familia, lo acusaré. Nuestros hijos lo va a crucificar, y mis nietos le tiraran tomates o popo animal de nuestro rancho.
Escribo esto porque he perdido nuestras protecis dentro el refrigerador. Puede que hoy al fin me muera y mi alfa se arrepienta por dejarme así, o tal vez el muera hoy y a los primeros rayos del alba le diré a su cadáver algo idiota como: "Esto te pasa por discutir con tu bello esposo" Para después llorar a mares y reflexionar sobre el ciclo de vida. Lo que venga primero.
Pero creo que también ninguno morirá hoy. Reflexionando y grabado palabras de tinta. Pasarán los días y el será más cascarrabias y tal vez yo pierda más cosas y las encontraré en lugares inesperados.
Como ya estoy cercano a mi lecho de muerte por mi vejez, quiero escribir mis memorias y sobre mi petizo aunque yo sea más enano que el. Sobre mi gran historia de amor, espionaje, realeza, erotismo barato y raíces.
La misión golden thread.
Empezó así:
"Orígenes"
19 años antes de 1939. Las flores bermejas aún no morían por la temperatura de verano, el frondoso pasto y un conducto casas medievales situadas en una colina, ese es Najac. Un pueblo al sur de Francia con un lindo castillo a la punta esta.
El Pont Saint Blase de Najac está al lado del pueblo, es un puente de arcos y piedras para atravesar el rio de aguas tranquilas. Ese dia un niño de pocos años se aferra a las prendas de su madre, poco recuerda de ella, solo sabe que estuvo encantado viendo su reflejo sobre el agua mientras ella lo sujeta.
El pequeño recién estaba creando memorias sólidas.
Ella tiene una especie de capa desgastada y desteñida, son de clase baja. Contempla un poco más al su niño de pelo desaforado y rubio trigo, ella también intenta recordar a su hijo con lujos y detalles antes de hacer lo que debe hacer. Caminan, alejándose del pequeño pueblo hasta una iglesia que es un convento de monjas, también un orfanato de niños desamparados.
Eso es lo que recuerda Keigo.
"¿Ves esa iglesia de ahí? Corre, yo te sigo"
"¿Como una carrera?"
"Si, vamos hacer una carrera. Pero antes toma este papel, cuando llegues al portón tienes que darlo a la primera persona que veas"
Corre con ropas ligeras. En su inocencia cree ser más veloz que su madre ya que no escucha sus pisadas contra las piedrecillas. La carta se magulla por el apretón de manos y cuando llega a la puerta, una hermana del convento le ve. El le da su carta.
Su madre ya no está.
-¿Como te llamas?
-Keigo.
Es un pequeño ángel, desamparado.
-Yo me llamo Nana, Nana Shimura.
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Golden thread (Dabihawks)
Fanfiction"Un espía francés y un heredero en la época del tercer Reich"