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Las cosas del castillo aún no terminaban aunque el telón real cayera, ni el salón estuviera vacío. Toya estaba en medio de una función de drama con su padre caminando a  la habitación del mayor con paso firme y tenso. La esencia de ambos era ácida, Enji también estaba comenzando a acoplar una actitud defensiva contra su hijo, un alfa dominante.

Los guardias mantenían más distancia de lo permitido y estaban acostumbrados a las revueltas de el Duque y su hijo menor. Los bufidos de Toya salían de aquella alcoba.

-Lo están obligando a tener esa cría. Ni siquiera le dieron oportunidad de decidir sobre su propia vida.

-Los omegas están para tener crías, nada más. Geten está de acuerdo con eso.

-No conoces a Geten. El quería interrumpir el embarazo.

Estaba estudiando. Tenía ambiciones. Odiaba el hecho de que su sexo fuera considerado débil. Desde que al omega se le dio el derecho a voto, quería expandir sus horizontes para participar en política, como su padre. Geten Yotsubashi no quería estar comprometido, sus anhelos iban más allá de un esposo noble y una linda finca con muchas crías. Era un soñador, y ahora inesperadamente el ministro le negó esos sueños, por que Enji le convenció que un matrimonio era mejor. Y al ser Toya su cónyuge, no podía ejercer su carrera en derecho por también estar ligado con la monarquía.

-Trata de no meter esa idea aberrante en nuestra familia. Cosas como el aborto son pecados imperdonables. Si tanto quería su libertad, debió pensar mejor en atender las necesidades de un alfa.

-El no quería.

-Entonces es tu culpa.

No tenía remedio. Y ahora estaban en las manos de Enji con un destino miserable. Lo que aún no podía entender era el empeño de su padre al no sólo casarlo a él, si no a todos sus hermanos. Como un Monarca exigiendo matrimonio y herederos a sus miserables hijos. Era un chiste ácido para Enji, considerando que su difunto hermano le obligó a seder su derecho de sucesión por graves errores, que al día de hoy se guardan bajo llave en un enigmática torre.

...

La Torre redonda era un lugar no muy llamativo para la nobleza, al menos para miradas externas que no conocían el lugar más importante de la monarquía. No era un salón, las habitaciones no eran alcobas con detalles dorados, solo era una torre con hongos por humedad y vegetación desaforada. En el primer nivel era una mazmorra abandonada, el segundo un antiguo almacén, tercero donde estaban los mejores guardias reales protegiendo el cuarto nivel, un lugar desconocido.

-Hay menos vigilancia arriba de los muros conectores.

-Eso es bueno.

Los pasos daban ecos, pero bajo el primer nivel la actividad humana era casi inexistente. Katsuki y Shoto vestían capas de cuero hasta los tobillos, cada uno con un pequeño farol a gas y unas mantas en ese lugar tan tenebroso.

-Deberíamos cambiar de lugar aquí. Apesta a humedad y nuestro colchón ya debe estar creando un ecosistema.

El heterocromatico no dijo nada ante el intento de broma, permaneció en modo automático pero no parecía reaccionar cuando Katsuki intentó tomar su mano. Era lo mismo de siempre, llegar a la mazmorra he ir al calabozo con menos humedad y más limpio para tener una reunión extra marital. Aveces venían con canastas llenas de aperitivos, frutos secos, queso, copas y vino para tener excusa de sus actos.

Después de llegar no inician una conversación. Sólo van directo al colchón y lo cubren de sabanas para no hacer contacto. Si, siempre es lo mismo. Shoto le concede el poder al rubio y este le empuja para caer juntos, enlazando bocas y liberando esencia a menta y mandarinas. Los besos acuosos erizan sus pieles, y junto pequeños respingos se liberan de aquellas prendas gruesas.

La lengua del omega está ardiendo, deja un rastro de saliva sobre la yugular de Shoto hasta el lóbulo, su punto erogeno que cuando es activado, golpea con calor insoportable al alfa y hace crecer aquella longitud. Lo siente entre las telas, ansioso de querer entrar a la esfinter humedecida de Katsuki. Este suelta irreparables maldiciones, el subterráneo es tan frío que su boca libera tenue vapor.

-Montame.

Katsuki es sumiso a su manera. Puede obedecer sin chistar siempre cuando la posición tenga más peso para el, ama tener poder sobre Shoto. Sobre todo si su movimiento de cadera depende su clímax y a la vez es profundo.

-Espera, maldito bastardo--Comenta con una sonrisa boba.

Una sonrisa de Katsuki.

"A la mediante, el palacio estará recibiendo más crías, y al futuro príncipe de Gales"

Shoto suspira, hay un corte de flujo dentro sus poros, pausando su liberación de feromonas. El Rey consorte está muy encantado ante la expectativa, y su egoísta lobo interno parece menear la cola para darse cuenta de los sentimientos que abruman a su alfa. Jadea, besa, chupa y degusta menta mezclada con un perfume que usa habitualmente. Desliza las palmas sobre su caja torácica y los montes que resultan ser sus pectorales. A este punto tienen la camisa desabrochada y los pantalones eran historia vieja.

-Cuando tengas a tus crías, seré muy feliz.

Las palabras resonaron en todo el espacio vacío. Las pupilas se hicieron pequeñas sobre ese Iris escarlata, por impresión.

-No importa si son de mi primo. Yo estaría realmente feliz por los dos. Sobre todo si es una decisión mutua--Dijo, con una sonrisa tan temblorosa como para ser auténtica--Sería una bonita vista verte como madre.

Aveces Shoto tenía ataques severos de resignación, y como ya se estaba encontrado dentro las sombras, creyó que la felicidad ajena también debía ser suya.

-Detente--Murmuró.

-Cuando seas madre...Yo me pregunto si también podré tener a los míos, tener una familia. Pero creo que nunca podré tener un esposo, y los hijos que quiero solo vivirán dentro mi imaginación, porque me quedaré solo...hasta que muera.

Una cachetada ardió en la piel de Shoto.

"¿Te sientes solo conmigo?"

...



Nota: TodoBaku será muy importante también en esta historia.

Ya no falta nada para que aparezca Keigo.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2021 ⏰

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Golden thread (Dabihawks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora