Capítulo 5

6 0 0
                                    

Odín interrumpió mis pensamientos impuros y me regresó a la realidad.

-Hey, Eli. Yo se que ya acabaron las vacaciones, pero te quería preguntar si vamos juntos hoy al club, con eso de que estuviste ausente dos meses...
-Seguro -respondí pensativa- aprovecho que irá mi amiga Grecia, tenemos un partido de tenis pendiente.
-De todas formas puedo pasar a tu casa a recogerte, si estás de acuerdo -dijo Odín un poco nervioso.
-Seguro, pasa a recogerme a las 16:00.

Y con ello sonó la campana que avisaba el fin del receso y la reanudación de las clases.
El primer día transcurrió tranquilo y me sentí feliz de estar de nuevo con mis amigos.
A la hora de la salida, Christian pasó por mi en su preciosa camioneta negra, me subí de copiloto y después pasamos por Alex a la Universidad, mientras platicamos cómo nos fue y me empezó a molestar (como de costumbre) con el "enamoramiento" que tiene Odín conmigo así que decidí ignorarle.

Una vez que llegamos a la casa, fui a quitarme el uniforme y vi que faltaba una hora y media para que dieran las 16:00, así que apenas tuve tiempo para comer un plato de frutas y subir a bañarme (sí lo sé, otra vez). Cuando salí de la ducha, mientras traía una talla envuelta sobre mi maravilloso cuerpo empecé a meter en mi maleta deportiva mi uniforme blanco de tenis, mi raqueta, mi vicera y mi brazalete para el celular; en otra mochila metí un traje de baño rojo de dos piezas, sandalias y un cambio de ropa extra por si se ofrecía.
En lo que me di cuenta el tiempo se pasó rapidísimo y ya eran las 16:00 así que Odín, siendo mi pretendiente y teniendo como cualidad la puntualidad para quedar bien, me mandó mensaje justo cuando dio la hora.

-Eli, ya llegué. Te espero aquí abajo:)
-Okay, dame un momento:)

Me despedí de Alex y Chris y salí rápidamente de la casa. Todo iba bien hasta que vi a Omar, recargado en su camioneta concentrado en su celular, por lo que aproveché y aceleré el paso para llegar al carro de Odín, que estaba un poco retirado de la entrada de mi casa puesto que los vehículos de Chris y Pau tenían ocupado el lugar.
Cuando creí que Dios había escuchado mis súplicas e iba a salir intacta de la situación, Omar levanta su mirada y me ve, provocando un dolor en mi vientre y que se me subiera el calor a la cara. Hice como si no lo hubiera visto pero él no se iba a quedar así y me soltó un estúpido comentario típico de él:

-Te gustan mucho las faldas, ¿verdad, Eli? -haciendo referencia a la falda tablada azul cielo que traía puesta, junto con un top negro, botas negras y calcetas cortas- Al parecer sigues sin estar consciente de lo que pasa cuando usas faldas tan cortas.
-Primero que nada, claro que estoy consciente de todo ello, Omar. Y segundo, lo que yo me ponga o no me ponga no es incumbencia tuya ni de nadie. Hasta luego. -Concluí la "conversación" antes de que dijera cosas que no quería que escucharan los vecinos, ni Odín para evitar escenas.

Me acerqué al coche de éste último y me subí, oyendo a lo lejos que Omar dijo algo pero sin prestarle atención.

Llegamos al club y Odín dijo que iría a saludar a algunos amigos, así que opté por ir a los vestidores y ponerme mi uniforme de tenis.
Cuando salí y me topé con Odín éste se quedó pasmado por un segundo y me recorrió disimuladamente con la mirada, y es que vamos, yo ya estaba consciente de lo hermosa que era desde ese entonces en todos los aspectos (cuerpo, cara, alma e inteligencia) así que no era raro para mí que algunos chavos se fijaran en mis piernas, trasero o bubis de manera discreta; mientras no me faltaran al respeto yo estaba de acuerdo con ello, y me fascinaba tener esa reacción de los hombres para conmigo.

Saqué a Odín de su trance y le dije que fuéramos a las canchas y esperáramos a Grecia en lo que llegaba, él estuvo de acuerdo en observar nuestro partido de tenis, así que ahí nos dirijimos. Grecia llegó a los diez minutos con un uniforme blanco con rojo que le queda muy bien, siempre le he dicho que se le ve un trasero increíble y desde ahí procura ponérselo seguido.

Pusimos a The Weeknd en la bocina y comenzamos el partido. Acordamos que sería de 3 sets, así que saqué yo primero.

La verdad no supe cuánto tiempo llevábamos jugando, y tampoco me percaté de cuando llegaron unos chavos y se sentaron en las gradas para mirarnos. Las razones eran obvias, las dos estamos buenísimas y muy bonitas, y jugamos muy bien, por lo tanto eran juegos merecedores de un orgasmo para los amantes del deporte.

Cuando dimos por terminado el juego al ver que seguíamos empatadas y sudabamos peor que cerdo en maratón (sin ofender a los cerditos) fuimos hacia donde estaba la mesa con la bocina y el agua y nos pusimos a beber. Mientras tanto, pudimos escuchar cómo un muchacho moreno, muy guapo de cabello castaño que se encontraba con un grupo dijo:

-Puta madre wey, nunca creí que un juego de tenis pudiera hacerme venir en los pantalones.
-Verga, me pasó lo mismo. No puedo creer que nunca haya visto a la güera de uniforme blanco, es preciosa. -Dijo un chavo alto, rubio y con varios lunares en el cuello.

Ese comentario fue lo último que pudimos escuchar antes de que Grecia volteara los ojos al ver algo, o más bien a alguien. Omar.

Venía hacia nosotras con un short gris que se le veía muy bien, una playera blanca que permitía dejar ver sus tatuajes que tiene en los brazos y en el pecho, y unos lentes de sol marca Ray-Ban (mis favoritos). Llevaba su cabello un poco largo peinado hacia atrás y traía su cigarro en la mano derecha.

No sé por qué, pero me puse muy nerviosa al verlo, y lo único que pude hacer fue quedarme con Grecia como si nada para que no creyera que algo andaba mal, y pedirle a Dios que Omar no fuera a decir ninguna estupidez.

Atreverse es ganar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora