La bruja del cuarto

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  Abres los ojos y ves un rostro arrugado, ojos grandes y saltones te regresan la mirada. Estás acostado sobre tu cama. El cuarto es un cuadrado y la luz está apagada. La pobre iluminación que persiste, viene de la lámpara del jardín. El rostro sigue observándote y sus labios resecos y pálidos se extienden en una sonrisa. Tú estás paralizado. El ente sobre ti alza tu playera y descubre tu pecho. Sientes el aire frío que empeora tu miedo. Un mechón de pelo negro te roza parte del pecho cuando el ente se mueve. Con sus largas uñas roe tu panza y un escalofrío recorre todo tu cuerpo, hasta tus dedos de los pies. No puedes ver nada más que el rostro con la sonrisa imborrable.
  Los dedos comienzan a subir y llegan al rededor de tus pezones. Ya no sabes qué tipo de escalofríos estás sintiendo. Mucho menos cuando las uñas tocan directamente tus pezones, los cuales se endurecen y te mandan sensaciones de placer. El ente sigue moviendo los dedos, estimulándote y mirándote aún con más malicia.
  Tú no puedes evitar entrar en pánico, pues aún no puedes moverte, y las acciones de la cosa te están haciendo sentir muy bien...

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