Capítulo 2: Pactos.

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Lo observo durante lo que podrían haber sido horas, y podría seguir haciéndolo otras más, pero parece haber terminado. Tira los guantes y la pala al carrito, y ahí viene. Se acerca, en paso tranquilo y ordenado. Completamente el opuesto a lo que yo siento por dentro. Siento como si mi corazón revotara por cada esquina de mi pecho, latiendo uniforme y rápidamente. Pero simulo hasta lo imposible el estar tranquila. Sería estúpido que me vea así.

-Madrugaste, otra vez -dice, y me regala otra de sus muecas. Su forma particular de sonreír, que le da ese toque especial.

-Parece que mi cerebro se ordenó a tus horarios y me despierta para venir y poder verte -contesto.

-Sí -habla, en tono raro. Distante. Deja de mirarme- tu cerebro.

Otra vez. Sé a lo que se refiere, y me molesta. Me irrita, me seca.

-Creí que no hablaríamos de eso otra vez -respondo, en tono frío.

-Sí -mira lejos, por fuera de la Prisión-. El problema es, que cuando se desea un pacto de confianza, no deben existir secretos.

-En esos pactos también debería existir el respeto. Lo que yo hago con tus secretos.

Mira al horizonte, mira hacia los costados, mira sus manos; mira a todos lados. Menos a mí. Está distante, me evita. Y me molesta... y me duele. ¿Qué quiere? ¿Espera que me desespere y hable todo de una vez? No. Nadie va a controlarme otra vez. No voy a dejarlo.

No creí que él haría eso.

-Creía que entendías. Pero otra vez, me equivoqué.

Doy media vuelta y me alejo a trotes. No quiero volver a hablarle ni tenerle cerca, al menos no por ahora.

Creí tener su respeto, pero quizá confié demasiado y me dejé llevar. Otra vez.

-Alto -habla fuerte, y me toma del codo.

Me está agarrando. Me está tocando... por primera vez. Me paralizo. Hacía meses que no dejaba que ningún hombre me tocara, sea de la forma que sea.

-Mírame -dice, y obliga a mi cuerpo a voltearse, para quedar frente a sus ojos-. No quiero hacerte daño. Quiero salvarte.

Y me abraza.

Alguien, que no es Ruby, me está abrazando. Me aprieta duro contra su pecho, rodeándome con sus brazos. Y, lo extraño de esto, es que no quiero luchar. Mi cuerpo no responde a ese impulso.

Me está tocando, me abraza. Y me gusta.

Él no es el Gobernador. Es diferente. Completamente.

Lento, y aún asustada, respondo suavemente. Solo apoyo mis palmas contra su espalda y lo acerco más. Se siente bien. Me gusta. Es... familiar. Como abrazar a mi padre. O a mi hermana, o mis hermanitos. O a Casper.
Se siente como el amor otra vez, fisico, entre mis manos.

-Quiero salvarte. No se qué te provocó tanto daño, pero déjame ayudarte. Quizá... si hablas, puedas sentirte mejor.

Me alejo, para apreciarlo en todo su explendor. Con esto de evitar el tacto, había perdido durante meses el lujo de tener su rostro a centímetros del mío.

-Hablar -repito.

-Hablar -asiente-. ¿Nunca pensaste que podría hacerte sentir mejor? Liberando todo ese peso que llevas encima.

-Él me hizo daño -y no puedo creer que lo digo-, y no hay nada que pueda cambiarlo.

Nada.

Y su mirada está vacía.

Necesito irme.

Me aparto nuevamente, más lento, y sé que no va a seguirme. Me alejo de él, sin mucho en que pensar. Sólo en que dí un pequeño paso. Un pequeño gran avance de mis secretos.

Surviving - The Walking Dead. -By:Mrs. RiggsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora