Solo una noche. (XiCheng)

3.

Sólo una noche.

XiCheng.

3.

ADVERTENCIA: Lan Huan sufrirá un poquito lo que es el buen vinagre, al fin. 

Un borracho Jiang Cheng estaba teniendo una ardua y acalorada batalla con la manilla de una lujosa camioneta 4x4 en la cual se encontraba sentado, precisamente en el asiento copiloto. Su mano se movía hacia aquel trozo de metal sobresaliente, pero al momento en que se acercaba, de alguna forma sus dedos terminaban tocando el lugar que se encontraba a escasos centímetros, como si su mano se moviera justo cuando estaba a punto de agarrarlo.

Era la puerta que se movía, Jiang Cheng estaba completamente seguro de eso.

—Ah —masculló, sintiendo su lengua arrastrarse perezosamente sobre su paladar al hablar—. Estate quieta de una puta vez. ¿Por qué te mueves tanto?

Detrás de él, una risa baja se escuchó.

—¿Y bien? ¿Ya te rindes, borrachito, o me quedo viéndote hacer el ridículo un par de minutos más?

Jiang Cheng se volteó a ver a HuaiSang con ojos entrecerrados.

—¿Qué mierda tiene tu camioneta? No deja de moverse.

HuaiSang rodó los ojos aunque su expresión era de intensa diversión.

—Pika-Pika, estás jodido. ¿Hace cuánto que no te emborrachabas así?

—Honestamente, no lo recuerdo —masculló Jiang Cheng, apretando los labios al sentir como el mundo giraba lentamente a su alrededor. Se apoyó en el asiento, soltando un profundo suspiro—. Creo que fue aquella vez que despertamos en un motel a la mierda del mundo con un horrorizado y asqueado Wei WuXian creyendo que habíamos hecho un trío.

El recuerdo hizo que HuaiSang esbozara una enorme sonrisa.

—Ah, los viejos tiempos. Lo pasábamos bien.

Jiang Cheng bufó.

—Por supuesto que extrañas eso. Eras feliz arrastrándome a tu mierda.

—Fui lo más loco y divertido que tuviste en tu vida, Pika-Pika. No lo niegues.

—Nunca lo he hecho. Aunque tienes pelea con mi hermano. Es un empate.

HuaiSang se rió ante eso, sacudiendo la cabeza.

—¿Y bien? —inquirió, alzando una ceja en su dirección—. ¿Listo para ir a casa?

Hubo un momento de silencio entonces. Jiang Cheng realmente lo meditó, torciendo los labios en una mueca.

Había necesitado desesperadamente distraerse después de aquel encuentro inesperado en el supermercado, así que HuaiSang se había ofrecido a hacerse cargo de eso a la forma antigua. Y si bien Jiang Cheng se había divertido bastante y había olvidado todo el asunto por varias horas, una parte de su mente se había aferrado aún a Lan Huan, haciéndolo perder el control en el consumo de alcohol, y provocando que de pronto, en ese preciso instante, no quisiera enfrentarse a la soledad de su apartamento en donde, él sabía, podían venir los pensamientos angustiantes y desesperados.

Pero que más daba. De todas formas tenía que enfrentarlo, tarde o temprano.

—Bien. Vamos.

HuaiSang lo observó un momento atentamente, intentando determinar si Jiang Cheng realmente estaba listo o no, pero finalmente se rindió con un suspiro y asintió.