La luz del sol irradiaba todo el Bosque de la Convivencia con el enceguecedor fulgor del mediodía. Alan y Saravin llegaban a un lago que se formaba por la caída de agua de una gran cascada.
―Al parecer éste es el sitio de la segunda puerta ―dijo Saravin mientras examinaba el mapa―. ¿Estás listo?
El chico se había desfasado de la realidad admirando la cascada, reaccionó a la pregunta asintiendo con la cabeza y se acercó un poco al lago, sin notar nada fuera de lugar. En ese momento Saravin le empujó haciendo que cayera dentro del agua.
―¡¿Qué te pasa?!
―Nada, sólo pensé en que debías hacer algo en lugar de quedarte inmóvil... Y funcionó.
Alan se percató de que no se había hundido, estaba dentro del lago y gracias a que el agua se arremolinaba justo debajo de él, se podía mantener en la superficie.
―Juro que tardaré en acostumbrarme a esto.
―Deja de quejarte y preocúpate por el elemento ―dijo Saravin ladrándole a su amigo.
Alan caminó con temor por la superficie del lago, pues no estaba acostumbrado a una superficie tan irregular como la que se manifestaba bajo sus pies, sentía la fuerza del agua empujar hacia arriba donde apoyaba cada pie, impidiendo así que su cuerpo se hundiera y pudiera caminar sobre el agua, dirigiéndose a la cascada, algo en su interior le decía que debía ir ahí para conocer su prueba. Tras la cascada había un pequeño túnel rocoso, avanzando, notó que llegaba hasta un estanque subterráneo y en ese lugar un unicornio estaba bebiendo de las aguas cristalinas.
Siguió avanzando, preparado para lo que pudiera ocurrir.
―¿Hola? ¡Vengo a enfrentar la segunda puerta!
El unicornio dejó de beber y miró al recién llegado, se acercó a él.
―Bienvenido. ―La voz de la criatura era suave pero fuerte en su tono, miraba fijamente a Alan mientras hablaba―. Mi nombre es Lares, y estoy a cargo de la segunda puerta, la del elemento agua. Demuéstrame que además del fuego eres capaz de crear una afinidad con el agua para controlarla, te doy cuatro horas de mi tiempo para hacerlo.
Lares regresó al estanque, se inclinó hasta tocarlo con su cuerno. La tranquilidad del agua se perdió y comenzaron a salir chorros de agua como látigos.
El unicornio desapareció en una nube de humo plateado.
Alan se apresuró a rechazar el ataque salvaje del estanque, intentando evaporar el agua con llamaradas de fuego azul, aunque no servía de mucho ya que no tardaban en generarse nuevamente otros ataques acuáticos que arremetían con más fuerza hacia donde estaba su oponente. Y, por si fuera poco, la potencia de su fuego no era suficiente para mantener a raya la cantidad de agua que le golpeaba.
Intentaba acercarse al estanque, pero no era sencillo, los chorros acuáticos estaban cambiando de estado, congelándose súbitamente y grandes proyectiles de hielo se dirigían a Alan. En un terrible descuido, después de defenderse de algunos, varios otros lo golpearon dejándole un aturdimiento atroz. Cayó al suelo.
Aturdido, Alan no podía levantarse, miraba al suelo mientras intentaba pensar qué hacer con lo que volvía a aproximarse a él, al mismo tiempo que intentaba mantener la calma, admitía que la prueba era difícil, pero ahora no retrocedería como en la del fuego.
―No puedes rendirte tan pronto ―dijo para sí mismo―. No ahora...
Se levantó, decidiendo analizar la situación mejor, fue en ese momento que percibía una poderosa energía proveniente del estanque. Su pecho palpitaba al igual que en su prueba del fuego y supo que era su energía de dragón la que le indicaba qué debía hacer. Era momento de despertar su poder una vez más para dominar el elemento agua, pero no podría contrarrestar todos los ataques del estanque él solo.
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La vida Como un Dragón
Fantasia"El mundo que conoces, esconde magia ¿La puedes sentir?... Las criaturas que dependen de ella, existen ¿Las puedes ver?... Alan, un joven mexicano ha llegado a la mayoría de edad, y ahora, a sus 18 años, ha despertado el poder convertirse en una cri...