Cena romántica

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1414.

02.- Cena romántica

—July, ¿me estás escuchando?

Juleka alzó la mirada de la partitura. Odiaba que la llamase July, se lo había repetido hasta la saciedad, pero Silke se empeñaba en llamarla así.

—Adoro cómo frunces el ceño cuando te llamo July. —La muchacha rió divertida haciendo que Juleka soltase un bufido.

—¿Qué decías?

—Que si quieres ir a cenar.

—No tengo hambre.

Silke soltó una risita seductora y le guiñó un ojo.

—Siempre podemos ir directas al postre, July.

Juleka la miró con los labios entreabiertos.

Silke era más alta que ella, delgada, pero con un tono muscular bien definido. Llevaba el pelo teñido de fucsia recogido en un moño medio deshecho que le daba un aspecto algo infantil, sus ojos negros y labios rojos destacaban con la palidez extrema de su piel. Silke era preciosa, madura, segura de sí misma y extravertida. La seguía atrayendo, aunque había perdido aquella sensación de enamoramiento ya hacía unos meses.

—Lo siento. Mi madre me tuvo entretenida todo el día, debería ir a ver a mi hermano, aún no he pasado por su casa —soltó desconectando el cable del bajo—, no he conocido a mi sobrina.

—July, ¡vamos a estar aquí dos meses! ¿No puede esperar a mañana?

Seguramente podía, pero no le apetecía. No quería herir a Silke, le daba miedo decirle que no quería seguir con aquel jugueteo que tenían entre manos desde hacía algo más de un año.

—Venga, Juleka. Cenamos hoy y mañana no te daré el coñazo, ni me verás si no quieres.

—Está bien —cedió porque si entraba en aquel tira y afloja acabaría con dolor de cabeza.

—Genial, dúchate y ponte guapa porque te voy a llevar a un sitio increíble —declaró con orgullo y pompa—. Y cuando acabemos podemos ir a mi suite y seguir con el postre.

Juleka puso rumbo al Liberty. Charló un rato con su madre antes de decidirse a pasar por la ducha y rebuscar en su armario algo que no fueran unos tejanos desgastados y una camiseta con un mensaje grosero. Se encontró con un bonito vestido que le había diseñado Marinette y que sólo se había puesto un día. Era negro y ceñido hasta la cintura donde la falda se abría con un suave vuelo. Marinette lo había diseñado para que no se sintiera como un palillo, siempre había tenido complejo de tener cuerpo de chico, largo y sin apenas curvas. Su cuerpo había cambiado, ya no estaba tan delgada. Se lo probó, lo sintió un poco estrecho en el pecho, pero miró su reflejo y le gustó la imagen que le estaba devolviendo.

Silke le envió un mensaje para que se encontrasen junto a la Torre Eiffel. Juleka se puso la chaqueta y salió a su encuentro. Por inercia buscó a algún fotógrafo por el camino, no quería más fotos robadas, no quería a nadie persiguiéndola por su ciudad. En París prefería ser la Juleka en la que nadie se fijaba, la que era como una sombra. No se topó con ninguno, respiró aliviada cuando encontró a Silke rodeada de gente, pero sola, en un rincón, con el pelo fucsia ondulado meciéndose salvaje con la brisa.

—Creía que me darías plantón —musitó al verla detenerse frente a ella.

—¿Por qué iba a decir que sí para después no aparecer?

And I love herDonde viven las historias. Descúbrelo ahora