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Hoy era un día especial... si, especial, pues es el temido 14 de febrero, aquel en el que partes tu alma y corazón para hacer los mejores chocolates de amor y darlos esperando ser correspondidos. Había recibido mucha ayuda por parte de Mikoto-san, puesto que los que hice no eran cualquier tipo de chocolate.
Recordando que a Sasuke no le gusta mucho el dulce, tuve que usar chocolate semi-amargo y los enviné. Si bien no eran una obra de arte como los que había hecho mi suegra, al menos se veían bien aunque sólo rogaba que Sasuke no fuera tan criticón, pero vamos... es Sasuke.

Ese día decidí no asistir a las últimas clases, quería ir a verlo y entregárselos antes de que fuera a trabajar y no supiera nada de él. Ino me cubrió y había dicho que fui a que me hiciera unos análisis – a saber de qué – sí, una mentiría muy gastada pero no perdería mi oportunidad. Iba a paso decidió hacia su universidad, pero sin querer aquel regalo pesaba más de la cuenta en mi bolsa y no era porque fuera un obsequio grande y lleno de chocolates, si no porque el nerviosismo empezaba a acrecentarse y mi estúpida memoria me llevó a aquellos días de San Valentín que fueron un fracaso. Si, así es, en entrega de chocolates siempre había sido una total y completa bruta. ¿La razón?, ni idea. Pero cada que quería entregarlos al chico que me gustaba, siempre fallaba, me desilusionaba y simplemente los regalos pasaron al bote de la basura o como consuelo para mí.

Experiencia para la entrega de chocolates... tenía muy poca.

Su universidad era grande y que decir había muchas personas, algunas de ellas –hombres – no me quitaban la vista de encima, lo cual acrecentó mi nerviosismo.

Con un pequeño mapa que había afuera de un edificio identifiqué la facultad de medicina y salí hacia allá.

-¿Pelo de chicle? – escuché por detrás.

-¿Karin? –Volteé. -¿Qué haces aquí?

-Qué pregunta tan inteligente, estudio aquí, idiota.

Ok, no fue inteligente de mi parte pero no es para que haya tanta brusquedad.

-¿Buscas a Sasuke?.

-Sí, bueno... -comencé a decir con nerviosismo.

-Sasuke está en un seminario, tardará en salir.

Mi desilusión fue grande y tal vez notoria, quería sorprenderlo pero al parecer mi plan falló.

-Vamos a tomar algo – Karin me dio la espalda y fue caminando hacia una cafetería que estaba cerca de la facultad de medicina – ¿Qué esperas? – Preguntó cuando vio que no la seguía.

Pedimos un té helado cada quien y nos fuimos a sentar a una de las mesas libres del lugar. Me era muy extraño ver a Karin vestida de blanco y con bata del mismo todo. Ella y yo no éramos muy amigas, digo, después de que Sasuke soltó que yo era su novia, ella me daba como que la espinita de que es la clásica chica alborotadora. Poco después cuando salíamos y ella estaba presente, siempre trataba de sabotear las citas, si no estaba de chicle, hacía comentarios fuera de lugar, pero después me di cuenta de que todo eso desapareció cuando Suigetsu se le declaró en frente de todos. La cara de Karin me daba gracia y toda roja, salió de aquel baren el que estábamos, no sé si anden pero creo que Suigetsu sería la única persona capaz de calmarla y aguantarla.

-¿Por qué viniste hoy? Es más ¿Por qué viniste? Nunca vienes.

-Hoy es 14 y...

-Regalo de San Valentín... sabes que a Sasuke no le...

-Lo sé, por eso son especiales para él.

El silencio reino de nuevo y es que nunca me había quedado con ella a platicar, es más, ni en mis más locos sueños lo hubiera imaginado.

El diario de mi corazón: Okinawa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora