Capítulo 6

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Kagome dio un respingo al sentir los dientes de Inuyasha dar un mordisquito en su suave monte de venus.

–¿He-hermosa... ? –cuestionó ella.

Inuyasha pasó su lengua nuevamente por aquella intimidad para recolectar otra vez la escencia femenina expulsada tras aquel orgasmo que él le provocó.

–Ummm... no me canso de saborearte –dijo omitiendo la pregunta de Kagome. 

–¿Me llamaste hermosa? –reiteró con ojos temblorosos.

El Hanyo se acercó hasta su rostro, mordió y jaló suavemente su labio inferior y dijo: 

–Sí, porque así eres, Kagome... eres y serás mi hermosa sacerdotisa… solo mía. –dejó claro lo último con una mirada celosa y la besó con posesión, Kagome se sintió vibrar. Él se apartó, centró su atención en su impaciente miembro y en el centro de aquella mojada entrada que lo tenían tan excitado. 

Kagome dio un respingo en cuanto sintió el duro y caliente pene de Inuyasha en el centro de su deseo; listo para penetrarla hasta más no poder. 

Con la punta de su prominente erección, masajeó de arriba a bajo la chorreante vagina de Kagome.

–¡Ummm! –gimió la Miko, mientras que él miraba con fascinación cómo su pene se lubricaba con los fluidos femeninos, al frotarse contra ella. 

La suavidad que ambos sintieron, la humedad perfecta… ¡Joder!, era todo tan condenadamente rico… Inuyasha emitía sonidos placenteros en su respiración cada vez que la rozaba con su pene, sus sexos ardían, y palpitantes se exigían. 

Ambos; humana y Hanyo, estaban deseosos de unirse en un mismo cuerpo, en una misma alma y en un mismo ser. 

Sin embargo, los nervios se instalaron en Kagome. Pese a que disfrutaba de aquel suave y ardiente roce en su entrepiernas y estaba segura de querer hacerlo; no podía dejar de sentir miedo y de pensar que lo siguiente... le iba a doler.

–Inu-Inuyasha… ha-hazlo despacio… –dijo temblando– yo nunca… –El Hanyo se acercó a su rostro nuevamente aplastando ligeramente su torso con los pechos de ella, Kagome sintió que tembló más al sentir el duro y mojado miembro apoyarse sobre su pelvis. 

Se acercó a su cuello y lo besó, luego dijo:

–Lo sé, Kagome... –le dio un beso en su oreja y luego la miró a los ojos, acarició su pequeño mentón y añadió–: Estoy en las mismas condiciones que tú. 

Su lengua buscó la de ella e intentó transmitir su deseo en ese profundo beso, mientras con su mano acariciaba sus senos; volvió a rozar con su duro miembro aquella zona que estaba perfectamente mojada y lista para él.

El Hanyo abrió un poco más esas firmes y suaves piernas para tener mejor acceso y comodidad, se acomodó con la punta de su erección en el centro de la hendidura de la Miko y presionó levemente hacia adentro. Se acercó a su cuello. 

Kagome se tensó y él lo notó.

–Eres más que hermosa... –susurró pegando sus labios a la oreja–. Eres deliciosa; Kagome Higurashi. –La piel de la Miko se erizó, sintió una corriente eléctrica al recibir el aliento caliente del Hanyo en su oído y casi pierde la respiración cuando éste le dio un lengüetazo desde la oreja hasta la sien, ella dio un respingo– No te quiero asustar, pero… siento que te devoraría en este mismo instante. –El sonido de su masculina voz se tornaba cada vez más ronca y eso la excitaba sobremanera, tanto que jadeo al oír eso– No imaginas cuánto me he tenido que controlar para no transformarme –y por alguna razón desquiciada aquella confesión más que asustarla; la encendió.

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