La joven exterminadora se encontraba sola en la choza de la anciana Kaede. Ésta le había encargado revolver el estofado de verduras, mientras ella iba con Shippo a buscar unas especias que le faltaron para sazonar la comida; la misma que sería el almuerzo de ese día.
Miroku llegaba a la aldea montado sobre Kirara. Había salido en busca de su amigo Hanyo, tal como le dijo a Sango, pero no había tenido éxito; Inuyasha no estaba en ningún lado de los que él pensó podía encontrarlo. Sin embargo, cuando se dispuso a volver, se encontró con Kirara que también regresaba de las montañas, pero sin Kagome. El monje se preocupó y en seguida la interrogó respecto a lo sucedido. Kirara le contestó con algunos maullidos y Miroku no necesitó saber lenguaje felino para comprender que su búsqueda había sido en vano, pues Inuyasha y Kagome estaban nuevamente juntos. Respiró aliviado y contento por su amigo, pues sabía que éste lo estaba pasando mal y tenía toda su fe en que esos dos se reconciliarían.
Miroku entró a la choza e interrumpió el estado meditativo de Sango haciéndola dar un respingo.
—Houshi-sama... ¡Por todos los cielos, me dio un susto! —exclamó tomándose el pecho.
—Lo siento, no fue mi intención, Sango.
—Está bien, yo... Estaba distraída —dijo con un semblante serio y se percató de que Inuyasha no venía con él— Viene solo...
—No del todo... Regresé con Kirara.
—¡¿Qué?! ¡¿Dónde está Kagome-chan?! —preguntó alterada.
—Tranquila... Ella está bien —Sango lo miró expectante esperando más información y Miroku le explicó—: Me encontré con Kirara cuando volvía de las montañas y yo regresaba de buscar a Inuyasha, por lo que pude entender, él está con Kagome-sama; imagino que deben estar conversando en este momento.
—Vaya... Es un alivio —dijo más calmada—, espero puedan solucionar sus problemas —y volvió la vista al caldero.
Miroku se percató que Sango estaba sola en la choza, y luego de explicar todo, se acomodó junto a ella y la miró. Observó su bello y fino perfil, mientras esperaba una sonrisa o un cambio en su semblante serio, pero nada... no hubo cambios en su ánimo. Miroku sentía que el aura de su chica estaba inquieta a la vez que notaba un ápice de rechazo hacia él. Y luego de un largo silencio y de que ella no le dirigiera la mirada, él decidió que era el momento de derribar esa pared que se había formado entre los dos.
—¿Todo bien? —preguntó el monje.
—No, hasta que hable con Inuyasha... solo ahí podré estar tranquila.
Miroku suspiró.
—No tienes de qué preocuparte, de seguro el ánimo de Inuyasha ha mejorado.
—Aún así, le debo una disculpa.
—Bueno... Aunque, yo no me refería a eso con mi pregunta, Sango. He notado que me miras de forma distinta ¿Hay algo que quieras decirme? —Aquella pregunta la tomó por sorpresa y ojiplática lo miró.
—¿D-de forma distinta? —Miroku asintió y ella continuó—: Claro que no... Esas son ideas suyas. —parpadeó rápidamente y desvió la mirada hacia el caldero, pero Miroku tomó su mentón y la hizo mirarlo a los ojos.
—No trates de engañarme, Sango... sé que hay algo que te tiene inquieta.
La joven se ruborizó. Pues en efecto, estaba atragantada con una serie de suposiciones respecto al monje y "su primera vez", estaba colapsada mentalmente con pensamientos que no la dejaban en paz. Si no hablaba ahora tendría que callar para siempre y esperar a que esa duda se disipara en su interior. Pero, ¿cuánto tardaría en desaparecer? No, ya no podía más... Debía hablar ahora.
ESTÁS LEYENDO
Travesura permanente
RomanceA veces se necesita un empujoncito para soltar lo que tanto queremos decir; Inuyasha, ¿qué fue lo que te motivó?. El desborde de tus palabras... ¿Será también el punto de partida de tu pasión? 🔥¡LEMON!🔥 Créditos de la imagen de inuxkag Tw:@piloso...