T.P. Capítulo 2

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Mientras tanto, en la casa de los Higurashi:

⛩️

-Kagome, coloca esta vasija sobre los platos anchos, aquellos de color rojo; con mucho cuidado por favor, es una reliquia.

-Abuelo, todo lo que tienes dices que son reliquias... por lo mismo no quise que Inuyasha viniese, suele ser un poco tosco; las cosas delicadas no van con él -dijo Kagome, alzando sus hombros.

-Si, si... Ese amigo tuyo con orejas de perro es un desastre -dijo el anciano.

Kagome emitió un suspiro. En efecto, su Hanyo favorito era un desastre con las cosas de la vida moderna, y seguido del suspiro esbozó una pequeña sonrisa, e inclinando su cabeza hacia el lado pensó:

<<... Sin embargo, así me gusta él, de lo contrario, no sería Inuyasha...>>

-¡Listo!, abuelo, sólo nos queda barrer aquella esquina y terminamos.

-No te preocupes por eso, Kagome. Hiciste casi todo... déjame el resto.

-Está bien, gracias abuelo, iré a darme un baño.

Kagome se relajó en el agua caliente, pensó en su Hanyo:

<<¿Qué estará haciendo Inuyasha en este momento?>>

También pensó en el pequeño Shippo:

<<¿Habrá jugado con los marcadores y la pizarra?, espero no se peleen mucho esos dos...>>

Luego del baño, repasó un poco sus cuadernos, aunque con cierta distracción; pues su cabeza viajaba cada cierto rato a la época feudal y un atractivo joven con orejas de perro, sedoso cabello plateado, y los más hermosos ojos dorados como el oro; aparecía en sus pensamientos, borrando todo lo que realmente debía grabar en su mente: Los contenidos de cada asignatura.

-¡Cielos! -suspiró- Inuyasha ni siquiera está aquí, y aún así no puedo concentrarme. En fin... creo que es todo por hoy. Será mejor que baje para ayudar con la cena.

Mientras ayudaba a su madre a preparar la comida, oyó que su abuelo hablaba con alguien en la entrada de la casa, quiso salir para ver de quién se trataba, pero su mamá se adelantó, y optó por continuar colocando las bandejas y la comida sobre la mesa. De pronto vio entrar a su madre, su abuelo y... a ¿Hojo?, pero... ¿qué hacía Hojo ahí?

-¡Hola Higurashi! -saludó el joven alzando su mano y esbozando su perfecta sonrisa de siempre.

Kagome tratando de disimular su cara de circunstancias, saludó:

-Ho-hola, Hojo... ¿qué te trae por aquí?...

-Bueno, supe que habías sufrido de cefalea y te traje un masajeador para la cabeza, ¡verás como te aliviará!

<<... ¡Ashh, abueloo! Ya no sabes qué más inventar...>>

-Kagome, quise que Hojo viera lo bien que te sientes, así que, le pedí que se quedara a cenar con nosotros -dijo su madre, sonriendo. Y poniendo también su mejor sonrisa; Kagome asintió.

Inuyasha que ya había terminado de castigar a Shippo por su descaro. Partió a la casa de Kagome, donde quería estar desde la mañana cuando se bañaba y luego cuando sintió su dulce aroma en la cabaña de Kaede.

Mientras cruzaba el pozo, su rostro marcaba una maliciosa mueca; se sentía satisfecho con su reciente venganza y dijo:

-¡Keh!, ese enano sigue durmiendo donde lo dejé. Cuando despierte, aprenderá su lección y suplicará a gritos que lo perdone. Ahora tendrá que arreglárselas para salir de ahí.

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