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La noche caía sobre el Sengoku; Sango, Miroku y la anciana Kaede, terminaban su cena, cuando el Hanyo entró a la casa.
–¡Inuyasha! –dijo el monje, con cierto tono de alivio. –Ya nos preguntábamos dónde estaban.
–Sí, empezábamos a preocuparnos, jamás te pierdes la cena, a menos que estés en casa de Kagome, claro. Pero... Se suponía que hoy estarías aquí. –dijo la exterminadora.
–Bueno ya estoy aquí –respondió el Hanyo mientras se sentaba–. No es necesario que se preocupen.
Kaede y los demás se alertaron al ver que el pequeño Shippo no venía colgado del Hanyo como a veces acostumbraba. Entonces, la vieja Miko preguntó:
–¿Inuyasha?...
–¿Mmm...?
–¿No está Shippo contigo?, no lo he visto desde esta mañana –interrogó la vieja Miko.
<<¡Demonios!, me olvidé de Shippo...>>, se reprendió mentalmente.
–Cierto, no lo veo por ningún lado... tampoco ha venido a cenar, ¿sabes dónde está, Inuyasha?–preguntó Sango esta vez, un tanto preocupada por el pequeñín, pues no había reparado en que así como el Hanyo, el pequeño zorro tampoco se ausentaba durante los horarios de comida.
Inuyasha aún con el olor de Kagome impregnado en su nariz, no sabía qué decir; se había olvidado por completo de todo lo sucedido con el pequeño, puesto que, en su mente lo único que pasaba una y otra vez eran esos besos... esos maravillosos y exquisitos besos… No había pensado en dar excusas por su ausencia y menos por ese enano travieso. Además, no estaba en sus planes regresar a la aldea, pero todo sucedió tan de repente y bueno... Ahí estaba, frente a sus buenos amigos, disimulando lo mejor que podía su excitante estado; pese a que, su miembro ya se encontraba bajo control, era difícil ocultar su enorme felicidad; pues, estaba demasiado distraído; algo poco inusual en él.
–...Inuyasha… –le habló Sango, por segunda vez.
–¡¡Inuyasha!!. –El báculo del Monje impactando en su cabeza lo sacó de sus pensamientos.
–¡Demonios, Miroku!, ¡¿por qué me golpeas?!
–¡Que dónde está Shippo!... es lo que te estamos preguntando hace un rato. –le dijo el monje, dedicándole una mirada inquisitiva que puso a Inuyasha aún más nervioso.
–¡Keh! No se preocupen tanto por ese enano... Shippo está bien, solo que sigue molesto conmigo –dijo adoptando una actitud indiferente–. Como siempre, el muy atrevido me sacó de mis casillas y obviamente le di su merecido.
–¡¿Pero qué cosa hiciste?! Creo que eres un abusador con ese niño, ya debes madurar, Inuyasha. –Lo reprendió Kaede mientras le servía los alimentos.
–¿Niño?, ¡Keh! No tienen idea de lo desagradable que es ese zorro cuando no está… ¡cuando no está Kagome!. –Hizo una pausa entre líneas y un cambio de tono que a nadie dejó indiferente– ¡Es un maldito demonio! –continuó despotricando el Hanyo.
Enseguida, para cortar el tema, se enfocó en devorar su comida. Sin embargo, sintió cómo el calor se apoderaba de su rostro con sólo haber pronunciado aquel nombre, ¡demonios!. Se apuró en terminar de comer y se puso de pie. Como pudo ocultó su mirada de todos; suerte que la noche y la luz de las velas aplacaban el repentino carmín de sus mejillas, entonces dijo:
–Si tanto les preocupa ese zorro, hablaré con él y lo traeré de regreso... si se disculpa no habrá problema. –Era sin duda, la excusa perfecta para salir de ahí; entre pensar en Kagome, disimular su excitación y pensar en si Shippo logró escapar, ya se sentía sofocado.
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Travesura permanente
RomanceA veces se necesita un empujoncito para soltar lo que tanto queremos decir; Inuyasha, ¿qué fue lo que te motivó?. El desborde de tus palabras... ¿Será también el punto de partida de tu pasión? 🔥¡LEMON!🔥 Créditos de la imagen de inuxkag Tw:@piloso...