Capítulo 7

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La tardecita del domingo arrastra un día nada particular a excepción del enojo asentado en Jungkook por tercer día consecutivo.

El viernes perdió de vista a Jimin después de su huida al baño, una cama pulcramente tendida cuando regresó a la habitación. El castaño bajó a desayunar junto a sus primos menores y no miró a Jungkook el tiempo suficiente para consumirse en escenarios miserables. Fue hasta que un maní tostado voló a su cabello y Jimin se unió a las risas de los niños que la sangre y color volvieron a su cuerpo. Más tarde las diferentes asignaciones en planta los mantuvieron separados y a horario de siesta cada uno se reunió con sus amigos. Hoy es un reflejo de ayer a diferencia de la enorme luna llena tragándose el atardecer que Jimin admira recostado contra la pared de ladrillos tras la casa. La oportunidad para salir a crear buenos recuerdos (y borrar los malos en Jungkook) es ahora u otro día se perderá.

Entonces sugiere eso mismo, dar un paseo a pie hasta los pinos silvestres. Jimin considera el tiempo que les llevará dada la noche en caída, lo que es nulo porque el concepto de tiempo junto a Jimin es irreal, y termina aceptando porque la distancia no es mucha y sus botas de campo están al alcance.

El terreno es la continuación de su jardín trasero forrado de pastos bajos debido al mismo ganado y arboles solitarios dispuestos a varios metros de sí. No se ve a alma y media por aquí. Casiopea los sigue curiosa y ríen de ella cuando la gata se topa con una palta no madura a medio camino y se queda atrás intentando tomarla en su pequeña boca. En uno de sus intentos se aburrirá y volverá a casa.

Cumpliendo la paradoja, el tiempo se pasa más del que se dejó ver cuando llegan al cercado que delimita con los pinos. Hay pocas piñas caídas que llegaron a rodar hasta la cerca, pero un colchón natural de acícula seca rodea todo el lugar y un murmullo como solo los pinos pueden comunicar se hace reverenciar. Aquellos que no conocen el mar no tienen nada para envidiar frente a un lugar así.

Jungkook no siente entusiasmos por volver. Conoce la zona y no hay peligros de noche, es más posible cruzarse con una vaca perdida que pisar una víbora silenciosa. Jimin piensa igual y eligen el mejor sector de madera para apoyar sus codos y brazos. Siquiera están cansados, pero seguir deambulando cuando la noche cayó sentada sin el equipamiento adecuado sí sería irresponsable.

- ¿Escuchó de la oferta?

Jungkook tararea en afirmación. El breve alojamiento de la familia trajo consigo un contacto directo a un viñedo que parece interesado en formar alianzas. Su padre no estuvo dispuesto a explicarles con detalles, lo está pensando y cuando tenga bien definidos sus alternativas consultará con ellos y los demás trabajadores.

- Es prometedora. No como el fiasco de la fábrica. Ellos están en el negocio de las plantaciones y conocen el mercado. Hacer que los trabajadores más viejos lo entiendan será lo difícil. Lo nuevo asusta.

- Lo desconocido -completa Jimin, aceptando sus palabra. Mas el paisaje nocturno es todo un contraste: la luna alta y llena que los baña con la ilusión de una luz azul, el señor grillo que se mueve tranquilo y el búho a unos metros siendo de buen augurio.

- Veo a Las Tres Marías -señala Jungkook a las brillantes estrellas a modo de aligerar la conversación.

Hablar de trabajo con Jimin es impulsor e impecable, pero también le recuerda que pronto ya no lo tendrá a su lado.
En cualquier parte del mundo las estrellas seguirán brillando, dependientemente de su hemisferio, pero aún estarán y eso le da sentido, un consuelo, porque al fin y al cabo estarán bajo el mismo cielo.

- Nunca llego a atrapar Venus. Es el primero que se deja ver, pero siempre estoy ocupado para tenerlo -protesta, nostalgia en su tono.

Tienen que echar la cabeza muy hacia atrás para tener un mínimo charco de vista, los árboles demasiados altos tapando su horizonte.

Mandarinas al Sol, y Tú. [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora