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— Esto, pequeño, es todo tuyo. Cuando crezcas, serás un rey exitoso, que liderará sabiamente sobre todo el reino.— Dijo, la madre de JeNo, sosteniendolo en brazos mientras el pequeño observaba todo lo que algún día le pertenecería, con los ojos muy abiertos. La vista era impresionante desde la enorme roca que se encontraba a algunos metros del gran castillo en donde la familia Lee residía.

Se podía ver todo el territorio perteneciente al padre de JeNo. Grandes construcciones, muchísimas casas y establos, parques, pequeños mercados; el pequeño podía ver hasta a las personas caminando por las calles. También a algunos niños jugando a la pelota o solamente corriendo y persiguiéndose entre sí, era increíble pensar que todo eso le pertenecería a ese pequeño ser.

— ¿Crees que seré un buen rey, madre— Preguntó el pequeño, con no más de ocho años de vida. A su tan corta edad, el pequeño ya sentía emoción al pensar en gobernar a todo un pueblo. Aunque JeNo también estaba asustado, ¿cómo podría hacer eso si apenas podía evitar que el shampoo entrara a sus ojos a la hora de tomar un baño?

— Lo serás, hijo mío; estoy más que segura de eso. Pero, por ahora, disfruta de tu inocencia y desconocimiento sobre el reino, ya llegará la hora en la que la corona pase a tí.— Habló nuevamente su madre, mientras dejaba un corto beso en su cabello. La reina de verdad amaba a su único hijo, cada vez que lo presentaba a alguien lo llamaba su pequeño "milagro".

Después de tantos años de intentar concebir un retoño, que terminaron en fallos y simples decepciones, la reina finalmente se había rendido cuando se enteró de que había quedado embarazada. Casi se desmaya ese mismo día. Y ahora podía tener en brazos a su pequeño milagro, con un techo sobre su cabeza y comida en su plato. Juraba que podía ser la mujer más feliz del mundo.

— ¿Y qué pasa con esa zona de allá? ¿Eso también será mío? — Preguntó el pequeño, bajando de los brazos de su madre, sacándola de sus pensamientos y señalando con su índice a una zona apartada del reino del norte, dividida completamente por un muro que aparentaba ser pequeño, pero en realidad era una muralla total. Su madre solamente lo miró en silencio, dejando caer su sonrisa y tensando su mandíbula al instante.

— No, JeNo, eso es el reino del sur. Jamás vayas en esa dirección, y ni se te ocurra hablar sobre él frente a tu padre, no quiero que sepas cómo se pone.— Dijo la madre de JeNo, con un tono de desagrado y molestia. Solo asintió lentamente, él deseaba observar por más tiempo el reino del sur (y tal vez de más cerca), pero su madre tomó su pequeña mano y lo obligó a alejarse de donde estaba anteriormente. ¿Qué tenía de malo el reino del sur?

— Huang RenJun, ¿Cuántas veces debo decirte que te comportes como un príncipe? ¿Ese es el ejemplo que quieres darle a tus hermanos? — Por otro lado, en el reino del sur, el pequeño Huang estaba siendo castigado por culpa de su curiosa mente

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— Huang RenJun, ¿Cuántas veces debo decirte que te comportes como un príncipe? ¿Ese es el ejemplo que quieres darle a tus hermanos? — Por otro lado, en el reino del sur, el pequeño Huang estaba siendo castigado por culpa de su curiosa mente. RenJun siempre tenía muchas preguntas sobre cualquier cosa, lo que irritaba a su madre. Repetidas veces ella le había dicho que debía dejar de hacer preguntas "estúpidas".

— Madre, ya soy un adolescente capaz de lidiar con la presión del conocimiento. Solo necesito saber el porqué y dejaré de agobiarte con mis preguntas.— Dijo, casi rogando, el chico. El primogénito de los Huang tenía también ocho años, una edad no muy conveniente para revelarse contra sus padres. Él solo quería saber cuál eran los orígenes de las guerras entre los reinos del sur y el norte.

Sus hermanos menores miraban espectantes a su madre, quien, con su mirada, gritaba por ayuda al padre de los cuatro retoños.

Él, a diferencia del gobernante del territorio opuesto al suyo, quería que su hijo mayor supiera del orígen de esta tensión constante entre los reinos, para que algún día, se armara de valor y confrontara al pueblo del norte. Él confiaba en que su hijo brindaría toneladas de orgullo a su seco corazón.

Después de que su verdadero primogénito muriera en el parto, la presión sobre RenJun se multiplicó. Por suerte, el chico tenía una inteligencia natural superior a cualquier otro jóven de su edad. RenJun, aunque fuera uno niño aún, tenía un conocimiento muy amplio sobre varios temas.

— Vamos a tu habitación, hijo. Ya llegará la hora de contarle a el resto de tus hermanos.— Dijo el Rey Huang, bajo los gritos y quejas de sus demás hijos. El Rey Huang, a diferencia de el Rey Lee, era muy liberal con sus hijos, nunca les había prohibido relacionarse con las personas que no pertenecían a la realeza, ni comportarse como lo que eran: niños.

RenJun caminó delante de su padre por los extensos pasillos, con la cabeza agachada y una gran sonrisa en su rostro, imaginandose las grandes guerras y pleitos de las cuáles su padre le contaría.

Finalmente llegó al pasillo de las habitaciones, a lo cuál sonrió aún más, pero mantuvo el control. Caminó hasta estar frente a la puerta de su habitación y giró la perilla.
Sin perder más el tiempo, se acomodó bajo las gruesas sábanas de su cama, esperando a que su padre empezara a contar su relato.

Y así fue. El rey, totalmente enternecido, se sentó al lado de su hijo y aclaró su garganta.

"Las personas más viejas en este reino suelen contar que la rivalidad entre el reino del sur y el reino del norte ha venido formándose por muchísimos años. Tantos en los cuales jamás hubo una palabra entre ambos gobernadores. Pero hubo un incidente, por ahora desconocido, que fue la gota que derramó el vaso para ambos reinos, los cuales empezaron una enorme guerra que terminó en la eterna rivalidad de ambos pueblos.

Aunque la guerra fue hace muchísimo tiempo, todos los gobernadores de ambos reinos han enseñado a sus hijos y nietos a no hablar del contrario, lo que se considera algo parecido a una traición imperdonable hacia el pueblo del que la persona provenga. Por eso, nunca encontrarás información sobre el reino del norte por ninguna parte aquí, y viceversa.

Jamás de los jamases se aclaró la historia completa, pero las guerras en las que estuvieron involucrados dejaron mucho de qué hablar. Fueron tantos los daños, que se tuvieron que separar las ciudades con una larga y alta muralla para que así a los reyes no se les ocurriera atacar al otro.

Por ahora, te dejo con la advertencia de que por los momentos, no te acerques al territorio. Si lo haces, probablemente te utilizarán para conseguir información que desconoces. Te torturaran hasta que no puedas más. Por eso, RenJun, sé cuidadoso. Nunca te dejes llevar por la curiosidad, ya que tenerla es un gran privilegio y un paso más adelante para tu conocimiento, pero también es un arma que la gente tratará de usar en tu contra.

Usa tu mente para el bien, hijo, porque toda esa inteligencia estaría desperdiciada si llegas a revelarte contra la lógica."

#2: KINGDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora