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— No sabía que te gustaba tanto la astronomía. — Dijo JeNo, después de que RenJun terminara su gran discurso sobre lo sorprendentes que le parecían los cuerpos celestes del universo.

JeNo sabía que a RenJun le encantaba leer y conocer cosas nuevas, pero el mayor nunca le había mencionado se su interés en tales ciencias, por lo que se maravilló cuando escuchó al sureño hablar de una forma en la que podría engañar a cualquiera y decirle que era un profesional en el tema. Y lo era, totalmente.

— Jamás lo creí necesario.— Respondió RenJun, mientras tomaba el brazo de JeNo y lo extendía sobre el espacio restante en la cama, para después acostarse en él y acercarse al cuerpo de el menor.

Hace algunas horas que estaban en la misma posición. Acostados, boca arriba, admirando las estrellas fluorescentes en el techo de el castaño. Las luces estaban apagadas, mientras todo estaba en silencio al estar los hermanos de RenJun dormidos plácidamente y sus padres ausentes.

Aún así, RenJun y JeNo susurraban sus palabras para que no correr ningún riesgo de ser escuchados.

JeNo sonrió al sentir al más bajo acurrucarse contra su cuerpo, a lo que respondió dándose la vuelta y rodeando el cuerpo contrario con sus brazos. Aprovechó la oportunidad para dejar algunos besos en la frente de el mayor, haciendo que el estómago de éste se revolviera en secreto, y que una traviesa sonrisa se presenciara en su rostro.

— ¿RenJun? — Llamó JeNo. Sabía que estaba despierto, pero quería tener su total atención.

El mayor solamente soltó un sonido de afirmación, y levantó su mirada para poder conectarla con la de Lee.

— ¿Qué haremos? - preguntó, haciendo que RenJun hiciera una pequeña mueca de confusión.

— ¿A qué te refieres?

JeNo solamente suspiró.— Si nos descubren. ¿Qué haremos si nos descubren? — Preguntó nuevamente, haciendo que RenJun rompiera el contacto visual que habían mantenido desde que la pequeña conversación comenzó.

— No lo sé. Pero no pienses en eso por ahora, ¿Si? Por ahora, solo somos nosotros dos, así que deja de pensar en soluciones a problemas que aún no tenemos.— Dijo RenJun, mientras acariciaba las mejillas de JeNo. El pelinegro sonrió, aunque él sabía que no podría dejar de pensar en eso por el resto de la noche. Probablemente ni siquiera iba a pensar en dormir.

Él quería mucho a RenJun. Amaba pasar tiempo junto a él, pero si alguno de sus padres llegaba a darse cuenta de eso, tendría que considerarse como muerto. Así era el nivel de la rivalidad entre los reinos. Tanta, que si por alguna razón, el Rey se enteraba de que había estado respirando tan cerca de Huang, le sacaría los pulmones y los reemplazaría con otros; otros que no estuvieran "contaminados", todo ésto para después encerrarlo dentro del castillo de por vida junto a guardias que estuvieran cuidándolo las 24 horas del día.

No era un invento de JeNo. El rey en verdad pensaba de esa manera sobre el Reino de el sur. Los miraba como personas sin futuro, cobardes, buenos para nada, etcétera. Era un tonto.

— ¿Te parece bien si duermo un rato? - escuchó a RenJun preguntar, mientras arrastraba un poco las palabras. Sonrió y murmuró un pequeño "sí" antes de acercarse más a el cuerpo de el mayor (si eso era posible). Lo abrazó con fuerza, tanto que RenJun se quejó un poco.

Lo soltó poco a poco, pero dejó sus manos sobre la cintura de el sureño, mientras cerraba sus ojos sin dejarse caer en la tentación de dormir. Debía quedarse a hacer guardia por si los padres de RenJun volvían y querían entrar, o si alguno de sus hermanos se despertaba y venía a buscarlo. Todo era horrible. Era insoportable no poder descansar en paz cuando había esperado éste momento por tanto tiempo. Cuando estaban juntos, no podían escuchar un tan solo ruido sin sobresaltarse. Tenían que tener un lugar de emergencia para esconderse en el caso de que algún familiar entrara a la habitación mientras el otro no estaba. Tenían que susurrar todas y cada una de sus palabras, por lo que ni siquiera conocían bien sus propias voces. JeNo no quería esconderse de los padres de RenJun, y tampoco quería que él se escondiera de los suyos. Pero era un suicidio salir ante el Rey Huang y decirle que había estado besando a su hijo.

Simplemente, no podía hacerlo...

— Deja de pensar en esas cosas, JeNo.— Dijo, haciendo que el pelinegro se sobresaltara, ¿Cómo sabía en lo que estaba pensando? ¿Será que estaba pensando en voz alta? — Tu mandíbula se tensa, y estás empuñando tus manos en mi camisa.— Respondió, riendo a medias, aún con sus ojos cerrados. Lee se dio cuenta de que era verdad, sus manos estaban arrugando los costados de la camisa de RenJun, así que las soltó y quiso alejarse de el más bajo al pensar que tal vez lo estaba incomodando o, peor, haciéndole daño, pero éste se lo impidió, entrelazando sus dedos sobre su cuello y suavemente atrayéndolo hacia él. Juntó sus frentes mientras miraba a JeNo directamente a los ojos, haciendo que el menor se sonrojara pero siguiera el contacto.

— Es usted muy guapo, príncipe Lee.

JeNo rió silenciosamente mientras tapaba su cara,— Lo mismo digo, príncipe Huang.

Ambos se sonrieron uno al otro, sintiendo sus corazones latir a un ritmo más rápido.
Y entonces, a JeNo se le ocurrió preguntarle aquella pregunta tan importante a RenJun. Había leído de este momento en muchas ocasiones, y por fin podía sentir aquellos nervios que se describían en los textos.

Entrelazó sus dedos con los de el mayor, y alejó un poco su rostro para poder verle claramente. Se veía irreal bajo la luz que la ventana dejaba entrar. No sabía si tenía que decir algo más antes de preguntárselo o qué decirle, así que solamente lo soltó.— RenJun, ¿Te gustaría ser mi novio?

Escuchó reír al mayor, y se relajó al sentir sus manos en sus mejillas.— Pensé que debería pedirtelo yo a tí, ya habías tardado demasiado.

JeNo sonrió, después de que Huang cortara la distancia entre sus labios, iniciando así una larga sesión de besos. Poco a poco, el castaño fue levantándose hasta haberse sentado en el regazo de el menor.

La pareja se separó, escuchando de inmediato sus respiraciones aceleradas e irregulares.

JeNo quiso volver a empezar aquel acto tan adictivo, pero el mayor lo interrumpió.

— Por cierto, acepto.— Dijo, antes de volver a besar a Lee, incluso con más fuerza e intensidad que la primera vez, mientras el pelinegro reía enmedio de el beso.

#2: KINGDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora