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Los meses habían pasado tan rápido que RenJun no los había siquiera notado. La reunión de los Zhong había pasado hace dos semanas y ahora era tiempo de que volviera a escabullirse en el castillo de los Lee.

Habían acordado en que era demasiado riesgoso si JeNo volvía al Reino del Sur, así que ahí se encontraba él, sentado frente a la gran muralla que separaba a las dos naciones, esperando el anochecer para poder entrar con calma. Se quedó embobado con el paisaje, admirando todo lo que el sol alumbraba con su luz rojiza. Simplemente hermoso.

Su paz fue interrumpida al escuchar algunos ruidos del otro lado de la muralla. Se tensó un poco y solo pudo pensar en que lo habían atrapado, pero todos esos pensamientos se esfumaron al ver los rasgados ojos de JeNo asomarse por la reja.— Hola.— Dijo en un susurro, con una gran sonrisa en su rostro mientras veía a RenJun sostenerse el pecho con fuerza, había sido uno de los mayores sustos de su vida.

— No vuelvas a hacer eso, me asustaste de verdad.— Se levantó del piso mientras sacudía sus pantalones, manchados por el polvo que había en el piso. Después de esto, entró al pueblo que ya era conocido para él, y empezó a caminar junto a JeNo para llegar al castillo.

— ¿Qué excusa pusiste ésta vez? — Preguntó JeNo, mientras tomaba la mano de RenJun y lo guiaba por el inmenso jardín detrás de el castillo. Le enseñó las distintas fuentes de agua, los peces que habitaban en algunas de ellas, las diferentes especies de flores y árboles frutales que había en el terreno, y el árbol que él mismo había plantado junto a su madre cuando era un niño aún. Todo, aprovechando que sus padres habían salido al pueblo a inaugurar una estatua que se había creado en honor al Rey Lee. Si tan solo supieran...

— Todo es hermoso, ¿No crees? — JeNo pestañeo algunas veces antes de mirar a RenJun mientras el más bajo corría de un lado al otro mirando y oliendo flores. Sonrió y asintió ligeramente, aún algo desconcertado.

— Creo que deberíamos entrar ya. Mis padres regresarán pronto y ya está muy oscuro.— Dijo JeNo, y observó el pequeño puchero que se formó en los labios de el mayor.

Al final, terminaron quedándose algunos minutos más frente a los berrinches y reclamos del mayor, y entraron cuando la noche se volvió insoportablemente fría.

Ahora se encontraban en la habitación de JeNo, envueltos en una manta mientras admiraban la vista a través de el ventanal del menor, que dejaba entrar algo de claridad, pero no lo suficiente como para que fuera molesta. RenJun sinceramente, no aguantaba el sueño, pero se sentía mal durmiendo mientras el más alto aún estaba perdido entre sus pensamientos, seguramente se había pasado todo éste tiempo pensando en las consecuencias de sus encuentros.

A RenJun también le preocupaba, y mucho, pero no quería hundirse en un pensamiento que podría terminar en ellos dejando de verse.

— ¿Porqué tan callado? — Decidió preguntar, aún sabiendo la respuesta. Conocía tanto a JeNo, que sabía que el menor mentiría solamente para no hacerlo sentir mal.

— Pensaba en algunos de los deberes que tengo que hacer mañana.— Mintió el pelinegro, y RenJun se volteó sobre su costado para poder verlo claramente. Gracias al tiempo en que JeNo se había tardado en responder, comprobó su teoría de que el menor mentiría. Desgraciadamente, se quedó tan embobado con el rostro de el menor que olvidó que quería hablar con él acerca de eso.

Lee JeNo era un espectáculo completo. Aún cuando la luz era poca y la que se escurría por las largas cortinas de seda solo iluminaban ciertas partes de su rostro, seguía viéndose increíblemente atractivo.

De repente, sintió tantas ganas de besar al menor. Y así lo hizo.

Sus labios se movían de manera lenta contra los de el contrario, mientras posicionaba sus manos acunando el rostro de el menor, mientras que las manos de el mencionado bajaban por las caderas de RenJun hasta sus muslos. Todo era increíblemente incorrecto desde muchos puntos de vista, pero para ellos todo era perfecto. Ambos en una soledad que significa privacidad y libertad de poder amarse cuando, cuanto, y de la forma en la que quisieran hacerlo siempre. Sabían que esa tranquilidad no era permanente, y eso hacía crecer en el deseo de cada uno, una pizca de desesperación.

Habían pasado un par de minutos. Sus respiraciones eran agitadas, sus prendas estaban desordenadas, y el beso se volvía cada vez más salvaje.
JeNo y RenJun eran vírgenes, pues nunca se habían acercado lo suficiente a otra persona como para dejar ese lado de ellos salir; sin embargo, tampoco eran santos.

JeNo se posicionó sobre el tembloroso cuerpo de RenJun, quien escondía sus suspiros y jadeos presionando largos y húmedos besos en el pecho descubierto del pelinegro.
La desesperación de JeNo y la torpeza d sus acciones hicieron que, por accidente, rozara el miembro de RenJun con el suyo, y al ver lo extrañamente bien que los hacía sentir, repitió sus movimientos.

— ¡JeNo, cariño! — JeNo se congeló inmediatamente, cayendo en cuenta de lo que estaban haciendo. RenJun suspiró, lloriqueando mientras abrazaba al contrario con sus piernas, impidiendo que se fuera y prácticamente rogándole que volviera a su labor, pero fue en vano.

— Jun, si no voy, ella vendrá. — Trató de explicar, entre los besos y jadeos del mayor.

JeNo fue llamado nuevamente para que bajara a cenar. Lo que era una gran noticia, porque RenJun había estado cocinando esa misma tarde mientras ellos no estaban presentes, así que ninguno de los dos tenía hambre. El pelinegro solamente bajó para saludar y fingir que se sentía enfermo. Fue suficiente para que su amada madre lo dejara ir.

Al regresar a la habitación, JeNo se encontró al mayor sentado en una de las esquinas de la habitación mientras observaba atentamente algunos adornos que JeNo tenía desde que era un pequeño. Parecía que la cordura había regresado a su cuerpo.

Qué lástima.

RenJun se levantó del piso y se acercó nuevamente al pelinegro cuando éste cerró la puerta. Para su sorpresa, JeNo retomó sus acciones; acarició la cintura de RenJun con cariño y delicadeza, uniendo sus labios en un beso que parecía congelar el exterior. En ese momento, solamente eran ellos dos.
Todo marchaba de maravilla, y RenJun enserio quería que siguiera así para siempre, pero su corazón apretaba con tanta fuerza contra su pecho que tuvo que alejar al menor con sus manos.

— ¿Pasa algo? — Preguntó JeNo, al ver al más bajo con su mirada pegada al piso.
Solo pudo imaginarse lo peor.

#2: KINGDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora