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— Créeme Lee, no dirás las mismas estupideces cuando los aliens nos invadan.— JeNo cubrió su boca para difuminar el sonido de su propia risa. Juraba que amaba ver a RenJun tan molesto por el mismo tema por milésima vez. En realidad, JeNo si creía en los aliens, pero era divertido ver al mayor estresarse tanto por pequeñeces.

— ¿Quieres algo más? — Preguntó, mientras se ponía de pie. Iba a buscar algo de agua, así que, ¿porqué no complacer a su invitado? Lo hubiera hecho de no ser porque RenJun negó en respuesta. Entrecerró los ojos mientras apretaba sus labios en una línea recta, para después irse.

RenJun entonces se quedó solo en la habitación de JeNo, sentado en su cama. Hace unos minutos estaba compartiendo el desayuno que la reina había hecho para su hijo, con él precisamente. Ahora necesitaba usar el baño, pero sabía que era mejor si esperaba a JeNo.

Hablando de él, RenJun se la estaba pasando muy bien junto al pelinegro. Por momentos se le olvidaba que debía regresar pronto, (cosa que no quería). El desearía poder quedarse lo suficiente como para conocer a JeNo totalmente, pero no le sería posible; en unos días, sería el undécimo cumpleaños de uno de sus hermanos, y obviamente no se permitiría faltar.

— ¿JeNo? ¿Estás aquí?— RenJun volvió a la realidad de golpe, y se quedó totalmente frío cuando escuchó la voz del Rey Lee. Y juzgando por sus pasos, se dirigía a la habitación a un ritmo rápido. Rápidamente se escondió en un pequeño pero espacioso baúl frente a la cama de JeNo. Cerró la tapa y se acomodó, esperando que el Rey entrara.— Maldito mocoso. ¡¿Dónde estás?!— RenJun frunció el ceño al escuchar al Rey referirse de una manera tan despectiva e irrespetuosa a su hijo.

— ¿Qué necesita, Rey Lee? — Agradeció al escuchar la voz de JeNo.

— Que juntes tus malditas cosas y te largues, pero eso no es posible, ¿verdad? Así que me conformaré si empiezas a levantar tus zapatos y los pones donde no me estorben, ya tengo demasiado con la carga de soportarte diariamente.— Dijo el rey, en un tono impotente y superior, algo que había notado desde que lo escuchó por primera vez.

Los minutos pasaron, y al parecer el rey no se conformaría con la calmada actitud de JeNo.

Para la desdicha de RenJun, el baúl empezaba a ser muy incómodo y juraba que cada vez se hacía más pequeño. Se sentía nervioso, y lo único que quería en esos momentos era salir de ese estúpido espacio. Abrazó sus piernas, no sabía el porqué de su nerviosismo, pero sí sabía que se estaba volviendo loco ahí dentro.
La ansiedad y el miedo hicieron que algunas lágrimas se acumularan en sus pequeños ojos.

Todo era demasiado. De por sí, no le gustaban los lugares cerrados, la discusión entre padre e hijo parecía calentarse cada vez más. El tono de voz de el rey subía cada vez que JeNo respondía a sus comentarios, junto al número de estupideces que salían de su boca. Todo eso junto estaba haciendo que a RenJun se le dificultara cada vez más respirar.

El sureño seguía metido en el pequeño baúl, sintiéndose cada vez más apretado. Sentía sus ojos humedecerse y su respiración agitarse. Necesitaba con urgencia que el rey saliera de ahí o juraba que un grito se escaparía de su boca. Para RenJun, el sonido de la puerta ser azotada por el rey le pareció gloria. Esperó hasta que JeNo susurró su nombre, para salir cuidadosamente de aquel espacio.

Su cara estaba empapada de sudor y lágrimas, rápidamente se dejó caer en los brazos de el norteño. Éste lo tomó cuidadosamente y envolvió sus brazos alrededor de él, tratando de que se calmara.

— Lo siento muchísimo. No tuviste que haber escuchado eso, fue todo mi culpa.— JeNo había empezado a acariciar el cabello de RenJun inconcientemente, en otro desesperado intento para calmar al mayor.

Éste se encontraba enterrando su cara en el espacio que había entre el cuello y el hombro izquierdo de el pelinegro, ahogando sus sollozos contra la piel de el contrario. Se aferraba a JeNo como si dependiera de la cercanía entre ambos cuerpos. Y así se mantuvieron, hasta que RenJun por fin se calmó y pudo separarse de el agarre de el más alto. Comenzó a soltarse poco a poco, hasta que su rostro quedó frente al de JeNo, a escasos centímetros de éste. Admiraba pacientemente las facciones del pelinegro, hasta detenerse en sus labios.

Y sin ser consciente, RenJun pasó su pulgar por ellos, sintiendo la suavidad de éstos. Los recuerdos de aquella noche en la cuál se imaginó cómo besaba a JeNo se hicieron presentes, y con ellos, el deseo de hacerlo; ésta vez de verdad.

Y así planeaba hacerlo. Después de todo, RenJun había roto demasiadas reglas para retroceder ahora.

Empezó a acercarse más a el menor, mientras se ponía de puntillas para poder alcanzar los labios del más alto.
JeNo notó esto, y entró en pánico. No quería apartar al sureño, porque sería mentir si dijera que jamás había pensado en besar al castaño; pero, el problema es que no sabía cómo hacerlo. No tenía ni la más mínima idea de lo que era el afecto físico. Puso sus manos en los hombros de RenJun, con una nerviosa sonrisa en su rostro. Cuando vio al más bajo sonrojarse y disculparse en un susurro, habló.

— Nunca he dado un beso. — Murmuró, avergonzado.

RenJun le volteó a ver. —¿Cómo dices?

— Nunca he besado a nadie. — Empezó a hablad, ahora un poco más fuerte para que sus palabras fueran claras ante el mayor. — No es que no quiera hacerlo. Bueno... No es que esté desesperado, si no quieres hacerlo no te obligaría pero si quieres hacerlo no te detendría. Bueno... Es lo que acabo de hacer pero--

RenJun rio mientras tapaba la boca de el más alto. Negó para él mismo y después él también habló.— ¿Crees que yo si he besado a alguien? JeNo, no tenía ni la más mínima idea de lo que tenía que hacer.

Quitó su mano de la boca de el contrario, para ver la hermosa sonrisa que ésta escondía. Le devolvió la sonrisa y se armó de valor nuevamente. Entrelazó sus dedos sobre el cuello de JeNo, y lo acercó a él.

— Aunque no sepa cómo hacer esto, es mejor si lo aprendo contigo.— Dijo, buscando conectar su mirada con la del más alto. Al hacerlo, y ver los tiernos ojos de JeNo, sintió tener el permiso de acariciar su cuello, antes de unir sus labios a los de JeNo. Al principio, fue incómodo para ambos. Ninguno sabía qué hacer, pero después de algunos segundos en los cuáles RenJun buscó un movimiento que se sintiera... Menos torpe, se separó para empezar un nuevo beso, frágil y lento. RenJun acariciaba con cuidado el cabello de JeNo, mientras éste se encargaba de pasar sus manos tímidamente por la cintura de el mayor.

A pesar de lo difícil que fue lograr sincronizarse, fue lo más parecido a la perfección para ambos.

#2: KINGDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora