ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛwᴏ —Come on, baby, don't you hurt me anymore I'm not the same way that I was before
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Ese sentimiento cuando de pequeño te descubren haciendo algo que no debías, era lo que sentía Sun Hee en ese momento, pero con la simple diferencia que ella ya no era una niña.
Sus ojos se abrieron como platos como si no hubiesen pensado en la posibilidad de que ella regresara a Seúl. Desde lo que paso con su mejor amigo, Sun Hee elimino sus redes sociales aislándose de su vida en Corea.
Ella había cambiado, tanto psicológicamente como físicamente. Ya antes era una chica hermosa, pero ahora lo es mucho más.
— ¿señorita? — pregunta el director acercándose a los chicos, los tres se quedaron un buen rato mirándose sin emitir ningún sonido, así que el director se comenzó a preocupar.
La llamada del director la ayuda a reaccionar, concentrándose en la musica que emanaba sus audifonos camino en medio de Suho y Seojun, quienes la seguían con la mirada. Pasando de largo al director sin dirigirle la palabra e ignorando sus llamados.
Llegando a la oficina de maestros tocó la puerta con sus nudillos, haciendo que algunos profesores voltearon la cabeza hacia donde estaba ella parada.
— uh, ¿señorita Park? — pregunta un maestro levantándose de su asiento mirando unas hojas.
— la misma — afirma.
— bien, por favor rellena este papel, te puedes sentar en una de esas sillas de ahí.
Sun agarra el papel y el lápiz, apoyándose sobre el escritorio del profesor rellenando lo más rápido posible las partes en blanco del papel.
— Han Seojun, haz vuelto. — el mismo profesor exclama, haciendo que Park se detuviera completamente y mirara hacia atrás. Estaba apoyado en la misma pared que estaba ella antes, con sus manos en los bolsillos.
— ¿cómo esta tu mamá?
— Bien, bien. Se mejoro — respondió.
— Pues me alegro. Para la suerte de ambos, me toca con ustedes en el primer bloque, así que siganme
Sin decir ninguna palabra ambos siguieron al maestro, uno al lado de otro.
No sabía como lograba verse tan tranquila, en su interior era un manojo de nervios.
Se detienen en una sala, donde el profesor abre la puerta y todos los alumnos inmediatamente se van a sentar a sus asientos correspondientes. Seojun entra primero después de Sun y todos se quedaron mirando a la cupla.
Y no era ninguna broma, sus visuales eran de otro mundo. Parecían modelos sacados de revistas, solo que estaban allí parados en la sala de clases.
— Clase, ellos son Sun Hee y Seojun. Ambos regresaron a la escuela el día de hoy, tratenlos bien.
—justo quedan dos puestos disponibles para que...— el profesor se ve interrumpido por Seojun caminando hasta el asiento disponible lo más alejado de un incomodo Suho.
Dejando el que estaba a un lado de él libre.
Sun lo puteo entre dientes, y giro levemente su cabeza a donde Suho, quién inmediatamente cuando sus miradas se cruzan el voltea su rostro directo a la ventana.
Visualizó a una preciosa chica que la miraba con cara de admiración y detrás de ella un chico con brillos en sus ojos cada vez que la veía.
Ella se acercó a él levantando la comisura de sus labio, haciendo un intento de sonrisa. El inmediatamente se puso nervioso y se levanto de su asiento dandole espacio, casi caminando de reverencia visto al presidente pasar.
Escuchola risa sarcastica de Seojun, pero ella lo ignoro.
La chica de alfrente aún si poder reaccionar la miraba maravillada, Sun Hee se dio cuenta de esto y le sonrio levemente bajando, reverenciandola como signo de formalidad.
Se sentó dejando su bolso a un lado del asiento, y una vez levanto la cabeza la chica de en frente le sonreía.
— ¡Hola! soy Jukyung, un gusto en conocerte. — se presentó alegremente, tenía que admitir que su felicidad se le contagiaba.
— Sun Hee, el gusto es mio. — le dijo amablemente con una sonrisa ahora verdadera.
Una vez terminada la clase, Jukyung se da la vuelta para hablarle a Sun, pero ella ya estaba caminando por el pasillo hacia el patio trasero.
Cuando iba doblando el pasillo una mano agarra su muñeca tirandola levemente hacia la pared. Coloca su brazo estirado a un lado de su cabeza.
Seojun se coloca a su altura acercándose más de lo normal a su rosotro. Podía sentir la respiración de él, y sus ojos la miraban directamente cómo sí estuviese analizando su alma o algo así. Y ella se queda estática en su lugar sin reaccionar a los encantos del chico.
— ¿Que haces acá?
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