Capítulo 4. A solas

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D: Y el lobo dijo: "Son para oírte mejor". – iba a continuar la historia cuando oí los suspiros de alguien. Flora se había dormido. – Y continuará.

Me levanté despacio de la cama, dejé el cuento en la mesita, la arropé y salí del cuarto apagando las luces y cerrando la puerta. El pasillo estaba tranquilo, eran las 10 pm y no había ni un alma en este, supuse que todos estaban durmiendo. Me dirigí entonces a mi cuarto, entré y cerré la puerta tras de mí. Una vez dentro preparé mi pijama y fui al baño para ducharme. Pasados unos 20 minutos, me vestí y volví a mi cuarto, el cual solo se iluminaba con una pequeña lámpara. Al llegar a la cama vi como algo se movía bajo las sábanas y me preocupé. Ya empezamos con los eventos paranormales, dije en mis pensamientos. Con miedo y valentía me acerqué a la cama y retiré las sábanas. No podía creer lo que estaba viendo... UNA ARAÑA. Una maldita araña, que digo, una tarántula se paseaba de un lado al otro de mi cama.

Cogí uno de mis zapatos, dispuesta a espantarla, cuando unos ruidos provenientes de la habitación al lado de la mía me sacaron de mis pensamientos. De un momento a otro recordé una de las llamadas que me hizo Kate mucho tiempo atrás, cuando acababa de llegar a la casa. En ella me contaba un poco como era la casa y las personas que vivían en ella. Llegando a mencionar que a Miles le gustaban tanto las arañas que tenía una como mascota.

Agarré un tarro que tenía entre mis pertenencias, hice unos agujeros en la tapa y atraje a la araña, la cual entró sin problemas. Después cerré el tarro y salí de mi cuarto en dirección al de Miles. Toqué la puerta y no obtuve respuesta, por lo que volví a tocar hasta que se abrió la puerta.

M: ¿QUÉ QUIERES ESTOY OCUPADO?

D: ¿Por qué?

M: Nada que te interese, ve a dormir. – ordenó mientras se volvía dándome la espalda y levantado el colchón.

D: ¿Has perdido algo?

M: He dicho que no te interesa. – hubo un silencio, hasta que dijo. – Espera, por qué estás aquí, acaso ¿tienes miedo? – preguntó mirándome con una sonrisa coqueta. – Ya veo, querías dormir conmigo, ¿verdad? Lo siento cielo, pero ahora estoy ocupado con algo que tal si lo dejamos para mañana.

D: Tsk, qué pena. Bueno, volveré a mi cuarto a compartir mi cama con mi nuevo amiguito.

M: ¿Qué amigo?

D: Que pasa, ¿celoso? – él negó con la cabeza y mostró una sonrisa de superioridad. – Si quieres te lo muestro. – dije enseñando el tarro con la araña. – Aún no le he puesto nombre, pero creo que nos llevaremos bien, ¿tú qué crees?

M: ¿Dónde estaba? – preguntó arrebatándole el tarro de las manos.

D: En mi cama. – contesté mientras él metía el insecto en su terrario.

M: Ya puedes irte.

D: De nada. – estaba por salir del cuarto cuando me agarró del brazo y tiró de mí acercándome a él.

M: Quizás debería recompensarte dejándote dormir conmigo.

D: Con un gracias, está bien. – afirmé intentando liberarme de su agarre, cosa imposible.

M: O vamos salvaste a mi mascota, tengo que hacer algo por ti. – dijo esto último cerca de mi oído, haciendo que se me eriza la piel.

D: No tranquilo, cuando necesite algo te lo haré saber.

M: O vamos, te estoy ofreciendo un lugar en mi cama, en esta casa hace frío en las noches, podrías resfriarte y nadie quiere que eso suceda. Ya tenemos bastante con tu hermana.

D: Disculpa. – dije cambiando mi semblante a uno de ira y odio.

M: Vamos ambos, sabemos que tu hermana, más que enferma, debería estar en un psiquiátrico.

D: Y tú en la cárcel, si nos ponemos así.

M: ¿Cómo dices?

D: Lo que oyes, golpear a otra persona y dejarlo medio muerto, en algunos países te meten en la cárcel por menos.

M: ¿Qué sabes sobre eso? – este cambio el tono a uno más enfadado y comenzó a apretar su agarre llegando a lastimar.

D: Mi hermana me contó que te expulsaron del centro en el que estabas porque pegaste a un muchacho. Le golpeaste tan fuerte que casi lo matas.

M: No fue así.

D: Me estás haciendo daño. – él me miró en silencio, relajándose un poco.

M: Lo siento, por apretar tan fuerte. – este me soltó y yo me toqué la mano intentando amortiguar el dolor. – Mira no sé exactamente las palabras que usó tu hermana ni cómo te lo contó, pero no fue así, vale.

D: Y ¿cómo fue?

M: ¿Qué?

D: Has dicho que mi hermana no me contó toda la historia, quiero que me cuentes tu versión.

M: Para qué, para que no me creas cómo tu hermana. No tiene sentido que hablemos.

D: Prueba. – este negó con la cabeza y se dio la vuelta dándome la espalda. – Mira, se me da bien escuchar, pero si no me hablas no seré capaz de saber lo que sucede. Por otro lado, si aún no estás preparado, puedo esperar de todas maneras, no es que me vaya a ir esta noche.

M: Ni siquiera nos conocemos y ya quieres que te hable de mis problemas. Tienes una forma un poco rara de entablar relaciones. – dijo mirándome y sacudiendo sus brazos.

D: Te he dicho que si no te sientes cómodo no hables.

M: Pues no hablaré.

D: Bien, yo ya he intentado poner de mi parte y si quieres hablar aquí me tienes. Sin embargo, te voy a pedir un favor, Miles.

M: Estás en mi casa y se te ocurre poner condiciones, muy valiente de tu parte. – espetó acercándose de nuevo a mí.

D: Sé perfectamente que tu hermana y tú sois los dueños de todo esto. Y por supuesto sé que trabajamos para vosotros, pero somos humanos y al igual que tú no quieres hablar de ese tema o sobre tus padres, que lo entendemos, debéis comprender que nosotros también sufrimos.

M: No entendéis nada, N-A-D-A.

D: Crees que no os entiendo, crees que no es duro ver que tu hermana, con la que te has criado, está mal. Kate sufre desde hace mucho tiempo y la sensación de no saber qué hacer y ver sufrir a los tuyos no es lo más agradable del mundo.

M: Yo conozco esa sensación, Flora no puede salir de esta maldita casa.

D: Kate tampoco, lo entiendes, ha llegado a tal punto que cree que si deja la mansión algo malo os sucederá.

M: Espera, está preocupada por lo que nos pueda pasar.

D: Sí, ella está preocupada por vosotros. Mira sé que tú y ella no os lleváis a las mil maravillas. Por eso, te pido que tengas paciencia, por favor.

M: Bien, tendré paciencia, solo porque no quiero que le suceda nada a Flora y desde que estás aquí Kate ha cambiado haciendo que Flora se sienta mejor.

D: Gracias, por entender.

M: Sí, sí, lo que digas. Bien, nos vemos mañana preciosa. – susurró esto último de forma casi inaudible.

D: Bien nos vemos mañana. – estaba a punto de salir por la puerta, pero pare en el marco, y volví a mirarlo a los ojos. – Miles, siempre que necesites hablar estoy aquí.

D: Buenas noches. – salí de allí, entré a mi cuarto y cerré la puerta con llave.

Me tiré sobre la cama, apague la luz y me arrope. Todavía seguía pensando en lo que había pasado, por lo que me costó dormir bastante. A las dos de la mañana comencé a tener sueño, poco después me quedaría dormida.

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Hola, aquí un nuevo capítulo sobre este fanfic de Miles Fairchild. Espero vuestro apoyo.

Atte.: DNA

En medio de la noche (Miles Fairchild y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora