Los rayos de sol comenzaban a entrar por la ventana del cuarto y mis ojos comenzaban a mostrarse molestos por la luz. Poco a poco comencé a abrirlos en busca de algo que pudiera taparlos, cogía la manta y la puse sobre ellos intentando apagar esa luz natural. Me moví un poco en el lugar en el que estaba y unos brazos comenzaron a abrazarme fuertemente. Me sentía como en una nube, hasta que de pronto me di cuenta de donde estaba y de quien eran esos brazos. Alcé lentamente la mirada, buscando los ojos de Miles entre las sábanas. Estos se encontraban cerrados de forma tranquila, como si nada pudiera perturbar su sueño.
Sin querer despertarlo, poco a poco intentaba soltarme de su agarre hasta que este hizo una mueca de fastidio y comenzó a apretar su agarre.
M: Duerme un poco más. – dijo entre sueños, mientras seguía abrazándome.
D: Ya es de día, debemos levantarnos.
M: Aún no, estoy muy a gusto aquí.
D: Ya, pero yo tengo trabajo que hacer, así que suéltame. – dije intentando soltarme de su agarre.
M: Está bien. – aceptó resignado separando sus brazos de mí para dejarme salir de la cama. Me levanté y me dispuse a ir al baño. – ¿Qué tal has dormido esta noche? – dijo dando un bostezo y siguiéndome hasta el baño.
D: Bien, gracias. – dije lavando mi cara.
M: ¿Has tenido pesadillas? – dijo apoyado en el marco de la puerta del baño.
D: No, no he tenido pesadillas.
M: Es decir, que mi plan de dormir juntos ha funcionado.
D: Ajá. – afirmé, aún sin mirarlo.
M: Deberías darme las gracias, ¿no?
D: Está bien, tenías razón, felicidades. – dije mirándolo con una sonrisa. – Contento.
M: Gracias, gracias. – dije haciendo una mueca de fastidio mientras que al mismo tiempo dejaba de mirarlo. – Ahora necesito un premio.
D: ¿Cómo que un premio? – dije parando en seco para mirarlo.
M: Sí, cuando haces las cosas bien te dan un premio, no.
D: No te voy a dar ningún premio Miles. – dije pasando a su lado para salir del baño, en dirección al armario, para vestirme. – Deberías irte ya, quiero cambiarme.
M: Oh vamos, creo que lo merezco, al menos. – lo miré con una mueca de fastidio. – No me moveré de aquí hasta que me digas que me darás mi premio.
D: Vale, ¿qué quieres? – suspire mirándolo.
M: Me lo pensaré, más adelante te lo diré. Voy a cambiarme. – dijo saliendo del cuarto, cerrando la puerta tras de él. – Suspiré cansada y comencé a vestirme antes de bajar a desayunar. Hoy sería un día muy largo.
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La mañana iba transcurriendo de forma tranquila, sin ningún imprevisto, además se notaba como las horas de sueño, a pesar de haberme ayudado, seguían siendo innecesarias. De alguna u otra forma logré estar atenta a todo lo que sucedía y a las clases con Flora. Además, pude comprobar que Miles, lejos de estar fuera como siempre hacía, se encontraba todo el tiempo en la casa, es más, cada 20 minutos entraba en la clase para dar una vuelta, alegando que estaba aburrido, o bien, se asomaba por la puerta sin interrumpir la explicación.
De un momento a otro el timbre de la puerta principal se hizo eco por toda mansión, naturalmente sabía que ese mismo día John nos visitaría para la evaluación rutinaria de Kate. Aunque para ser precisos no necesitaba saberlo de antemano, con solo ver a mi hermana ya sabías quien era el invitado. A diferencia del resto de días en los que a pesar de estar mejor nunca se maquillaba o se vestía de forma más arreglada, hoy era uno de esos días en los que llevaba un vestido más acorde a su edad, con un ligero retoque de maquillaje y su cabello bien peinado. A todo ello se le sumaba es que había pasado toda la mañana lejos del salón de clases.
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En medio de la noche (Miles Fairchild y Tú)
Romance- Todo tiene explicación, solo dejame encontrarla. - Desde que estás aquí no he dejado de seguirte con la mirada. ¿Qué ocurre en la mansión Fairchild?¿Qué secretos oculta? No sabemos lo que sucede dentro de esa gran casa, sin embargo una visita ines...