𝓗𝓪𝓷𝓪𝓱𝓪𝓴𝓲 ; 𝒯𝒶𝓃𝓏𝑒𝓃 (ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ)

IX

Zenitsu

"La emoción de la muerte"

Maratón 1/3

Era de día.

Los pájaros cantaban suaves melodías mientras que el viento hacía su deber de esparcir aquellas ondas por el espacio, las flores brotaban con vivos colores y los insectos se acercaban en busca de su delicioso néctar, los colores del mundo fusionándose y aquel hermoso aroma, era una linda mañana.

A través de la ventana un castaño detenía su mirada por unos pocos segundos en cada auto que pasaba, el ruido que emitía al topar con el viento le daba cosquillas, era un sonido extraño, como un suave choque, cerró sus ojos apreciando aquellas sensaciones hasta que volvió a abrirlos para observar las calles.

Aquel día sábado Zenitsu se encontraba sentado en el autobús, llegaría a un destino incierto, y aquella ansiedad le estaba generando un malestar en su estómago, cosquillas molestosas, se aferró a su propio cuerpo y soltó un fuerte suspiro, buscando la tranquilidad de sus emociones.

Pero le era muy difícil.

Observó la brillante pantalla de su celular buscando cuanto le faltaba para llegar, un pequeño mapa digital que indicaba su ubicación actual y la de su parada, quedaban 15 minutos, volvió a suspirar y con aquella mirada vacía recorrió las calles, aquel día era precioso pero el de tonos ámbar se encontraba hundido en una sombra que de a poco lo consumía más y más.

No supo por qué el tiempo transcurrió tan rápido pero ya estaba bajando en la parada correspondiente, con la cabeza gacha camino mientras veía la acera, dobló a su izquierda entrando a un colorido callejón, decorado por frondosos árboles y verdosos pastos, aquel hermoso ambiente le sacó una tímida sonrisa al castaño.

El día no era tan malo.

Apresuró el paso ansioso, era un día importante, recorrió su mirada en cada casa de aquel vecindario en busca de una en particular, la ansiedad le carcomía y una pequeña dificultad para respirar comenzaba a avecinarse, pero mantuvo la calma.

Sus opacos ojos se iluminaron suavemente al llegar a aquel establecimiento, aquel lugar respondería muchas preguntas pero algo le decía que tendría más preguntas que respuestas, pero aún así, se adentro a aquel jardín decorado de rosas.

— Nosotros podemos Zenitsu, tú puedes, tú puedes, tú puedes —apretó sus manos con fuerza—. Esto es por nosotros... ¡podemos hacerlo!

Entro a aquel edificio blanco, observando a su alrededor con su corazón acelerado, porque no quería saber la realidad, tenía el presentimiento de que todo sería fatídico, un extraño sentimiento de algo agrío.

Como si aquellas flores fueran un mal augurio.